La Segunda, 5 de mayo de 2013
Opinión

Pensando en la urna

Leonidas Montes L..

Una de las razones por las cuales los chilenos favorecieron el cambio después de 20 años de gobierno de la Concertación fue la creciente captura del Estado por parte de los gobiernos de turno. Nuestra memoria es frágil. Ya se nos olvidaron los millonarios contratos para desmalezar la ENAP de Ventanas, donde sólo crecen cucarachas. Tampoco nos acordamos de los sobres con billetitos del caso MOP-Gate. Todo lo que pasó en Ferrocarriles ya es historia. Y para qué hablar de todas esas asesorías truchas, donde incluso aparecieron informes escritos a mano. El caso de los falsos exonerados políticos es serio. Lo más burdo es que, desde el inicio de este programa de ayuda, en el año 1994, la distribución de este beneficio se disparaba exponencialmente justo antes de cada elección. Todo sugiere que se abusó de esta reparación.

En términos de corrupción, las cosas han cambiado. Hay que reconocer que este gobierno ha sido riguroso e implacable en este tema. El Estado y sus recursos son de todos los chilenos. Y Piñera no ha cejado en este punto. La mejor prueba es que no hemos sido testigos de grandes escándalos.

Pero todo esto también nos debe ayudar a reflexionar sobre las próximas primarias presidenciales del 30 de junio. En más de una ocasión he escuchado a personas informadas e inteligentes argumentar que en las primarias presidenciales, con el fin de perjudicar la candidatura de Michelle Bachelet, votarán por Velasco u Orrego. Ella se ha inclinado a la izquierda, sostienen. Y como parte de este peregrino razonamiento, la inclusión del PC es utilizada como evidencia. Ciertamente, esta aprensión es justificada: el PC chileno ha evolucionado poco. Es un partido dogmático y disciplinado, que sigue celebrando y promoviendo dinastías tan absurdas como la de Corea del Norte. Y está por verse si, más allá de los votos, el PC ayudará a la nueva Concertación. Los conflictos internos de la DC —un partido dividido en dos— son la mejor prueba de esta inquietud.

En las primarias presidenciales están representados los dos grandes conglomerados. Si quiere échele la culpa al binominal, pero el elector debe elegir entre dos proyectos: la continuidad de un gobierno de centroderecha o el regreso de una Concertación con cara de Nueva Mayoría. La Concertación de antaño, ese grupo de los partidos tradicionales que buscaron y lograron los acuerdos para gobernar durante el período más exitoso de nuestra historia económica y política, ya no existe. Hoy día muchos próceres de la Concertación sólo recuerdan con nostalgia ese verso de Neruda: “Nosotros los de entonces ya no somos los mismos”. La Nueva Mayoría es otro animal político.

Orrego es el candidato de la DC, un partido que terminará, aunque sea a regañadientes, acomodándose. De hecho, Orrego ya ha mostrado cierto giro en su discurso. Velasco, en cambio, representa a la centroizquierda liberal. Y como buen liberal, ha ejercido su derecho a cambiar de opinión. Al comienzo dijo que él iba si Ella no iba. Después dijo que él iba si Ella venía. Ella llegó, entonces él iba. Y cuando todo indicaba que no iba a las primarias, terminó yendo. Como una síntesis ante esta dialéctica entre ires y venires, ya lanzó su campaña definitiva: “Allá vamos”. Desgraciadamente, terminó de llanero solitario en un corral donde no lo quieren. Su meta es ganarle a Orrego.

Votar por Orrego o Velasco, siendo ambos muy buenos candidatos, es votar por el bloque de oposición. Para Bachelet, la primaria está ganada. Sólo le falta saber por cuánto y con cuántos. Esto último es crucial. Como nadie sabe qué pasará en estas primarias —se especula que votarán entre el 10% y el 15% del electorado—, la cantidad de personas que vote en cada bloque es importante. El PC irá en masa a apoyar a la Nueva Mayoría. En cambio, gran parte de la derecha, que es buena para criticar y mala para participar, posiblemente estará muy ocupada ese domingo 30 de junio. Sólo una alta convocatoria de la Coalición empujará la campaña al centro.

Si usted es un independiente de centroderecha y no está de acuerdo con un futuro gobierno de Bachelet, no regale su voto al bloque de la Concertación votando por Orrego o Velasco. Sólo una alta participación de la centroderecha en las primarias le inyectará moderación, energías y ánimos a la maratón que recién comienza. Por eso el llamado a votar, y a pensar todo esto en la intimidad de la urna, es fundamental.