elpulso.cl, 9 de mayo de 2016
Opinión

Leonidas Montes y su visión menos pesimista de Chile: «Yo creo que se jodió la Nueva Mayoría radical, la de la retroexcavadora»

Leonidas Montes L..

Por Olga Bustamante

El economista y filósofo Leonidas Montes se define como un liberal de tomo y lomo, y desde esa óptica analiza el escenario económico y político del país, justo a un año de que Michelle Bachelet hiciera un radical cambio de ministros. Pese a que reconoce desazón por todo lo ocurrido en el actual período de Gobierno, a diferencia de otros actores de la centroderecha e incluso de la propia centroizquierda, se muestra algo más optimista sobre el futuro del país, porque a su juicio «la ilusión de esta Nueva Mayoría refundacional y sesentera llegó a su fin».

Se está cumpliendo un año desde que la Presidenta cambió su gabinete, ¿cuál es su evaluación? ¿El Gobierno modificó el rumbo?
-La euforia y las ínfulas con las que llegó una Michelle Bachelet mucho más radical se han visto coartadas por dos elementos: un panorama latinoamericano que cambió, se moderó, y el contexto de un diagnóstico que no fue acertado en términos intelectuales y que fue una lectura errada de lo que pedía la sociedad chilena.
Respecto a las expectativas que generó el nuevo gabinete, la gran promesa era esta dupla de Valdés y Burgos, y cada uno ha pasado por dulce y agraz. Pero todavía hay una especie de limbo en que no se sabe cuál es la dirección que va a tomar la propia Bachelet.

¿Todavía es tiempo de esperar que eso se defina, o ya es lo que es y el Gobierno seguirá igual hasta el fin de su período?
-Todo este contexto exógeno de alguna manera acabó con la borrachera sesentera que fue muy exacerbada al comienzo del Gobierno, porque además el gran poder popular de ese inicio hoy ya no existe. Ahora bien, esos sueños todavía siguen vigentes en muchos actores, pero les ha ido cayendo la teja -es cosa de ver cómo ha cambiado el discurso del ministro Nicolás Eyzaguirre-, porque la bonanza de los commodities se acabó, la situación económica es cada vez más compleja en términos internos y externos, y finalmente ya se apareció el desempleo.

Cuándo partió Rodrigo Valdés usted dijo que poseía toda la trayectoria para ser ministro de Hacienda, pero que debía demostrar cojones para el cargo. ¿Los tenía?
– No me cabe duda que el ministro Valdés piensa de manera similar a todos los economistas de centroizquierda que hoy están con los ojos en blanco y como que andan escondidos y no se atreven a decir mucho, porque han visto lo que está sucediendo con el carro que empujaron. Valdés ha tenido habilidad política, pero no sé si ha tenido los cojones para evitar las consecuencias y los sinsentidos que ha habido respecto de la Reforma Laboral que es un tema sumamente grave y cuyo resultado será su gran prueba de fuego. En algunos temas económicos estamos mirando a los siglos 19 y 20, y no al siglo 21. La Reforma Laboral es el mejor ejemplo de una mirada completamente anacrónica. Dada la experiencia que ha habido en otros países, dado lo que sucedió en Argentina con el sindicalismo, con la cámpora, donde los sindicatos son verdaderas mafias, no puedo entender que en Chile queramos avanzar en esa dirección. ¿Por qué cuando prácticamente todo el mundo está girando hacia una mirada más flexible y moderna de lo que es el empleo en el siglo 21, nosotros estamos volviendo a la de los años 60s?

En ese sentido, ¿el ministro Valdés ha hecho más control de daños que movilizar un cambio?
– Exactamente eso, ha sido más un control de daños y no ha jugado al ataque. Pero sí ha habido algunas señales valiosas como el guiño del ajuste fiscal y este Fondo de Infraestructura.

¿Y las medidas pro productividad pueden ser un impulso de verdad?
– Estas agendas de productividad en realidad las tenemos desde los años 90s. No hay muchas novedades con lo que se propone. En ese sentido, el gran desafío es una reforma del Estado. Todos los servicios públicos han llegado a un grado de fatiga que hace importante repensarlos y tenemos que hacer una modernización en términos de tratar de que el Estado sea más independiente de los gobiernos de turno, porque se está convirtiendo en un botín para financiar las campañas políticas.

¿Profesionalizarlo?
– Exacto y que sea un privilegio trabajar en el servicio público y no un cuoteo político que se va a ir agudizando con el tiempo.

Volviendo al tema del primer año del nuevo gabinete, usted indicó que Jorge Burgos debía ser un ministro que pisara huevos. ¿Lo ha hecho en parte?
– Yo creo que le han pisado los huevos a él, al revés (risas).

