El Mercurio, 3/10/2010
Opinión

Las causas de la Gran Crisis Financiera

Vittorio Corbo.

A más de tres años de haberse iniciado la Gran Crisis Financiera, aún hay mucha discusión sobre sus causas. Esto no debiera sorprendernos: al igual que en crisis anteriores no hubo una sola causa, fácil de señalar, sino una serie de factores que interactuaron de manera compleja.

Para efectos de análisis agruparé estas causas en tres categorías: las macroeconómicas, las distorsiones en el sistema financiero, y las fallas en la regulación y la supervisión de éste. Los factores macroeconómicos crean la oportunidad para que se tomen decisiones que pueden terminar desatando una crisis. Las distorsiones en el sistema financiero crean la voluntad para aprovechar las condiciones macroeconómicas imperantes. Finalmente, las fallas de supervisión y regulación terminan por permitir que ocurran problemas a pesar de una institucionalidad dedicada a prevenirlos.

Los factores macroeconómicos son bien conocidos: los primeros intentos por entender qué había ocurrido durante la crisis se enfocaron en ellos, al ser los factores más visibles. Las tasas de política monetaria en EE.UU. y la Zona Euro se mantuvieron bajas por un período muy largo de tiempo; los desequilibrios de cuenta corriente y el apetito por activos financieros seguros asociados a ellos llevaron a bajas tasas de interés internacionales; y la estabilidad macroeconómica hizo parecer que el mundo era más seguro. Todos ellos llevaron a facilitar la expansión del crédito, especialmente en países desarrollados, y a generar un clima de optimismo pero, como señalan autores como Ricardo Caballero y Lars Svensson, su efecto directo fue limitado.

Menos conocidas son las distorsiones en el sistema financiero que llevaron a que se tomaran malas decisiones y un nivel excesivo de riesgo. Hablamos aquí de ceguera frente a la posibilidad de shocks mayores, de problemas en que los ejecutivos y traders de instituciones financieras tenían incentivos para actuar en contra del bienestar de los dueños y sus superiores, y de la complejidad de los instrumentos y del sistema financiero que hacía virtualmente imposible juzgar la salud o el plan de negocios de los bancos, entre otros. Cualquier historia que no incluya estos factores no podrá explicar por qué el mundo, teniendo la oportunidad de caer en problemas, lo hizo de manera tan sublime.

Pero si la regulación y supervisión financiera hubiesen sido rigurosas, podrían haber frenado estas malas decisiones y toma excesiva de riesgo antes de que gatillaran la crisis. Fallaron en identificar el shadow banking system , un sistema bancario paralelo que se estableció principalmente para evadir estas salvaguardias, y en no imponer niveles mínimos de capital y de liquidez adecuados a aquellas instituciones que sí estaban reguladas.

Fallaron, también, en notar la importancia del riesgo a nivel sistémico. Y, por sobre todo, fallaron en usar herramientas que ya existían para notar los problemas que se estaban gestando.

La crisis tuvo mucho en común con crisis anteriores, pero también lecciones nuevas. Mencionaremos algunas de ellas, y cómo se están implementando en nueva regulación, en una columna futura.