La Tercera, 22 de diciembre de 2012
Opinión

Leonidas Montes: «En términos políticos, no ha sido un gobierno suficientemente hábil»

Leonidas Montes L..

El ex presidente del directorio de TVN, cree que el gobierno va a dejar al país ad portas del desarrollo, pero que Piñera “no va a pasar a la historia como un gran político”. Dice que Chile es “un país de centro” y que la sociedad será cada vez más liberal.

Por Jaime Pinochet E.

En 2009, Leonidas Montes ingresó al grupo Tantauco para asumir el contenido de políticas públicas del programa de Sebastián Piñera. Su gestión y su perfil independiente llevaron al Mandatario a designarlo presidente del directorio de TVN en abril de 2010. Tras dos años, presentó su renuncia y argumentó que había terminado el ciclo de transición interna, luego de los 20 años de la Concertación en el canal. Su gestión, sin embargo, siempre estuvo bajo el escrutinio de sectores oficialistas, que cuestionaron varias decisiones editoriales.

Montes volvió a la docencia en la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, donde es decano. En esas aulas conoció a Andrés Allamand, hace una década. Hoy, el ingeniero civil industrial, con doctorado en Cambridge, vuelve a la arena política, integrándose al equipo programático del candidato RN.

Usted ha dicho que los logros económicos del gobierno son los mejores en años. ¿Cómo se explica su baja aprobación?
El crecimiento económico de 2010 fue 6,1%, el de 2011 fue del 6%, y este año será un 5,5%. La Ocde ha dicho que dentro del exclusivo club de estos 34 países, los más ricos del mundo, Chile será el que más va a crecer durante 2013 y 2014. O sea, las cifras de Chile son envidiables a nivel mundial, pero esto no es suficiente. ¿Por qué le falta popularidad? Hay varias razones. Una podría ser que, después de 20 años, fue difícil para la coalición tomar el control de un nuevo gobierno y, por otro lado, también este es un gobierno que, en términos políticos, no ha sido suficientemente hábil. Concuerdo con ese diagnóstico que dio The Economist de cierta ineptitud política. Recién ahora el gobierno tiene al ministro Chadwick, que tiene el bagaje político para liderar esta última etapa, y creo que la vocera Cecilia Pérez también lo tiene. Pero el gabinete inicial, ese de excelencia, carecía de las virtudes políticas necesarias. Esto no es sólo cifras y números; también hay que construir un proyecto, una idea país.

¿Chadwick debió entrar antes?
Yo creo que el Presidente tampoco es un hombre de grandes virtudes políticas. Es un gran gestor, un gran empresario si tú quieres, intelectualmente tiene una capacidad casi sobrehumana y es de una energía tremenda. Su legado va a ser un Presidente que ha trabajado de manera incansable durante cuatro años, sin siquiera resfriarse, y nos va a dejar ad portas del desarrollo económico. Pero no creo que vaya a pasar a la historia como un gran político. Este va a ser un gobierno de logros en gestión, en cuanto a agilizar y darle energía al Estado. También ha logrado avanzar en lo que yo llamo una agenda de los principios liberales.

¿En qué sentido?
Según las encuestas, hay una confianza creciente en las capacidades de las personas y decreciente en el asistencialismo. Por esta razón perdió Frei y ganó Piñera, ya que hay una clase media que quiere participar del crecimiento económico con su propio esfuerzo. Este deseo se ha incrementado en este gobierno.

También ha dicho que gran parte de la población es de centro y que el político que quiera virar a la izquierda no tiene futuro. ¿En qué debería concentrarse un eventual nuevo gobierno de derecha?
Siempre he sostenido que Chile es un país de gente prudente y moderada, un país de centro. Según el último informe del PNUD, estamos bastante contentos con nuestras vidas privadas, pero no satisfechos con la sociedad. Esto representa un desafío en términos de una agenda de ideas a futuro. Hay una clase media poderosa, informada, exigente y consciente de sus derechos, que exige más accountability de las autoridades y el Estado. Cuando le preguntan a la gente qué es lo importante para surgir, la gran mayoría dice buena educación, trabajar duro y tener ambición. Sobre cómo apoyar a los más pobres, el 78% piensa que a través de programas que mejoren sus capacidades, y sólo el 18% dice que mediante bonos. Al mirar la evolución de esta pregunta, queda claro que existe una mayor confianza en las capacidades de las personas y no en el asistencialismo.

