El Mercurio, 1/6/2010
Opinión

Oportunidades para llegar al desarrollo

Vittorio Corbo.

En los últimos 25 años Chile ha logrado avances notables en su ingreso per-cápita, en múltiples indicadores sociales y en la reducción de la pobreza. Estos resultados son fruto de importantes reformas de política e instituciones implementadas desde mediados de los años setenta, donde se destacan el fortalecimiento de los derechos de propiedad, la apertura externa, la reconstrucción de una economía de mercado, el ordenamiento de las finanzas públicas -que se fortaleció con la regla de superávit estructural introducida el año 2001 y la Ley de Responsabilidad Fiscal del 2006-, el logro de la estabilidad de precios – con una política monetaria administrada por un banco central autónomo-, la modernización de la infraestructura, la promoción de la competencia y la focalización del gasto público en los grupos más pobres de la población.

Los mayores avances se lograron en el período 1985-1997, cuando el PIB per-cápita creció un 5.5% por año en promedio, con una contribución importante del crecimiento del empleo y de la productividad. En contraste, en el período 1998-2009 la tasa de crecimiento del PIB per-cápita sólo alcanzó un promedio anual de un 2.1%, con una importante contribución del crecimiento del stock de capital y un muy bajo crecimiento de la productividad.

Durante el periodo 1985-1997 el PIB per-cápita de Chile pasó de ser el 22% del PIB per-cápita del G7 a ser un 34%. Pero el proceso de convergencia se ha estancado desde entonces y actualmente el PIB per-cápita de Chile es un 37% del PIB per-cápita del G7. Para acelerar la convergencia a los niveles de PIB per-cápita que hoy ostentan los países industriales se deben aprovechar las oportunidades que tenemos para aumentar el crecimiento, y la principal está en lograr un salto en la productividad.

Diferentes estudios muestran que las principales oportunidades para aumentar la productividad de los factores en Chile están en cinco áreas: (1) mejorar significativamente la calidad de la educación en todos los ámbitos, especialmente la que reciben los grupos más pobres de la población; (2) facilitar la empleabilidad y el trabajo formal; (3) mejorar las condiciones para la innovación y la adaptación de tecnologías; (4) aumentar la competencia, especialmente en los sectores productores y distribuidores de servicios; y, (5) reducir las barreras al emprendimiento y a la iniciación y el cierre de negocios. Para avanzar en la solución de estos problemas se requiere resolver los problemas de economía política asociados a la defensa de sus intereses por los distintos grupos de poder, disponer de los recursos para financiar estas reformas y fortalecer la capacidad de ejecución del gobierno.

Avances en la calidad de la educación contribuyen no sólo a incrementar el nivel del producto a través de aumentar el capital humano de la fuerza laboral y la empleabilidad de los jóvenes, sino también la tasa de crecimiento de la productividad. Como lo muestra un estudio reciente de la OCDE: economías con una población con mayores habilidades cognitivas logran mayores tasas de crecimiento de la productividad y mayor crecimiento, y se logra mediante el desarrollo de nuevas ideas, la innovación y la transmisión del conocimiento necesario para implementar nuevas tecnologías. Los beneficios asociados a mejoras en la calidad de la educación son mayores en países que han avanzado en reformas de instituciones y políticas en otras áreas complementarias como lo ha hecho Chile. Además, al generar un salto cuantitativo en las oportunidades de los grupos más pobres de la población también ayuda a mejorar la distribución del ingreso. Sin embargo, mejorar la calidad de la educación es un proceso lento pero con un alto retorno, por ello se requiere urgencia en emprender la tarea. En paralelo, se deben seguir buscando otras formas para aumentar el capital humano en el corto plazo. Opciones hay, por ejemplo, trabajar directamente en el mercado laboral para facilitar la empleabilidad y la formalidad. Disponer de un empleo formal promueve la acumulación de capital humano a través de la experiencia laboral y la inversión de las empresas en capacitación y entrenamiento, y da acceso protección social para el trabajador.

Mayor competencia contribuye al crecimiento a través de sus efectos en eficiencia e innovación. Reducir barreras a la creación y cierre de empresas facilita la destrucción creativa de empresas que es parte esencial del proceso schumpeteriano de aumentos de productividad mediante una mejor asignación de los recursos.

Gracias a una tendencia favorable de la economía global para la próxima década por el alto dinamismo que debieran seguir mostrando China e India, el entorno externo para los países exportadores de productos primarios se vislumbra como favorable. Para Chile, un país altamente integrado al mundo, con un importante intercambio con Asia y concentrado en las exportaciones de productos primarios, este escenario es auspicioso pero obliga también a preocuparse de dos cosas. Primero, fortalecer las políticas contra-cíclicas para que los efectos de los ciclos internacionales sean menos costosos. Segundo, utilizar los beneficios de una tendencia favorable del entorno externo para invertir en las reformas enumeradas más arriba para así aumentar el crecimiento y reducir la dependencia del país de los ingresos de productos primarios.