El Mercurio, 29 de agosto de 2014
Opinión

Ranking de notas

Sylvia Eyzaguirre T..

Nuevamente ha surgido el debate respecto de los instrumentos utilizados para seleccionar a los estudiantes que ingresan a la educación superior. Esta vez la manzana de la discordia no es la PSU, sino que el ranking de notas. Más allá del conflicto puntual con los Liceos de Excelencia, es importante no olvidar que la actual fórmula del ranking que estableció el CRUCh contiene problemas graves de diseño.

En estricto rigor, la fórmula del CRUCh no es un ranking ; es decir, no considera la posición relativa del alumno respecto de generaciones anteriores, sino que es una bonificación a las notas de enseñanza media (NEM). La metodología utilizada no solo considera la posición relativa del alumno, sino que también la dispersión y el promedio de notas del colegio, favoreciendo a los alumnos cuyos establecimientos tienen un promedio más alto y menor dispersión de notas. Así, alumnos con igual ranking e incluso igual promedio de notas obtienen un puntaje de ranking diferente.

Grafiquemos esto con un ejemplo concreto. Un alumno que pertenece al 10% superior del Colegio Cumbres obtiene un puntaje ranking de 796 puntos, mientras que un alumno con ese mismo ranking del Centro Educacional Baldomero Lillo obtiene un puntaje de 669 puntos. La evidencia empírica nos revela que los estudiantes de colegios públicos obtienen en promedio 50 puntos menos en su puntaje ranking que los alumnos de colegios particulares pagados, ya que los colegios particulares pagados tienen menor dispersión de notas y un promedio NEM de 5,9, mientras que los liceos públicos tienen mayor dispersión de notas y un promedio NEM de 5,4.

Si a los problemas del ranking les sumamos las graves falencias que reveló el informe Pearson en el diseño, construcción, validación y aplicación de la PSU, cuya consecuencia, entre otras, es un sesgo socioeconómico por sobre lo tolerado en cualquier prueba internacional de este tipo (falencias que no eran desconocidas para el CRUCh, pues fueron advertidas hace ya varios años gracias a una auditoría externa que realizó, pero cuyos resultados nunca dio a conocer y que solo hace poco se hicieron públicos tras un dictamen de la justicia), advertimos que el problema de fondo es la institucionalidad del sistema de admisión de la educación superior.

Chile se merece un sistema más profesional y serio, independiente de las casas de estudio, como ocurre en los países desarrollados, que resguarde los intereses de los estudiantes por sobre todas las cosas.