Siempre se puede argumentar que la nominación de Bachelet es más meritoria porque se impuso desde abajo. Pero la labor de los partidos es filtrar a sus líderes.
Los democratacristianos eligieron, después de muchas semanas de tira y afloja, a Soledad Alvear como precandidata a la Presidencia. Se impuso la lógica, aquella que en algún momento estaba amenazada por los ímpetus del presidente del partido. Ahora tendrá mayor libertad para conquistar al pueblo concertacionista. No es una tarea fácil. Éste, como el resto del país, parece encantado con la figura de Michelle Bachelet. No cabe duda que ésta partió con ventaja la carrera por la nominación presidencial concertacionista. Pero no puede descuidarse y no debe olvidar la fábula de la liebre y la tortuga. Se observa, de repente, demasiada seguridad en el campo de la precandidata del bloque progresista. Alvear avanza a paso lento, pero seguro. Su triunfo al interior de la DC se produjo después de un proceso arduo, largo y complejo. Ese hecho debería ser un aliciente para su campaña, especialmente por el contraste producido en la nominación de Bachelet. En este caso, todo fue miel sobre hojuelas e, incluso, hubo tiempo para animados bailes.
Por cierto, siempre se puede argumentar que la nominación de Bachelet es más meritoria porque se impuso desde abajo: los votantes la seleccionaron. Pero la labor de los partidos es filtrar a sus líderes y someterlos a un escrutinio. Bachelet, a diferencia de lo ocurrido con Alvear, estuvo lejos de someterse a una prueba similar. Este es un hecho que a la larga puede pesar, porque las lealtades partidarias son mucho más profundas cuando los candidatos han sido sometidos a los exámenes de sus correligionarios. Por supuesto, Alvear tendrá en primer lugar que remontar en las encuestas, posibilidad que está abierta. No sólo por lo que hemos señalado hasta ahora, sino que, también, porque es una figura que genera un nivel alto de aprobación, incluso entre los partidarios de Bachelet. Éstos prefieren a la ex ministra de Defensa, pero no huyen de la ex canciller.
Este escenario es muy distinto del que enfrentó a Ricardo Lagos con Andrés Zaldívar. El senador por Santiago Poniente era mirado con mucho más distancia por los votantes concertacionistas y laguistas, al grado que intentó ganar apoyo para su candidatura «coqueteando» con sectores que estaban lejos de la coalición oficialista. Alvear, en cambio, tiene un fuerte arraigo en el electorado concertacionista, por lo que su situación más desmedrada respecto de Bachelet no es definitiva. Por ello, aunque hasta ahora Bachelet está ganando claramente por puntos, está lejos de tener a Alvear al borde del nocaut e incluso ésta última, con un par de buenos «golpes» podría sorprender a su rival.
Sin embargo, encontrar esos buenos golpes no es una tarea fácil, aunque Alvear va a tener que salir a buscarlos. Su opción tiene que fortalecerse no sólo para tener una real posibilidad de luchar por la nominación presidencial, sino que, también, para brindarles a los parlamentarios democratacristianos la posibilidad de defender con éxito sus puestos en la elección parlamentaria de diciembre próximo. La precandidata democratacristiana parece estar jugando con la idea de contrastar el humanismo cristiano que ella representaría y el humanismo laico de la precandidata del bloque PPD-PS. Sin embargo, si hasta ahora han convivido ambas almas, no se ve fácil montar al interior de la Concertación una campaña sobre esta base.
Más aún cuando las primarias apelan al grupo de votantes más politizado y partidario de la Concertación. En la anterior votaron casi 1,4 millón de personas. En ese grupo, probablemente existen más puntos de encuentro que de desunión entre estos dos humanismos, si es que es válida la distinción. Puede haber algunas diferencias en temas como el aborto y la unión entre homosexuales, pero éstas no llegan mucho más allá de la élite. En general, parece haber entre estos votantes un rechazo a estas posibilidades tanto si son «humanistas cristianos» como «humanistas laicos». Los concertacionistas más duros, al igual que el resto de los votantes, parecen estar más preocupados por el empleo, la salud o la delincuencia. Existe aquí un espacio de discusión que puede alterar las preferencias políticas actuales.
Alvear tiene poco tiempo. Pero tampoco debe olvidar que hace poco más de un año Howard Dean parecía tener asegurada la nominación demócrata. Dos meses más tarde, se iniciaban las primarias y, desde ese entonces, Kerry nunca dejó de liderarlas.