O sea siente que Burgos no ha podido desplegarse…
– Voy a poner el ejemplo de la muerte de Aylwin: cuando ves a toda la gente que salía a despedirlo, esa mayoría silenciosa que no son los que andan vociferando ni haciendo marchas, yo no puedo entender que la DC no haya capitalizado el error de diagnóstico que tuvo la Nueva Mayoría radical de la retroexcavadora y de la agenda refundacional. Y en cierta medida Burgos representa ese centro, esa moderación y esa sensatez. Pero los resultados políticos de su gestión no sé cómo han sido. La intimidad de Palacio es un tema que uno no conoce.

Pero lo que se ve de afuera, ¿está al debe o era lo esperable?
– Aunque su relación con Bachelet debe ser difícil, hubiese esperado un poco más de su capacidad política en una serie de temas que podría capitalizar un centro moderado.

¿Hizo bien Burgos en quedarse tras el impasse del viaje a La Araucanía?
– Debió haber renunciado.

¿Por qué?
– Entiendo que él como un hombre republicano pensó que era su deber, en términos del bien público, mantenerse en el cargo, pero creo que se pudo haber capitalizado mucho más ese descontento de un sector político y de la DC, donde hay varios que buscan la moderación.

¿Cómo percibe la marcha de la economía chilena en el ambiente de negocios de hoy?
– Lo voy a poner en términos del capítulo 12 de la «Teoría General» de Keynes: veo que los animal spirits están sin espíritu. Noto llamados de autoridades a los empresarios a invertir, pero el capital es móvil y es natural que la gente invierta donde ve mayores posibilidades de retorno. Ojalá el próximo año tengamos cifras de crecimiento algo más ambiciosas, pero de momento y desde el inicio de este Gobierno todos los pronósticos han venido persistentemente a la baja y el desempleo puede seguir aumentando.

El hecho de tener un desempleo más alto hace que la desaceleración se note más a nivel de la calle.
– Obviamente el desempleo golpea mucho más que el crecimiento económico en términos políticos, pero más que la economía lo que golpea hoy día a la Nueva Mayoría son las encuestas. Ellos se dan cuenta que puede que haya un cambio de signo de gobierno porque la gente está descontenta. Y vaya que sería una ironía de la historia que Michelle Bachelet le pasara la banda presidencial de nuevo a Piñera. Eso puede suceder y es el gran temor de la Nueva Mayoría hoy día. Más que el bajo crecimiento, más que el desempleo, es perder el poder.

En ese sentido y asumiendo que puede haber un cambio de signo en la próxima elección, ¿cómo es su mirada de mediano plazo para el país? Arturo Cifuentes dijo: Chile se jodió por los próximos 10 años.
– No soy tan pesimista, porque creo que la sociedad chilena está mucho más consciente de lo que está sucediendo. Yo entiendo esta idea de Arturo como la impotencia de ver cómo se ha perdido la rigurosidad, la deliberación que se producía en términos de las políticas públicas, versus la actual irresponsabilidad que raya en la frivolidad.

Pero entonces su cuota de mayor optimismo respecto de esa mirada tiene que ver con…
– Yo creo que se jodió la Nueva Mayoría radical, la de la retroexcavadora. Si Pepe Auth tiene mucha razón cuando dice que el poder que tiene el PC en términos de la definición de las políticas es mucho mayor a su representación, porque son más organizados y vociferantes, pero no representan a la gran mayoría del país. Por eso creo que la ilusión de esta Nueva Mayoría refundacional y sesentera llegó a su fin. Y por eso no soy pesimista.

¿Cuál va a ser la tarea primordial del nuevo Gobierno que llegue?
– Recuperar la confianza va a ser una tarea titánica… Primero, recuperar la dignidad de la política y del servicio público. Segundo, recuperar el énfasis real en el crecimiento económico y en la generación de valor, y promover el empleo.

¿Y cómo conversan esas tareas con las reformas que ya estarán en curso?
– El gran drama de una mala reforma laboral es que es muy difícil de revertir y pega fuerte en el crecimiento. La reformas tributaria y educacional, en cambio, se pueden corregir.

Si tuviera que jugarse hoy día sobre a quién ve en la papeleta de la elección presidencial 2017, ¿cuáles serían sus nombres?
– Nunca se sabe porque estas cosas evolucionan mucho y tanto en la centroderecha como en la Nueva Mayoría hay varios candidatos. Pero si el cierre fuera ahora yo diría que Piñera y Lagos, lo que sería, nuevamente, la mejor prueba del fracaso de la agenda refundacional de la Nueva Mayoría.

Siempre se ha dicho que al Gobierno de Piñera le faltó relato. ¿Cuál debiera ser ese relato de la derecha para las elecciones que vienen, si es que aspira a ganar?
– Uno, libertad individual. Dos, dignidad de las personas. Tres, valorar el mérito, el esfuerzo, el trabajo bien hecho, y cuatro, estar conscientes de que ese esfuerzo tiene un premio. Finalmente, todas estas prioridades deben estar basadas en una narrativa de que somos todos iguales ante la ley y de la igualdad de oportunidades, en el sentido de darle más posibilidades de mejorar a todos los chilenos. Es cosa de ver las encuestas, ¡si la mayoría cree que para surgir en la vida se necesita buena educación, trabajo duro y ambición!