El Mercurio
Opinión

Los pasos perdidos de la Convención Constituyente

Óscar Godoy A..

Los pasos perdidos de la Convención Constituyente

Los pasos perdidos de la Convención la han distanciado de la democracia representativa y deliberativa, a la cual parece empeñada en destruir desde sus fundamentos.

¿Por qué muchos que votaron por el sí a una nueva Constitución hoy día dudan sobre dar su aprobación al proyecto de la Convención en curso?

La primera y principal razón surge del hecho de que gran parte de los convencionales no ha sabido asumir la verdadera representación política: cada representante es elegido en un distrito, pero representan al “todo de la nación”. Este axioma de la representación es violado cuando los representantes se reducen a ser meros delegados de los intereses particulares de sus electores, ideologías, partidos, grupos, movimientos sociales, etcétera.

El mandato de “representar al todo de la nación” (Sieyes) es un imperativo democrático absoluto cuando se trata de quienes recibieron el mandato de elaborar un proyecto de nueva Constitución. Ello significa llevar a su más alto grado la representación. En efecto, el “todo de la nación” trasciende a sus partes y se ordena al bien común.

Los convencionales han operado aplicando un modo de deliberación errado, ajeno a la forma superior que la “epistemología de la deliberación política” establece para elaborar una Constitución. Ese modelo epistémico es diferente al que aplicamos espontáneamente en la deliberación de la cual fluyen las opiniones en el debate público contingente; tampoco debe confundirse con la deliberación propia de la toma de decisiones del poder político, cuyo fin es discernir entre distintas alternativas una determinada política pública; ni tampoco con la deliberación parlamentaria para acordar un modus vivendi entre diversas posturas opuestas y que por concesiones mutuas pueden concluir acuerdos transversales y construir mayorías.

El modelo deliberativo del modus vivendi es el que confusa e inapropiadamente ha aplicado la Convención para elaborar los artículos ya aprobados como partes del proyecto que deberá ser plebiscitado. El verdadero modelo epistémico propio de la invención constitucional exige que los representantes, autorizados como convencionales constituyentes, deben (1) hacer un uso superior de su razón deliberativa, que consiste en poner un “velo de ignorancia” (Rawls) sobre todo lo que los diferencia y separa del resto de sus pares, (2) estableciendo así un ámbito de “neutralidad absoluta” (3) en cuyo seno deliberar, para discernir colectivamente los principios, normas e instituciones de una Constitución decente para una “nación toda” y no para algunos, una minoría o una mayoría. (4) La superación racional de las diferencias permite llegar a un “consenso” cercano a la unanimidad de los representantes. Este modelo va más allá del vaivén de las opiniones, la fragilidad temporal de los acuerdos coyunturales, propios del modus vivendi y de las tomas de decisión de los gobiernos y legislaturas de turno.

Los pasos perdidos de la Convención la han distanciado de la democracia representativa y deliberativa, a la cual parece empeñada en destruir desde sus fundamentos.