¿Cómo se explica que la política esté tan devaluada en Chile?
Se debe a que en los partidos políticos hay poca competencia y ésta aviva el debate. Recordemos el retorno de la democracia, cuando la afiliación a los partidos políticos era alta. Hoy se ha ido perdiendo porque la competencia, que incluye a las ideas, es muy baja. Una de las cuestiones perversas del binominal es que coarta la competencia y fomenta malas prácticas dentro de los dos sectores. O sea, a mi juicio, el binominal ha cumplido un ciclo muy virtuoso durante la transición, pero hoy hay que dar más espacios para la competencia. Y no sólo en la política.

¿Se debe eliminar el binominal?
Estos cambios se deben hacer de manera gradual. Es utópico pensar que se va a eliminar el binominal, porque es el Congreso el que debe eliminarlo. Hay que buscar fórmulas de transición. Por eso, yo me alegro mucho de esta ley de primarias que va a permitir más competencia.

Usted se define liberal. ¿Cómo se reflejará eso en el programa de Allamand?
A medida que los países progresan, se van produciendo nuevas demandas. Y se avanza hacia una sociedad más liberal, en el buen sentido de la palabra. Pienso que la tolerancia juega un rol fundamental. Ahora, ¿cuál es el problema?: hoy son todos liberales. Pero ser un verdadero liberal no es fácil. La tolerancia requiere de cierto esfuerzo. Por eso creo que en lo valórico vamos a ir avanzando de a poco. Lo que han hecho las minorías sexuales es tremendamente importante, ya que se ha ido legitimando una opción que en todos los países civilizados es aceptada y tolerada. Creo que se están haciendo avances graduales, porque esto no es rápido. Es la sociedad la que se va preparando. Y a medida que crece el país y se desarrolla, la sociedad será cada vez más liberal.

¿Qué ejes debería tener el programa de un candidato de la Alianza?
Chile tiene una tremenda oportunidad de alcanzar el desarrollo a través de una sociedad más justa. Que promueva el mérito, que termine con los abusos y esa percepción de desconfianza generalizada. Y lo que está percibiendo la gente en esta sociedad de la información, donde las redes sociales juegan un rol fundamental, es que muchas veces hay impedimentos para avanzar o mejorar nuestra condición. Dicho de otra forma, hay trabas para participar de la fiesta que ha sido el crecimiento económico de los últimos 26 años en Chile. Siempre he dicho que no hay que ser marxista para darse cuenta de los efectos sociales que tiene un crecimiento económico tan sostenido y grande en un período tan corto de nuestra historia. Es algo inédito. Esto ha producido alegría en la gente, quiere participar, pero a la vez ha sentido que hay trabas.

¿Cree que la centroderecha ha tenido problemas a la hora de enfrentar las situaciones de conflictos de interés?
Los conflictos de interés están en todas partes. No sólo en la derecha. En la Concertación también hubo grandes episodios. El tema es la transparencia y cómo se enfrentan. Todos tenemos nuestro corazoncito, es muy difícil que no haya conflicto de interés. Hasta los santos, que creen en la otra vida y le obedecen sólo a Dios, los tienen, aunque entiendo que el Presidente dijo que no los tenían. Lo importante es que hay que ser cuidadoso en cómo enfrentarlos. Hoy es el abuso de los conflictos de interés lo que molesta a la ciudadanía. Y con justa razón. En una sociedad como la actual, si se hacen explícitos y uno no sabe cómo enfrentarlos, hay que hacerse a un lado.

