La Segunda, 29 de octubre de 2013
Opinión

Pedro Ibáñez Ojeda, ayer y hoy

Leonidas Montes L..

Este año es el centenario de su nacimiento. Cuando ingresé a la universidad que lleva el nombre de su padre, Adolfo Ibáñez, sólo conocía anécdotas de su persona. Pero hay mucho más que sólo anécdotas. Se educó en el Liceo de Valparaíso, donde aprendió alemán. Al igual que su padre, no estudió en la universidad. Partió trabajando como junior en la empresa familiar. Sin estudios universitarios ni pergaminos de ninguna especie, y sólo motivado por la curiosidad e inquietud intelectual, este empresario se fue forjando en el mundo de las ideas. Y vaya que lo logró. Era un ávido lector de la literatura clásica española y un gran conocedor de algunos importantes pensadores del liberalismo. Además del alemán, hablaba francés, inglés, italiano y portugués.

Don Pedro fue el fundador, pilar y el motor detrás de la Escuela de Negocios de Valparaíso (ENV), que también celebra sus sesenta años. Con mucha visión, en ese contexto de cómodos aristócratas y terratenientes de Santiago que posiblemente miraban al comercio con cierto desdén, este exitoso hombre de negocios de Valparaíso se propuso crear una escuela para formar dirigentes de negocios. No tenía ni los conocimientos, ni los alumnos. Tampoco los profesores. Pero tenía la idea, las ganas y el empuje. En conjunto con la Universidad Católica de Valparaíso —o mejor dicho, al alero de esta universidad— dio inicio a este sueño. Junto a su hermano Manuel partieron, como buenos empresarios, conociendo experiencias extranjeras. Viajaron a Harvard y Stanford. Y aprendieron mucho de lo que allí hacían. Trajeron algunos profesores de negocios. Invitaron a otros. Y ayudaron a algunos jóvenes para que estudiaran en esas universidades. Así, poco a poco, formaron una escuela que adquirió prestigio y reputación en Latinoamérica. No era fácil graduarse de la ENV en ese entonces. Por ejemplo, el que repetía un curso, tenía que repetir el año completo.

Pedro Ibáñez invitaba a sus alumnos de la ENV “a comprometerse nuevamente en el estudio de esa casi olvidada disciplina, la filosofía política”. Un consejo visionario que hoy es tan importante como necesario. Pero no sólo creó la ENV. Fue también un político ejemplar y excepcional. En 1960 ingresó al Partido Liberal y durante los siguientes 13 años fue senador por Valparaíso. En 1966 ingresó al Partido Nacional y fue uno de los fundadores de Unión Nacional, que luego se convertiría en Renovación Nacional. Al entrar en el mundo de la política, para evitar conflictos de interés, don Pedro abandonó sus negocios para dedicarse por completo a lo público. Naturalmente esta actitud no era usual entre los honorables de la época. Y más de alguno debe haber resentido este gesto.

Cuando el socialismo y el marxismo, junto al sueño de una economía central planificada estaban en boga, muy pocos hablaban de una economía libre o de la importancia de la competencia. Pero ahí estaba la voz firme y muchas veces solitaria del senador Ibáñez. Era de los pocos que se atrevían a defender las ideas con convicción, pasión y coraje. Basta leer algunos de sus discursos. Pero así como temía la planificación centralizada y el excesivo poder del Estado, repudiaba “el individualismo egoísta”. Por eso la base de su ética empresarial era que “los empresarios no deben utilizar su poder para obtener beneficios indebidos”. En definitiva, era un hombre de principios firmes y claros. Un empresario y político que comprendió la importancia y el valor tanto de la moral como de las ideas.

En el frente político, organizar a su sector, bien lo sabía Pedro Ibáñez, no era tarea fácil. Como hombre de derecha decía que “nuestras primeras energías debemos gastarlas en vencer la pereza mental, el egoísmo o la indolencia de nuestra propia gente”. Y con mucha fuerza y conocimiento de la tribu se quejaba de “los cómodos, los que no piensan, los que eluden su responsabilidad, los que no actúan porque no aceptan el sacrificio y el riesgo, no tienen destino. Para quienes se comporten así, no hay porvenir ni en Chile ni en ninguna parte… El futuro… es para los que tienen fe y se entregan a su causa sin sacar cuentas mezquinas”. Estas palabras de don Pedro son todavía un mensaje certero para nuestra derecha criolla.

Lo interesante es que mucho de lo que entonces pensaba Pedro Ibáñez Ojeda sigue hoy vigente. En fin, algunas cosas parece que han cambiado poco. Y su férrea defensa de las ideas es la mejor prueba.