Qué Pasa, 18 de julio de 2013
Opinión

Las alertas de Corbo

Vittorio Corbo.

El ex presidente del Banco Central entrega luces sobre lo que Chile debe hacer para seguir creciendo. Afirma que el país debe dar un giro en el debate educacional, asumir el problema energético y fomentar la flexibilidad laboral.
Aquí, Vittorio Corbo, además, enfrenta la contingencia internacional.

El panorama económico ha cambiado radicalmente desde el verano. A principios de año y casi acorde con la temporada, la discusión giraba en torno a un supuesto sobrecalentamiento de la economía local. Hoy, en pleno invierno, el propio Banco Central ha dado luces de una desaceleración y de posibles ajustes en la Tasa de Política Monetaria. En su último informe, publicado en junio, el instituto emisor reconoce que el aterrizaje se ha dado antes de lo previsto.

El ex presidente del Banco Central Vittorio Corbo (70) comparte ese diagnóstico, pero va más allá: le preocupa el escenario externo y que el país se haya encandilado con cifras de crecimiento en torno al 6%. Es uno de los economistas más respetados en el mercado. Habla con prudencia, aunque sabe que sus palabras pesan. No por nada el propio Emilio Botín, dueño del Banco Santander, lo invitó al directorio de la institución de capitales españoles. En esta entrevista, Corbo enciende alertas sobre los esfuerzos que tendrá que hacer el país si quiere seguir creciendo a un ritmo sobre el 4%.

-La economía local se ha desacelerado desde el verano a la fecha y el Banco Central así lo ha reconocido. ¿A qué lo atribuye?
-Dos cosas importantes cambiaron en los últimos cuatro meses. Primero, la gran preocupación que tenía el Banco Central era la de una potencial burbuja en el precio de los activos inmobiliarios. Dada esa preocupación, transmitió un mensaje de que había que ser cuidadoso. Eso lo recibieron los constructores, las inmobiliarias y los bancos, que fueron más cuidadosos a la hora de financiar proyectos. El discurso del BC empezó a permear. Otro tema importante fue la desaceleración de China: provocó una caída en el precio del cobre. Se redimensionaron proyectos mineros y se empezó a desacelerar la construcción hacia la minería no sólo en Chile.

-Un cambio radical, considerando que hace poco el ciclo era el opuesto…
-Hasta el año pasado tuvimos un viento internacional muy favorable, teníamos precios de commodities y condiciones financieras muy buenas. Esos vientos cambiaron. Hoy la economía está en un ciclo de desaceleración: lo único que aún sigue creciendo con fuerza es el consumo privado. Pero eso es cosa de tiempo para que caiga, porque está muy ligado al mercado laboral y a los salarios. Los bonos en la minería van a ser menores, la gente va a gastar menos.

-Se ve también una desaceleración en la inversión. ¿Por qué?
-Por la contracción crediticia en la construcción y por el hecho de que tuvimos inversión asociada al terremoto que se ha frenado. La caída del precio del cobre explica que la inversión en minería haya disminuido. Factores asociados al escenario político también han tenido efecto, pero yo diría que la mayor razón es la económica.

-El Central ha bajado su proyección de crecimiento a un rango entre 4% y 5% para este año. Usted ha dicho que se situará en la parte baja de ese rango. ¿Es pesimista?
-Nos estamos desacelerando. Lo más probable es que vamos a terminar creciendo por debajo del producto potencial. El crecimiento será más cercano al 4% que al 4,5%, según la velocidad de la economía hoy. Ahora, esto es siempre así: no existe esta cosa de aterrizar directo al crecimiento potencial, hay un cierto vaivén porque la economía no tiene controles automáticos.

-El BC también se ha abierto a un recorte en la Tasa de Política Monetaria…
-Si se da el escenario, que creo altamente probable, de que el consumo privado empiece a perder fuerza, con una inflación bastante por debajo del punto medio de la meta, y dados los efectos contractivos que está teniendo la desaceleración de China, lo más probable es que vamos a tener baja de tasas. Creo que serán por lo menos dos, de acá a fin de año y puede que haya otra más el próximo año. La tasa -hoy en un 5%- puede llegar a 4,5% a fines de 2013.

-Se espera que China crezca un 7,5% este año. EE.UU. irá graduando el estímulo monetario, lo que genera incertidumbre en los mercados. Por otra parte, está la debilidad de la Eurozona. ¿Cómo afecta esto a Chile?
-Nuestro principal socio comercial es China, que siguió creciendo con la crisis de 2008. Ahora nos golpea su desaceleración. China está haciendo esfuerzos para reconvertirse porque tiene un problema: antes tenía un modelo basado en la inversión y la exportación a los países avanzados. El tema es que Europa va a requerir 3 ó 4 años para salir adelante, no así EE.UU. que ya se recupera. China ha tenido que reinventarse. Eso no es fácil.

-¿China es lo que hoy más le preocupa?
-Me preocupa que China sea capaz de controlar el crecimiento del crédito (alcanza a 200% del PIB), la burbuja del mercado inmobiliario, su reconversión de la inversión al consumo interno. China es el principal riesgo externo.

