Esta forma de religiosidad refleja un cambio profundo en la manera en que se vive la fe en Chile, marcada por la individualización de las creencias y el distanciamiento de las instituciones religiosas.
Que la cantidad de personas que se sienten pertenecientes o cercanas a la Iglesia Católica es cada vez menor no es novedad. La serie de la Encuesta CEP muestra una baja en los católicos de 72% en 1995 a 48% este año, una disminución de 24 puntos porcentuales en casi tres décadas. Eso sí, no pertenecer a una religión o iglesia va más allá de simplemente no creer en lo sagrado o lo divino. La creencia es un proceso dinámico, que muta y cambia a lo largo de la vida, y la última Encuesta CEP N°92 nos da algunas luces sobre esta transformación.
La mayoría de las y los chilenos fueron criados bajo la doctrina cristiana: un 78% bajo el catolicismo y un 18% en el evangelismo. Es decir, la formación valórica, de normas morales y de conjunto de creencias de gran parte de la población estuvo influenciada por el cristianismo. En algunas regiones, esta proporción es aún mayor: en la macrozona Centro, un 87% de la población tuvo una crianza católica, y en la Centro Sur, un 25% bajo el evangelismo. A nivel nacional, solo el 6% de la población reporta haber sido criada fuera de una doctrina religiosa, aunque en el Norte ese porcentaje asciende al 21%.
Pero al preguntar por la religión con la que actualmente se identifican, la distribución cambia significativamente. Hoy, un 48% de la población se siente cercana a la religión católica, 17% a la evangélica y 31% no se identifica con ninguna religión. Además, 44% de las y los chilenos nunca asiste a servicios religiosos, un aumento de 20 puntos porcentuales en comparación con casi dos décadas atrás. Lo notable es que la mayoría de quienes hoy no se sienten cercanos a ninguna religión, tuvieron en su infancia una formación religiosa y en algún momento de sus vidas se despojaron de esa tradición.
Sin embargo, dentro de este grupo de personas que no pertenecen a ninguna iglesia o denominación religiosa, un 55% sigue creyendo en Dios. Asimismo, un 67% de este grupo afirma tener su propia manera de conectarse con Dios, un 20% considera que la religión es muy o bastante importante en sus vidas, y un 18% cree que la vida solo tiene sentido porque Dios existe.
La mayoría cree en la vida después de la muerte, en la energía espiritual presente en la naturaleza, la reencarnación, el “mal de ojo” y el cielo. En este sentido, estamos ante un grupo de “creyentes no pertenecientes”, personas que, a pesar de no estar vinculados a una religión formal y seguir una estructura religiosas tradicional, cultivan una espiritualidad propia, más flexible y personalizada. Para ellos, la creencia no depende de la pertenencia a una iglesia, sino de una conexión íntima y directa con lo divino o con lo espiritual.
Esta forma de religiosidad refleja un cambio profundo en la manera en que se vive la fe en Chile, marcada por la individualización de las creencias y el distanciamiento de las instituciones religiosas. Mientras que quienes pertenecen a una religión encuentran comunidad al aceptar un conjunto de creencias compartidas, las creencias de los “creyentes no pertenecientes” son difíciles de identificar y definir. Su conexión con Dios y la espiritualidad es íntima y personal, sin necesidad de formar parte de un grupo. Pareciera que cada uno tiene su propio vínculo, sin intermediarios. En resumen, cada chileno tiene su propio “personal Jesus”.