La Segunda, 19 de marzo de 2014
Opinión

Mirando al futuro

Leonidas Montes L..

La Nueva Mayoría comenzará a copar la agenda con las diferencias propias de una coalición tan amplia como diversa. Las dificultades entre el Gobierno y la coalición aflorarán con las naturales diferencias y pugnas de poder. Por de pronto, ya hemos visto la clara posición que algunos dirigentes de la DC han manifestado en materias de derechos humanos. Desconocer lo que sucede enVenezuela, ignorar o pretender ocultar lo que ocurre en Cuba o Corea del Norte es sólo otra muestra de que en Chile algunos todavía viven tras el muro de Berlín.

Uno podría comprender y explicar por qué el camarada Pablo Neruda escribió su “Oda a Stalin”. Eran otros tiempos. Se necesitaron varios años para develar las atrocidades que esas brutales dictaduras escondían detrás del sueño comunista. Pero en el siglo XXI, con toda la información disponible a través de los medios y las redes, es muy difícil explicar el silencio y la complicidad pasiva y activa del PC con las dictaduras comunistas de Cuba y Corea del Norte. Algún día, quién sabe, el PC chileno también pedirá perdón por lo que algunos camaradas hicieron en nombre de la igualdad. Ya llegará el día en que esa rancia izquierda evolucione y haga un gesto político con altura de miras. Será sano para ellos y para el país.

Piñera sentó un precedente con los derechos humanos. La verdadera transición, un logro político notable, ocurrió bajo su gobierno, un gobierno de centroderecha. Algunos nostálgicos seguirán entrampados y empantanados en los recuerdos y el odio de antaño, pero la gran mayoría de los chilenos ya mira al futuro (quienes vivieron el Golpe siendo mayores de edad pronto cumplirán más de 60 años). Incluso la nueva UDI, con los “coroneles” en retiro, ha enviado señales potentes en esa dirección.

Otro tema que favorecerá el legado de Piñera es el famoso 24/7. Esto no fue sólo un eslogan. Fue una realidad. El ejemplo que sentó Piñera con su trabajo y entrega es loable. Impuso un sentido y una ética del trabajo. Trabajó hasta el último día. Y nos dejó a todos agotados. No perdió un minuto y trabajó con una perseverancia, resiliencia y entrega admirables. Aunque sabemos que duerme poco, uno se pregunta en qué minuto descansa. Y todo esto con una salud de fierro. No recuerdo haberlo visto enfermo. Quizá con algún resfrío o malestar, lo que tampoco le impidió seguir trabajando. Basta ver las fotos antes y después para ver que el 24/7 le pasó la cuenta. Porque al final, todos somos humanos.

Se discute que tanta entrega y celo por los detalles no le permitió ver el bosque. Es cierto, pero esa obsesión micro también dará sus frutos. Este fue un gobierno que limpió la casa, se preocupó de lo que tenía y le imprimió una ética del trabajo al Estado. Si la Concertación no dejaba de sorprendernos con sucesivos escandalillos —informes truchos, asesorías dudosas, todo bien remunerado—, durante el gobierno de Piñera no recuerdo casos de corrupción. La gran familia de la Concertación hizo de las suyas, pero afortunadamente eso ya cambió. Hoy la sociedad chilena exige otro estándar. El Estado ya no es un botín. El gobierno de Piñera también dejó un cambio ideológico en lo económico y se rompieron ciertas barreras del dogmatismo Chicago. Basta recordar la eliminación del 7% de la cotización de salud a los jubilados y el posnatal de seis meses. Si los Chicago Boys nos dejaron los cimientos, construyendo las bases y la obra gruesa de lo que es Chilehoy, comenzamos otro ciclo acorde con nuestro actual nivel de desarrollo. Esta vez no hubo grandes reformas estructurales, pero al menos hay importantes avances que son necesarios en esta etapa para alcanzar el desarrollo.

Otro tema es la cantidad de jóvenes que este gobierno inspiró. Y aquí hay algo notable. Para muchos el Estado dejó de ser ese Leviatán ineficiente que todo lo hace mal. Es distinto con guitarra, dirán algunos. Pero las nuevas generaciones tienen una mirada más amplia, diversa y global. Y con todos los estudiantes chilenos que hoy tienen la oportunidad de estudiar afuera —un gran legado de Andrés Velasco—, hay buenas razones para estar optimistas. Por ejemplo, actualmente hay casi 100 chilenos que estudian posgrados en políticas públicas en las mejores universidades de EE.UU. Y pronto se reúnen en Washington DC. Hay que apostar a esas nuevas generaciones, las del Chile del futuro.