-El menor crecimiento chino impacta el precio del cobre. ¿Cómo ve el panorama para el mineral?
-Lo más probable es que el cobre siga teniendo precios favorables en torno a los que tiene hoy: entre US$3,00 y US$3,25, básicamente, porque después de China se encuentra la India, que tiene un ingreso per cápita más bajo que Honduras y que por lo tanto tiene un upside importante y una necesidad de infraestructura tremenda, muy intensiva en cobre. El mineral tiene todavía un sostén importante en el mediano plazo por la demanda que va a venir de allí.

-En los últimos años, también en parte gracias al cobre, la economía chilena creció en torno al 6%. ¿Fue un veranito de San Juan que no se va a repetir?
-Nosotros veníamos saliendo de la crisis del 2009, cuyos efectos pudimos amortiguar con política monetaria y fiscal contracíclica. Tuvimos la ventaja de que China siguió creciendo fuerte y que no había suficientes proyectos de cobre entrando al mercado. Como habíamos hecho las cosas bien en la parte fiscal y monetaria, tuvimos acceso a los mercados de capitales internacionales, aprovechando la liquidez barata. Tuvimos un escenario externo favorable, con respecto a términos de intercambio y condiciones financieras. Eso no se va a repetir. Vamos a crecer entre un 4,0% y un 5%. Si no resolvemos los nuevos problemas que se han creado, como el energético, el crecimiento va a estar más cerca del 4%. Después va a haber que apagar la luz.

-¿Qué iniciativas concretas se requieren?
-Tiene que haber un acuerdo político de cómo vamos a destrabar este sector para que la inversión se lleve a cabo. Está en el Congreso la carretera eléctrica, que va a facilitar las redes de transmisión. Después, el país tiene que decidir si quiere energía hídrica, que es el recurso más abundante que tenemos; si quiere energía atómica, pero hay que tomar una decisión. Se requiere destrabar las inversiones en ese sector y eso es un problema de Estado.

-¿Qué otros cambios son urgentes?
-Se necesita un acuerdo nacional para resolver el problema de la educación, especialmente la que reciben los más pobres. Los problemas están en la gestión del sector, se requiere un trabajo en un área que hemos dejado de lado por muchos años. En Chile, la educación no ha avanzado al mismo ritmo que la economía y eso tiene que ver mucho con la desigualdad. El riesgo que tiene eso es que uno empiece a olvidarse del crecimiento, el cual da los recursos para distribuir. Hay que seguir regando la plantita del crecimiento, porque es la mejor fuente de recursos para todos, especialmente para los más pobres.

-Pero en el caso de Chile, hemos tenido crecimiento y la distribución del ingreso no ha sido la mejor. ¿Cómo se soluciona el problema?
-Hay dos cosas, primero los coeficientes de Gini (que miden la desigualdad en la distribución del ingreso) cambian muy lentamente. En Chile esto ha mejorado, pero el nivel de desigualdad es muy alto y empieza en la cuna. Las oportunidades se generan especialmente entre el año y medio de vida y los seis años. En ese periodo hay una diferencia brutal de acuerdo al origen socioeconómico de los niños, y hay que abordar ese problema. Hay que concentrar el gasto en educación, en darle acceso a jardines infantiles de calidad a esa gente. No jardines infantiles con un televisor y una tía que los vigile, sino que con tías capacitadas para estimularlos.

-Pero la discusión ha estado mucho más enfocada en la educación universitaria…
-Porque los niñitos chicos no salen a manifestarse. Es una pena, porque el problema va por otro lado. En educación universitaria podemos botar los recursos que queramos y no sacamos nada con pensar que vamos a hacer un último piso bonito y vamos ahorrar en las fundaciones. Se va a caer el edificio. Ahora, la desigualdad también tiene que ver con el hecho de que las madres de los hogares pobres y los jóvenes con bajo capital humano enfrentan muchas rigideces para incorporarse al mercado del trabajo. Hay que facilitar todo para que las madres puedan trabajar, y eso no es solamente jardines infantiles.

-El tema laboral no se soluciona con salas cuna.
-Claro. Es necesario que haya flexibilidad en horas de trabajo y no sea tan rígido como es hoy. Todo lo que podamos hacer por mejorar la empleabilidad de los dos quintiles más pobres va a ayudar a reducir la desigualdad. También hay que mejorar el sector público. Necesitamos un sector público para un país de ingreso per cápita de 18.000 dólares y no para 5.000 dólares, como tenemos hoy.

-En su libro Tributación para el Desarrollo no plantea ni la eliminación del FUT ni el aumento del impuesto a las empresas del 20% al 25%. ¿Considera que son propuestas equivocadas?
-No voy a entrar en el debate político.

-Usted habla de varias reformas: energética, laboral, educacional y al Estado. ¿Qué pasa si ellas no se realizan?
-Tendremos que acostumbrarnos a que el crecimiento no va a estar entre el 4% y 5%.

-Pero éstos no son los principales temas que están en la discusión pública. ¿Está mal orientado el debate?
-Puede que estemos encandilados con que el crecimiento está asegurado. Estoy poniendo una luz de alerta de que ese crecimiento no está asegurado. Si queremos mantenerlo, eso no es automático ni gratuito. Hay que seguir trabajando. Si tenemos un árbol que creció, tenemos que seguir echándole agua.