La Tercera, 3 de febrero de 2019
Opinión

Oposición: dos alternativas o ninguna

Aaron Cavieres, Sylvia Eyzaguirre T..

Enfrentar este escenario solos implica para el FA renunciar a ganar más territorios, pero una alianza electoral con la centroizquierda tradicional puede ser vista como el clásico arreglín político del cual la ciudadanía está harta.

El domingo, Revolución Democrática eligió a su nueva directiva. Las alternativas eran dos: el camino propio o estrechar lazos con la ex NM. La primera alternativa se impuso, pero sorprende su estrecho margen. Sorprende porque es bastante evidente hacia dónde debe avanzar el Frente Amplio para lograr consolidarse. Como nuevo referente, su condición es frágil (basta ver la magra participación del domingo), de ahí la necesidad de consolidarse en los próximos años. Y esta consolidación pasa por crecer a costa de la ex NM y, en concreto, de su ala izquierda. El FA no surgió como una alternativa de la derecha, sino que se presentaron como una alternativa a la Concertación y a la ex Nueva Mayoría, reclamando para ellos la legitimidad del adjetivo “izquierda”. ¿Cómo, entonces, se puede pensar en estrechar lazos con los que amenazan tu existencia? Si la centroizquierda expandió las políticas “neoliberales” heredadas de la dictadura, como acusa el FA, ¿en qué minuto pueden ser concebidos como posibles aliados? A diferencia de la ex NM, el FA no ha estado en el poder y, por lo mismo, no tiene apuro en asirse de él. Tiene el privilegio de las fuerzas emergentes: tiempo para madurar. Pero ese proceso de maduración necesariamente pasa por una identidad propia distinta y lejana de la “izquierda” deslavada que representa la ex NM. Ahora bien, la postura del camino propio tiene un inconveniente: las elecciones municipales y de gobernadores. Las elecciones mayoritarias privilegian a los partidos o coaliciones más grandes.

Enfrentar este escenario solos implica para el FA renunciar a ganar más territorios, pero una alianza electoral con la centroizquierda tradicional puede ser vista como el clásico arreglín político del cual la ciudadanía está harta. Si para el Frente Amplio son evidentes los beneficios que presenta el camino propio, para la ex NM debieran ser aún más evidentes. Llama la atención cómo partidos consolidados y con tradición parecen absolutamente desorientados ante la irrupción de una nueva alternativa de izquierda. La DC parece ser el único partido que entendió que su sobrevivencia pasa por ofrecer una alternativa distinta de la derecha y del FA. Sin embargo, creo que para la ex NM es todavía más crítico. La centroizquierda, si quiere sobrevivir, debe recuperar su lugar, y creo que ello lo logrará en la medida que pueda arrinconar al FA en la izquierda extrema y, a ratos, poco democrática (lo que no es muy difícil), y volver a posicionarse como una alternativa moderada que ofrece al país un camino hacia el desarrollo con justicia social (bandera que hoy pareciera haberse apropiado la derecha). Es verdad que esta alternativa ha sido basureada por el FA, pero no necesariamente por la ciudadanía. ¿Cómo se explica, entonces, que en una década haya salido dos veces electo un presidente de derecha? Pero al parecer en el PS no hay nadie convencido por este camino. Se los ve, más bien, ansiosos por pololear con la linda de la fiesta (todos sabemos cómo terminan esas relaciones). Extraña estrategia, pues es evidente que las nuevas elecciones locales favorecen al PS y, en general, a la ex NM. Curioso que no quieran aprovechar ese momento electoral para fortalecerse. Sobre todo considerando que es altamente improbable el trasvasije de votos del FA a la ex NM. No nos debemos olvidar que en la última presidencial un millón de personas, que votaron en primera vuelta, dejaron de votar en segunda vuelta.

Es altamente probable que gran parte de esas personas haya votado por Beatriz Sánchez, quien obtuvo 1,3 millones de votos. Esta estrategia contraintuitiva de la ex NM seguramente responde a su preocupación por que la derecha no saque ventaja de esta división en la izquierda. Mi punto es que en el mediano plazo, la suma de las fuerzas puede significar la aniquilación de las mismas.