El Mercurio
Opinión

Mensajera de símbolos

Leonidas Montes L..

Mensajera de símbolos

Con temple y prestancia republicana, Carmen Gloria Valladares logró ese domingo histórico la continuidad institucional.

La palabra símbolo (sym-bolon) tiene su origen en el griego. Etimológicamente, el prefijo “sym” es “junto a”, y el verbo que le sigue significa arrojar o lanzar. O sea, el símbolo es algo que une lo que se arroja, que comunica lo que se ha lanzado. No en vano los griegos también usaban la palabra símbolo para describir un instrumento de comunicación. Por ejemplo, un hueso partido en dos era comúnmente usado por los mensajeros durante la guerra o también como garantía para el pago de una deuda. La veracidad del mensaje se confirmaba uniendo ambas mitades. En cierto sentido lo simbólico une, vincula y construye realidad. Pero los símbolos también humanizan.

Los símbolos y ritos republicanos, ya lo sabemos, dicen más que mil palabras. Y en un sentido amplio y profundo, Carmen Gloria Valladares fue el símbolo de la inauguración de la Convención Constitucional. En medio de la ansiedad, las tensiones y el peso de la responsabilidad de los 155 convencionales, ella mostró aplomo y le dio dignidad al acto inaugural. Con temple y prestancia republicana, como una mensajera que logra conectar dos huesos de un mismo país, logró la continuidad institucional.

Ese domingo histórico, Carmen Gloria Valladares cumplió con el deber de encabezar la ceremonia de instalación. Durante esas tensas horas fue “presidenta accesitaria” de la Convención Constitucional. Pero también fue, simbólicamente, un sano y necesario ejemplo para el país. En efecto, en esa transición, como un puente que cruza hacia lo que se avecina, ella les comunicó a los convencionales la tarea histórica que tienen por delante.

“Señora, yo soy una funcionaria técnica”, le respondió a una agitada convencional. “¡Llevamos 30 años! Podemos esperar un día si querí, pero páralo”, insistía golpeando la mesa con un cartel. Patricia Politzer se acercó para calmar los ánimos. En seguida la presidenta mensajera suspendió la sesión “para asegurarnos de que el país esté tranquilo y podamos tener la ceremonia solemne, como corresponde”. Así fue. Lo demás ya es historia.

Carmen Gloria nació en Antofagasta. En 1972 se graduó del Colegio Inglés San José de Antofagasta, estudió derecho en la Pontificia Universidad Católica y siguió un posgrado en derecho constitucional. En 1987 entró a trabajar al Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) y participó en los preparativos para el histórico plebiscito de 1988. Diez años más tarde, asumió como secretaria relatora del Tricel. Desde entonces ha sido una funcionaria pública ejemplar, un modelo de lo que deberían ser el Estado y la Convención Constitucional.

En una revista de su colegio ella misma escribió: “He dedicado mi vida al servicio público y a través de mi profesión de abogado he trabajado en la convicción que la democracia, aunque tiene deudas, es la que más se acerca al respeto de las libertades individuales… Soy una agradecida de Dios, mi familia, mi colegio y de la vida”. Ahora los agradecidos somos los chilenos.

Además, es sobrina nieta de Gabriela Mistral. Hay algo de la poetisa en su figura y carácter. De hecho, al terminar su difícil tarea, declaró: “Si me lo permitieran, me gustaría decirles, con mucha humildad, que no se olviden que Chile es un país con gente maravillosa”. Estas palabras resuenan con un eco de Mistral. Su tía abuela estaría orgullosa de lo que hizo. Pero, también, por cómo lo hizo.

A través de los símbolos se manifiestan nuestras ideas y también nuestros anhelos. El símbolo puede ser un objeto, una señal, una frase, una palabra, o un simple gesto que cobra relevancia por su sentido y significado. Imagino a Carmen Gloria Valladares recordando esa carta de Gabriela Mistral en la que escribe: “tener Patria es un regalo al que de tarde en tarde hay que corresponder: ella rara vez llama a un servicio directo y grave, pero cuando eso llega, es preciso acudir y con un corazón alegre”. Vaya símbolos.