El Mercurio, 27 de septiembre de 2015
Opinión

Las turbulencias financieras y las perspectivas de la economía mundial

Vittorio Corbo.

En mi columna anterior me referí a los problemas de China, enfatizando que su desaceleración ha sido más pronunciada de lo previsto, y las implicancias de este fenómeno para el ciclo económico global. Ahora me referiré a las perspectivas de la economía mundial en este nuevo contexto.

Dado el tamaño de China (15% de la economía mundial a tipo de cambio de mercado y 16,7% a tipo de cambio de paridad), la importancia que tiene en los mercados internacionales de productos primarios (sobre el 40% del consumo de cobre mundial y cercano al 50% del consumo de acero) y su gran presencia en el comercio mundial (el segundo mayor importador del mundo después de los EE.UU.), no es sorprendente que los efectos de su pronunciada desaceleración, especialmente de la industria y la construcción, se hagan sentir a nivel mundial.

Pero éste no es el único problema que enfrenta la economía mundial, Estados Unidos continúa creciendo a una tasa por sobre su potencial, lo que contribuye a reducir holguras de capacidad y moverse hacia el pleno empleo, llevando a su banco central, la Reserva Federal (Fed), a preparar al mercado para un proceso de alza gradual de la tasa de interés de política monetaria. Como resultado de estas dos fuerzas, el dólar se ha apreciado a nivel mundial, caen los precios de los productos primarios, aumenta la volatilidad en los mercados financieros, crece la demanda por activos seguros, especialmente de los bonos de largo plazo de EE.UU. y Alemania, salen capitales de los países emergentes, aumentan las primas de riesgo de su deuda y sus monedas se deprecian con fuerza.

Los países avanzados están en mejor pie

Pero no todas las noticias son malas en la economía mundial. El problema de China encuentra a los países avanzados en mucho mejor pie de lo que han estado en los últimos 8 años, y los países emergentes, aunque tienen menos espacio para introducir estímulos fiscales y monetarios, en general, tienen marcos de política mucho más adecuados para enfrentar este tipo de shocks . Entre sus fortalezas destacan cuentas fiscales más ordenadas, bancos centrales con mayor capacidad de mantener la inflación bajo control, sistemas cambiarios más flexibles, mayores niveles de reservas internacionales, y menores niveles de deuda pública a producto. Con todo, también hay países emergentes importantes en los cuales el deterioro de su entorno externo los encuentra con importantes desequilibrios internos y problemas políticos, ya sea interno o externos.

Entre los principales países avanzados, en Estados Unidos la expansión continúa su curso, con una tasa de desempleo que sigue descendiendo y ya se ubica en 5,1%, un valor muy cercano al pleno empleo. Esta expansión se apoya en un menor precio de la energía, un menor freno fiscal, una mayor robustez en los balances de las empresas y familias, y la recuperación del mercado de la vivienda. Con todo, a la Fed todavía le preocupa la salud del mercado laboral, debido a la alta proporción de trabajadores que preferirían tener un trabajo de tiempo completo pero que hoy solo tienen uno de tiempo parcial; y a los trabajadores que se han retirado de la fuerza laboral por las dificultades que encuentran al buscar un empleo.

La Zona Euro (ZE) continúa su recuperación empujada, en su caso, por un menor freno fiscal, estímulos monetarios, depreciación del euro, menores precios de productos primarios y una mayor confianza de consumidores y empresarios. En contraste, la normalización del mercado de crédito sigue pendiente. No obstante la recuperación, aún existen amplias brechas de capacidad. La tasa de desempleo se ha reducido solo un punto porcentual desde su valor máximo, y aún está cuatro puntos porcentuales por encima del valor que tenía en enero del año 2008, esto es, antes del inicio de la Gran Crisis Financiera Global.

Los países emergentes pierden más dinamismo

Con amplias brechas de capacidad, especialmente en la Zona Euro (ZE), y con caídas importantes en los precios de productos primarios y de alimentos, la inflación se mantiene por debajo de la meta tanto en EE.UU. como en la ZE, mientras los salarios crecen a tasas muy bajas, lo que unido a las turbulencias financieras y a la desaceleración de China ha llevado a reevaluar el alza de tasas en EE.UU. y a contemplar la necesidad de extender el programa de compra de bonos de Banco Central Europeo más allá de septiembre de 2016.

Japón continúa con un crecimiento inestable y mediocre, el que ahora se puede resentir aún más con la mayor desaceleración de China y, también, con una inflación muy por debajo de la meta.

