El Mercurio, 2/1/2011
Opinión

Perspectivas económicas para el 2011

Vittorio Corbo.

Lo más probable es que el crecimiento mundial en 2011 esté por encima de lo que se proyectaba hace unos meses.

La recuperación de la economía global ha dejado atrás la preocupante desaceleración de comienzos del tercer trimestre, retomando fuerza, empujada por políticas macroeconómicas expansivas en los países avanzados y por el gran dinamismo de las economías emergentes. En EE.UU., las cifras de los últimos dos meses, con la excepción del sector inmobiliario, han sido mejores que lo esperado. En particular, el consumo privado-cercano al 70% del producto-está creciendo a una tasa en torno al 3,5% anualizado. Además, el fuerte estímulo monetario y el nuevo programa de expansión fiscal hacen prever que el crecimiento de 2011 será parecido al de 2010.

En la Zona Euro, Alemania sigue sorprendiendo positivamente, pero los países periféricos están prácticamente estancados, y sus problemas fiscales, financieros y estructurales continuarán deprimiendo su crecimiento y el de toda la zona. De hecho, los principales riesgos en cuanto al crecimiento global están radicados en el curso que tomen los problemas de los países periféricos de Europa. Grecia ya sucumbió a una crisis desatada por la irresponsabilidad fiscal endémica; le siguió Irlanda, con una crisis financiera cuyo rescate terminó debilitando la solvencia de su sector público, y ahora, las presiones se han volcado sobre Portugal y España. En el caso de Portugal, sus principales problemas son el bajo crecimiento de largo plazo, la alta deuda externa (pública y privada) y las dificultades para reducir su déficit público y para acceder a financiamiento. Lo más probable es que termine con un programa de rescate como los de Grecia e Irlanda.

En el caso de España, los principales obstáculos se originaron en la fuerte expansión del gasto privado en el período previo al 2008, alimentado por bajas tasas de interés y abundante financiamiento externo. Con la brusca caída de este financiamiento, explotó la burbuja inmobiliaria, impactando con fuerza al sistema bancario, especialmente a las cajas, a la actividad económica y a las cuentas fiscales.

Ahora, la principal preocupación radica en los abultados montos de financiamiento que requiere el año 2011 (180 mil millones de euros) y la capacidad del gobierno para continuar con el ajuste fiscal y realizar las profundas reformas estructurales (al sistema de pensiones y a los mercados laboral y de bienes) que se requieren para retomar el crecimiento y fortalecer la solvencia fiscal.

No obstante, dado que su sistema bancario, con la excepción de algunas cajas y bancos de menor tamaño, es relativamente sólido -como lo acaba de calificar Moody’s-, España debiera ser capaz de salir adelante si enfrenta con decisión el problema de sus cajas, aumenta la información sobre el estado del sistema bancario y materializa las reformas estructurales.

Sin embargo, tiene una ardua tarea por delante, y si la presión sobre los spreads de su deuda soberana se mantiene por un tiempo prolongado, también va a requerir el apoyo de las instituciones europeas para mejorar su acceso a financiamiento y con ello evitar que se vea comprometida la solvencia de su sistema financiero y del país, y, en último término, la misma sobrevivencia del euro.

Inflación preocupa entre los emergentes

Los países emergentes siguen creciendo con fuerza, impulsados por un creciente dinamismo de su gasto interno, destacando China e India. En cuanto a la economía de China, su fuerte dinamismo al finalizar el año coincide con una aceleración de la inflación.

Los factores que inciden en el alza de la inflación son el aumento de los precios internacionales de alimentos y de materias primas; las políticas monetarias y crediticias expansivas, y el mantenimiento de una moneda débil, producto de la agresiva acumulación de reservas en una economía con importantes restricciones a los flujos de capitales. De hecho, China está experimentando una apreciación real a través de una inflación mayor que el promedio de sus principales socios comerciales, la que comienza a ser crecientemente resistida por la población.

La decisión reciente de incrementar la tasa de interés, que debe complementarse con una apreciación nominal del renminbi (yuan), muestra que la principal preocupación de las autoridades es ahora el control de la inflación.

Con todo, lo más probable es que el crecimiento de la economía mundial en 2011 esté por encima de lo que se proyectaba hace unos meses, aunque algo más de medio punto por debajo del crecimiento de este año.

El flanco doméstico

En el ámbito interno, el IPoM que se publicó la semana pasada y las últimas cifras de ventas al detalle muestran una demanda interna que crece con mucha fuerza, impulsada por términos de intercambio muy favorables, condiciones financieras auspiciosas, y políticas fiscales y monetarias expansivas. Destaca el fuerte dinamismo de la inversión y del consumo privado, especialmente el consumo de bienes durables.

Por el lado de la oferta, el crecimiento ha sido menos dinámico, e incluso ha perdido fuerza en los últimos meses. La gran sorpresa ha sido la baja inflación, a pesar de la pronunciada reducción en las holguras de capacidad y la brusca e inesperada caída en la tasa de desempleo. La apreciación real del peso explica sólo parte de esta menor inflación.

En sus proyecciones para el año 2011, el Banco Central estima que las tasas de crecimiento del consumo y de la inversión perderán fuerza, aunque esta última lo hará más suavemente. Por el lado del producto, proyecta un crecimiento en el rango del 5,5 al 6,5%, muy favorecido por las actividades relacionadas a la construcción y el mantenimiento del dinamismo de los sectores no transables.

Por el lado inflacionario, la autoridad monetaria proyecta que la inflación alcanzaría un 3,3% en 2011 y regresaría a la meta en el horizonte de dos años, con un balance de riesgos equilibrado. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las condiciones que impulsan la demanda privada y pública siguen siendo muy favorables y, en particular, las políticas macro son muy expansivas para esta etapa del ciclo, lo que aumenta el riesgo de una mayor presión sobre la capacidad productiva, el mercado laboral, los precios de activos, el tipo de cambio real, la cuenta corriente y la inflación proyectada en el corto y mediano plazo.