La Tercera
Opinión
Constitución
Política

¿Qué nos dice la encuesta CEP en lo constitucional?

Luis Eugenio García-Huidobro H..

¿Qué nos dice la encuesta CEP en lo constitucional?

El margen para cometer errores parece entonces ser casi nulo en la empresa constituyente próxima a iniciarse, por lo que sus protagonistas deben saber anticiparse a los riesgos que se avizoran como potencialmente dañinos para la legitimidad procedimental de la futura propuesta constitucional.

En diseño constitucional suele afirmarse que los derechos, especialmente los sociales, a veces operan como sobornos. Y es que quienes participan de las negociaciones que anteceden un cambio constitucional, con frecuencia lo hacen bajo escenarios extorsivos. En su interés por avanzar en el reconocimiento de nuevos derechos, los actores involucrados pueden verse más llanos a aceptar otros aspectos acordados en estas negociaciones, aun cuando éstos puedan ser problemáticos al punto de comprometer la democracia constitucional. Por ejemplo, el Presidente Putin consiguió en 2020 la aprobación de un referéndum que ofrecía mejoras importantes en el estado de bienestar ruso, pero que también implicaba la consolidación de su poder autocrático.

Por eso es tan interesante prestarle atención a la última encuesta CEP, cuyos resultados ofrecen una lección y una advertencia en lo constitucional. Comencemos por la lección: la ciudadanía rechazó masivamente una propuesta constitucional sumamente generosa en derechos y, según la encuesta, lo hizo motivada en parte importante por la forma en la que trabajaron los constituyentes. Ante el soborno que podrían haber supuesto los derechos ofrecidos (la mayoría de quienes aprobaron, justificaron su voto en los derechos sociales), la encuesta nos presenta a una ciudadanía cada vez más plural y empoderada que reivindicó el valor de las formas y procedimientos. En una democracia representativa marcada por la inmediatez política parecería no bastar el qué, sino también el quién y el cómo.

La lección parece evidente: para legitimar una nueva propuesta constitucional, el apego a procedimientos percibidos como imparciales y la visión que la ciudadanía tenga de sus protagonistas serán tan importantes como el contenido resultante. No en vano muchas otras encuestas ya auguraban desde abril la posibilidad del triunfo del rechazo en el plebiscito de salida, aún antes de conocida la propuesta de la Convención.

Estos resultados también deben servir como una advertencia para los protagonistas del nuevo proceso constituyente. El escenario que sugiere la encuesta es difícilmente auspicioso: en su mayoría, la ciudadanía parece no considerar prioritaria la cuestión constitucional ni estima que su resultado contribuirá a mejorar la situación actual. Peor aún, los actores del nuevo proceso cuentan con plazos sumamente exiguos para cumplir con su cometido y, al hacerlo, probablemente deberán satisfacer elevadas expectativas como consecuencia del protagonismo entregado a los expertos. Si la anterior era denunciada como un ‘mamarracho’, en esta oportunidad se espera que la propuesta constitucional pueda resistir los enjuiciamientos que desde la técnica se formulen en su contra.

El margen para cometer errores parece entonces ser casi nulo en la empresa constituyente próxima a iniciarse, por lo que sus protagonistas deben saber anticiparse a los riesgos que se avizoran como potencialmente dañinos para la legitimidad procedimental de la futura propuesta constitucional. En ello, se deberá prestar especial atención a las reglas procedimentales y la participación ciudadana. Estos dos elementos contribuyeron decisivamente al fracaso de la Convención Constitucional, pero sólo fueron reglamentados incidentalmente en el proyecto de reforma constitucional que viabiliza el Acuerdo por Chile.

Estos desafíos deben también servir como una invitación colectiva a contribuir al éxito del proceso, cualquiera sea nuestra apreciación de dicho acuerdo. Un nuevo fracaso constituyente no sólo implica seguir enlodando un sistema político difícilmente más deslegitimado. Supone además hacerlo en el dramático escenario que presenta la encuesta, uno dominado por una extendida insatisfacción política y de apatía con nuestra democracia, uno en el que una posible alternativa autoritaria le resulta indiferente a cerca de la mitad de los encuestados. Todos quienes creemos en la democracia constitucional como un valor en sí mismo tenemos el deber cívico de reencantar a estos insatisfechos y demostrarlos equivocados.