Los países emergentes pierden más dinamismo del proyectado con la desaceleración de China y la profundización de la recesión de Brasil. La desaceleración tiene tanto un carácter cíclico, asociada a las políticas implementadas para reducir vulnerabilidades, como también estructural o de tendencia, asociado a factores demográficos que han llevado a una caída en la fuerza de trabajo y a las dificultades de mantener altas tasas de crecimiento de la productividad ahora que su producto ha superado los 11 mil dólares per cápita.

Otros países emergentes están sufriendo los efectos de la desaceleración de China, de las turbulencias de los mercados financieros, de la caída de los precios de materias primas y de las depreciaciones de sus monedas. Los más afectados son aquellos que exhiben mayores desequilibrios (altos déficits fiscales o de cuenta corriente, alta inflación, alta deuda y una alta proporción de ésta en dólares), las economías exportadoras de productos primarios y los países que comercian intensivamente con China. Entre estos, destacan los países de Asia Emergente y en América Latina Chile, Colombia y Perú. Entre los BRICS, los más afectados son Brasil, Rusia y Sudáfrica. El deterioro del entorno externo encontró a Brasil con un alto déficit fiscal y de cuenta corriente , y con una inflación cercana al 10% anual, muy por encima del techo de la meta.

Al mismo tiempo, Brasil está pasando también por una profunda crisis política, asociada a casos de corrupción estatal. Rusia está sufriendo los efectos de la caída del precio del petróleo y de las restricciones impuestas por EE.UU. y la Unión Europea (UE) como respuesta a su incursión en Ucrania. Sudáfrica está siendo afectada por los efectos de la caída de precios de productos primarios, y por el deterioro del ambiente de negocios.

Proyecciones para América Latina a la baja

Las pronunciadas depreciaciones de las monedas han llevado en varios de estos países emergentes a que la inflación haya superado por un período prolongado el techo de la meta de la autoridad monetaria, lo que ha llevado a sus bancos centrales a contemplar un escenario de alza de tasas para evitar que las expectativas inflacionarias se alejen en forma más sistemática de la meta. En esta dirección, en América Latina, Perú subió recientemente su tasa rectora, y Colombia, México y Chile han indicado que están contemplando dicha opción.

En cuanto a perspectivas para este año, se estima que la economía mundial crecería en torno al 3%, la tasa más baja de los últimos 6 años, con un crecimiento en los países avanzados levemente mayor al del año pasado y un crecimiento bastante menor en los países emergentes. Estas proyecciones se han estado ajustando continuamente a la baja en el caso de los países emergentes, especialmente en América Latina, una región donde se proyecta una caída del producto de 0,6% para este año. Las proyecciones para 2016 también se han estado ajustando a la baja para los países emergentes, destacando nuevamente América Latina, donde se proyecta un crecimiento por debajo del 1%.

Además, los principales riesgos del crecimiento mundial están sesgados a la baja, y son: uno, una profundización de la desaceleración -sin descartar un aterrizaje forzoso- de China; Dos, un alza más agresiva de lo esperado de las tasas de la Fed, con efectos en precios de activos financieros y de materias primas, salidas de capitales y depreciaciones cambiarias; y tres, un aumento de las tensiones geopolíticas en Ucrania, el Medio Oriente y partes de África. En el caso de América Latina, un riesgo adicional es una profundización de la crisis económica y política de Brasil.

En el caso de Chile, al deterioro en el entorno externo se le suman los efectos de una serie de reformas que han terminado por afectar también las expectativas de empresarios y consumidores y, a través de esto, han contribuido también a reducir el crecimiento. En estas circunstancias, dado que la política monetaria se tornaría menos expansivas para que la inflación regrese al 3% y que la política fiscal tendrá que ser menos expansiva para cumplir con la regla fiscal, para poder crecer a tasas sobre el 2% en los próximos dos a tres años es urgente reducir la incertidumbre asociada a factores internos y, al mismo tiempo, facilitar el ajuste de las empresas y promover un ambiente más favorable al emprendimiento y a las mejoras de productividad. En este sentido, la agenda de ajustes es larga: reformar el sistema tributario volviendo a un sistema integrado, introducir en la reforma laboral más elementos de adaptabilidad y que promuevan el entendimiento por sobre las huelgas y la paralización, acotar la gratuidad de la educación universitaria, y clarificar el proceso de reforma constitucional. Lo anterior tiene que complementarse también con iniciativas encaminadas a remover escollos a las inversiones en infraestructura concesionada y en energía.