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Se acabaron las vacaciones

Mauricio Salgado O..

Se acabaron las vacaciones

La desafección con el valor de la escuela no es un problema endosable sólo a las familias. Es responsabilidad de los profesores y las autoridades promover y facilitar la asistencia a clases.

Los escolares de todo el país retornaron a sus escuelas luego de las vacaciones de invierno. Culminaron así las semanas de esparcimiento y distracción que tuvieron, marcando el reinicio del sistema escolar. Los desafíos que éste enfrenta son enormes y demandan una acción más audaz de las autoridades del Ministerio de Educación (Mineduc).

Coincidentemente con las vacaciones de los estudiantes, las autoridades tuvieron su propia distracción gracias a la acusación constitucional que enfrentó el ministro Marco Antonio Ávila, cuyo contenido documentó los problemas que han caracterizado a su gestión. Habiendo superado el libelo acusatorio exitosamente, el ministro debiera centrarse en lo que queda del año escolar 2023 en tres asuntos de máxima importancia.

En primer lugar, afrontar con mayor fuerza los rezagos de aprendizajes que dejó el prolongado cierre de escuelas entre 2020 y 2021, reflejados en los malos resultados de la prueba Simce 2022. Ésta evidenció caídas en los puntajes a niveles no observados hace más de una década, pérdidas de aprendizaje equivalentes a un año escolar y la profundización de las brechas de género en lenguaje y su reaparición en matemáticas.

Aunque desde el inicio de la gestión del ministro, en marzo de 2022, se sabía del impacto negativo que la pandemia tendría sobre los aprendizajes, el Mineduc demoró casi un año en impulsar el Plan de Reactivación Educativa, que comenzó a implementarse recién a comienzos de 2023. Este plan requiere un aumento significativo de recursos (CEP 2023), de modo de extender la cobertura y éxito de acciones cruciales como el Plan Nacional de Tutorías, que busca acompañar a los escolares en sus estudios, especialmente a aquellos que presentan mayores rezagos de aprendizajes.

En segundo lugar, se debe reforzar el trabajo para revincular con las escuelas a un gran número de niños, niñas y adolescentes. El programa “Seamos comunidad” lanzado por el Mineduc en mayo de 2022 tuvo escaso éxito, pues el año pasado culminó con más de 44 mil estudiantes excluidos del sistema, un aumento del 6% respecto de 2019. Además, el ausentismo escolar grave –estudiantes con más de un 15% de inasistencia– llegó al 38%, 10 puntos porcentuales más que 2019.

Recientemente el ministro entregó un promisorio balance del impacto del Plan de Reactivación Educativa. En el período marzo-mayo 2023, la inasistencia grave disminuyó en 10 puntos porcentuales, lo que equivale a 330.000 estudiantes menos en esta condición. Sin embargo, el período reportado excluyó el mes de junio, marcado por una alta incidencia de enfermedades respiratorias que probablemente incrementó la inasistencia. Además, la inasistencia aumenta a medida que avanza el año, por lo que los esfuerzos deben ser aún mayores para mantener el buen indicador de inicio de año.

Finalmente, la desafección con el valor de la escuela no es un problema endosable sólo a las familias. Es responsabilidad de los profesores y las autoridades promover y facilitar la asistencia a clases. En este sentido, resulta lamentable que el Colegio de Profesores, de modo similar a como lo hizo durante el 2021 –cuando se negó a la reapertura de las escuelas– vuelva a desatenderse de esta obligación, dado su reciente anuncio de un paro nacional para el 26 de julio. Es imperativo que los profesores y profesoras estén en las escuelas y colaboren con el fortalecimiento de los aprendizajes, la reducción de las brechas y la revinculación de los estudiantes.

Las autoridades de gobierno y el gremio de profesores deben poner por delante el interés de los estudiantes, garantizando que, en este contexto de crisis educativa, la vuelta a clases no sea interrumpida. Se acabaron las vacaciones, es tiempo de actuar.