El Mercurio, 23/1/2011
Opinión

Los países emergentes y sus problemas

Vittorio Corbo.

Una de las principales consecuencias de la gran crisis internacional reciente ha sido el impacto diferenciado que tuvo, y sigue teniendo, en los países avanzados y emergentes.

En las etapas iniciales de la crisis, ésta impactó al mundo como un todo. Sin embargo, en la etapa de recuperación la problemática ha sido muy diferente: los países emergentes quedaron prácticamente sin secuelas y (…) al manifestarse los efectos de las políticas de estímulo, retomaron un fuerte crecimiento. En contraste, los países avanzados no han ni siquiera recuperado el nivel del producto del primer trimestre del 2008.

Las alertas

Pero los países emergentes también enfrentan problemas derivados, en parte, de su éxito en sortear la crisis internacional y de sus buenas perspectivas de crecimiento. La rápida recuperación ha hecho que en varios de ellos las holguras de capacidad ya hayan prácticamente desaparecido y la tasa de desempleo esté de regreso a niveles pre-crisis.

En paralelo, en los últimos meses ha habido un alza pronunciada en los precios internacionales de los bienes primarios que si bien tiene efectos positivos, también presenta varios desafíos para los países emergentes.

Detrás del alza en los precios de los bienes primarios ha estado el alto crecimiento de China e India, la recuperación gradual de los niveles de actividad pre-crisis en los países industriales, y algunos shocks negativos de oferta en países productores de alimentos.

Estos aumentos en los precios han contribuido a una mejora en los términos de intercambio de los países que son exportadores netos, pero han aumentado las presiones de demanda y, a la vez, afectado a la inflación medida.

Esto, a su vez, eleva los riesgos de tener efectos de segunda vuelta en salarios y otros precios, y provoca un salto en las expectativas de inflación en los países donde las holguras de capacidad prácticamente ya se han cerrado.

Como resultado, una serie de países emergentes tienen hoy problemas macro asociados a riesgos de sobrecalentamiento, mientras que los países avanzados están preocupados en sostener una -aún frágil- recuperación y retomar su nivel de tendencia pre-crisis.

Así, las marcadas diferencias en los fundamentos y en las perspectivas de crecimiento entre las economías emergentes y avanzadas, y los pronunciados diferenciales de tasas de interés, promueven un alza en los flujos de capitales hacia las economías emergentes. Esto se da especialmente a los países de ingreso medio, contribuyendo también a un aumento en la demanda interna de estos últimos y a generar presiones hacia la apreciación de sus monedas.

En este contexto la pregunta que cabe hacerse es ¿qué están haciendo o pueden hacer los países emergentes para administrar esta coyuntura? Aquí no hay recetas ni estrategias únicas dado que las respuestas de políticas siempre están condicionadas por la estructura interna de cada país. Pero sí hay principios generales.

Primero, éste es el momento para retirar los estímulos fiscales y crediticios que se introdujeron en los últimos años con el objetivo de amortiguar los efectos de la crisis internacional. La situación de la macroeconomía actual ya no los requiere y hoy contribuyen al alza de la inflación y a la apreciación real.

La segunda línea de defensa es seguir con el proceso de normalización de la política monetaria, especialmente en los países en que la instancia es tal que la política monetaria provee de un gran estímulo a la demanda, para así reducir las presiones sobre la capacidad productiva y la inflación.

Ahora bien, en aquellos países que están bastante integrados a los mercados de capitales internacionales queda el problema de cómo amortiguar los efectos de las alzas en la tasa de interés, en los flujos de capitales y en el tipo de cambio real.

Aquí, lo más apropiado es fortalecer los sistemas de flotación cambiaria y proteger la estabilidad financiera fortaleciendo los sistemas de regulación y supervisión bancaria, de modo que los países aseguren que los recursos que están llegando no siembren una crisis futura, cuando los diferenciales de crecimiento y de tasas con los países avanzados se estrechen y los capitales comiencen a salir.

Dado los importantes riesgos en los mercados financieros internacionales asociados al desarrollo de la crisis europea, éste puede ser el momento para acumular reservas e implementar planes de ahorro de los ingresos extraordinarios.

Distintos elementos de este marco de política han estado implementando los países emergentes de Asia y de América Latina, y van a ocupar a nuestras autoridades durante gran parte de este año.

El reto para Chile

Chile tiene un reto adicional de más mediano plazo. Dado el alto crecimiento que se sigue esperando para China e India en esta década, lo más probable es que nuestros términos de intercambio se mantengan muy favorables, lo que crea presiones más permanentes para un tipo de cambio real más apreciado.

Para facilitar el ajuste de los sectores que no se benefician directamente de este boom de precios, se hace ahora más urgente que nunca facilitar la respuesta de oferta de éstos sectores con iniciativas que reduzcan las barreras a la apertura y cierre de negocios, la adaptabilidad laboral y la mejora en la eficiencia de los servicios que el Estado le brinda.

Esto contribuirá a reducir la magnitud de la apreciación real. Pero ello no es todo, se requiere también como país avanzar en forma decidida en la reducción de los escollos a los aumentos sostenidos en productividad.

Aquí, aparte de las iniciativas anteriores es necesario avanzar con firmeza en mejorar la educación y la capacitación de la fuerza laboral.