Detrás de la salida de Ribera subyace el problema de los conflictos de interés…
La decisión del gobierno y del Presidente fue correcta. Las declaraciones de Ribera fueron bien desafortunadas. La decisión fue correcta desde el punto de vista político, es lo que había que hacer.
Esto provocó otra crisis: la renuncia de Carlos Larraín a la mesa de RN. Aunque fue sólo por 24 horas, él se fue reclamando que La Moneda no considera a RN.
Se hizo lo que había que hacer. No me cabe duda. Quizá hay un choque de caracteres: un Presidente individualista y un presidente de RN paternalista. Y eso genera conflicto. Es natural que los partidos tiendan a defender a su gente.

Larraín acusó al Presidente de no escuchar a los partidos…
No sé si los escucha o no. No milito en ningún partido. Pero, naturalmente, la conducción de gobierno tiene mucho que ver con la personalidad del Presidente.

Usted describió a Hinzpeter como alguien con poca tolerancia al arte de hacer política, en el sentido de que no es de largas conversaciones o simpatías forzadas. ¿Se replica eso en Piñera?
Los grados de tolerancia del Presidente a todo eso, por su tremenda capacidad, son bastante bajos. Y en política hay que saber escuchar, hay que dialogar, y esa es una de las cualidades que deben tener los políticos. El Presidente Piñera va a dejar este país en una posición histórica inigualable: a pasos de alcanzar el desarrollo. Su legado va a estar en lo que entregó al país con su energía y trabajo, pero, como ya dije, posiblemente no va a pasar a la historia como un gran político.

Lo de Ribera y Larraín tensionó al oficialismo. ¿Por qué estos episodios muestran un conglomerado poco unido?
La rivalidad entre la UDI y RN es histórica. Y también dice relación con el binominal, ya que obliga a que los dos partidos del bloque compitan por los cupos. Y ahí hay un juego político muy complejo.

Usted parafraseó a Romney con eso de que “una primaria competitiva no nos divide, nos prepara”. ¿Está madura la Alianza para enfrentar este proceso?
Pienso que Allamand y Golborne tienen que competir. Eso es muy sano para la política. Habrá golpes suaves y otros más duros. A Allamand le gusta el rugby y a veces le sale el gen del scrum. Nos movemos hacia la cultura americana. Y es sano avanzar en esta lucha política para elegir al candidato de la Coalición.

¿Qué rol jugará usted en la campaña de Andrés Allamand?
Lo voy a ayudar en todo lo que tenga que ver con las ideas, que es lo que a mí me interesa. Y por eso insisto en que esta noción de un progresismo liberal me parece sumamente atractiva. La idea de terminar con los monopolios, los oligopolios y las capturas tiene un sentido moral. Todo lo que pasó a fines del Siglo XIX y a comienzos del XX con Theodore Roosevelt en EE.UU, es lo mismo que tiene que pasar hoy con el capitalismo. Como reacción política a la desigualdad, se basó en la competencia y la confianza. Hoy, en Chile, el desafío es hacernos cargo de la desigualdad de oportunidades sin herir el crecimiento económico ni coartar el emprendimiento. Que se mantenga esa vitalidad emprendedora que este gobierno ha promovido. Y, en este sentido, terminar con los abusos, para que tengamos industrias competitivas en todos los sectores productivos. En definitiva, hay que promover más competencia.

Allamand plantea la primaria como una opción de enfrentar su experiencia política y el carisma de Golborne.
Me parece que Allamand tiene una gran ventaja. La experiencia política es importante y Golborne no la tiene. ¿Qué ha sucedido? Durante la transición, cuando los partidos tenían gran adhesión, la popularidad prácticamente no contaba. ¿Cómo evolucionó? El fenómeno, simbólicamente, partió con Bachelet: apareció en un tanque y se hizo popular. También tenemos el fenómeno de popularidad de Golborne por el rescate de los mineros. Esto es muy legítimo y está bien que así sea. De alguna manera, quiero tocar el punto de que los partidos políticos han perdido esa capacidad de nombrar a sus propios candidatos, porque la popularidad de los partidos es muy baja. Y eso tiene, como casi todo, ventajas y desventajas. Personalmente, creo que la experiencia política de Andrés es muy importante para la etapa que viene.