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Pobreza e inmigración: Crisis en ciernes

Gabriel Ugarte V..

Pobreza e inmigración: Crisis en ciernes

¿Influye la condición migratoria en la pobreza? Para esto es relevante despejar si las diferencias que se observan entre migrantes y locales se deben a que estos poseen características distintas o derechamente a su condición migratoria.

Las personas hacemos ostentación de nuestra riqueza y ocultamos la pobreza, porque es más fácil simpatizar con la alegría que con la tristeza, nos dice el economista y filósofo Adam Smith. El triunfalismo con el que el gobierno entregó la última medición oficial de la pobreza da cuenta de ello. Debemos hacer, por tanto, un esfuerzo especial para no invisibilizar a los grupos de nuestra sociedad que se están quedando atrás. Hoy son 1,3 millones de pobres, hace diez años eran 2,5 millones, una disminución de casi un 50%. Pero hubo un grupo que creció. Los inmigrantes en situación de pobreza por ingreso pasaron de 40 mil a 190 mil, casi quintuplicándose en una década.

No nos podemos dar el lujo de mirar para el lado la dramática situación de los migrantes, cuya proporción de personas viviendo en pobreza es casi el doble de la de los nacionales, y no se aprecia una tendencia a la baja. Nunca antes hemos tenido tantas personas extranjeras en el país y con más de 1 de cada 10 viviendo con ingresos que no permiten satisfacer necesidades básicas. De no mediar acciones concretas y efectivas, esta situación podría convertirse en una crisis aguda de consecuencias insospechadas.

Pero ¿influye la condición migratoria en la pobreza? Para esto es relevante despejar si las diferencias que se observan entre migrantes y locales se deben a que estos poseen características distintas o derechamente a su condición migratoria. Entre otras cosas, los extranjeros en Chile gozan de un mayor nivel educativo, una más alta tasa de participación laboral, una menor tenencia de vivienda y se distribuyen de forma distinta a lo largo del país. Mientras hace cinco años la diferencia en pobreza entre la población local y migrante se debía a las características de estos últimos y no a su estatus migratorio per se, este resultado se revierte en 2022. Es decir, en el escenario actual, más allá de las características de los nacidos fuera de Chile, su sola condición migratoria estaría asociada a una mayor probabilidad de vivir en pobreza.

Otro aspecto interesante que revelan los datos es que por primera vez se aprecia una diferencia en las tasas de pobreza de los extranjeros según el momento en que llegaron a Chile. Los inmigrantes que entraron en los últimos 5 años tienen tasas de pobreza por ingresos significativamente más altas que la de aquellos con mayor permanencia. ¿Significa esto entonces que debemos esperar a que los nuevos allegados se adapten al país y así sus condiciones materiales mejoren? De ningún modo, ya que incluso los inmigrantes que entraron hace 10 años o más tienen tasas de pobreza superiores a las de los locales. De esta forma, el explosivo fenómeno migratorio de los últimos años ha resultado en una precarización de las condiciones materiales de los nuevos allegados. Tanto porque estos son distintos a los anteriores -por ejemplo muestran menores niveles educacionales- como porque la magnitud del shock ha impedido una adecuada inserción laboral en el país.

Estos resultados nos indican que las soluciones de política pública a este problema deben tomar en cuenta la complejidad del fenómeno que estamos observando. Parece ser que la sola condición migratoria, en especial de aquellos que tienen menor permanencia en el país, es un factor de riesgo que tenemos que considerar. De esta forma, parece necesario repensar nuestra política social dirigida a este grupo prioritario. En general, aunque la ayuda estatal no excluye a los migrantes, estos últimos la reciben en menor medida. Incluso dentro del decil más pobre se observa que la fracción de los ingresos que representan los subsidios en los inmigrantes no es ni la mitad de la de los locales. En un país donde el RUT se requiere incluso al momento de comprar, la dificultad y lentitud para obtener uno puede ser invalidante. Asimismo, actualmente solo tenemos tres programas sociales dirigidos a este grupo, lo que representa menos del uno por mil del presupuesto total de la oferta pública.

Los datos hasta ahora nos muestran que la situación de los migrantes ha tomado un cariz más preocupante que requiere respuestas efectivas. La opinión pública hace tiempo viene reflejando esta realidad. La cantidad de chilenos que señala la inmigración como uno de los principales problemas que debería solucionar el gobierno está en los niveles más altos de los últimos años (Encuesta CEP 2023), y se aprecia un aumento en las actitudes negativas hacia ellos. Sin duda requerimos una política migratoria ordenada y planificada que impida sucesos como los que hemos visto en los últimos años y que han contribuido a la crisis en ciernes que tenemos hoy. Pero también debemos hacernos cargo del desafío que implica la pobreza de la población extranjera que hoy vive en nuestro país. No se trata de ponerle cara a la pobreza, sino de empatizar con el drama que representa esta situación. Su invisibilización solo agrega más carga al pesado yugo que ya deben soportar.