Es momento de abandonar el voluntarismo y enfrentar la realidad con seriedad y compromiso. Si persistimos con la misma receta del primer tiempo durante este segundo periodo, será difícil sostener el optimismo de mejora cuando suene el pito final.
Mientras el gobierno proclama que han “mejorado los resultados en la educación pública”, la ciudadanía escéptica apenas presta atención, contrastando esta afirmación con la cruda realidad de más de tres mil estudiantes que comienzan el año sin colegio. Con el segundo tiempo en marcha, resaltar los supuestos logros se vuelve imperativo para el oficialismo, una práctica habitual en toda administración y esta no es la excepción.
En un guion repetido, los asesores deben escudriñar todos los recovecos en busca de estos, los equipos comunicacionales ponen en marcha la creatividad en algún slogan pegajoso, y luego viene el despliegue territorial. “Estamos mejor que hace dos años”, repiten como un mantra las autoridades oficialistas, bajo la gráfica marketera de “Chile avanza contigo”.
La afirmación del presidente Boric sobre la mejora en la educación pública, si bien alentadora, exige un respaldo con evidencia. Si consideramos los recientes resultados del SIMCE, los puntajes sugieren una valiosa recuperación académica tras el prolongado cierre de escuelas debido a la pandemia. Sin embargo, en el mejor de los casos, nos encontramos en una situación precaria similar a la de hace cinco años, con un alto porcentaje de alumnos en niveles insuficientes (un tercio en básica y la mitad en media). Es decir, no alcanzan el estándar esperado para su grado. Es crucial no caer en el optimismo infundado, especialmente en educación, donde cada señal tiene repercusiones insospechadas y de gran alcance.
Pero la situación no se detuvo allí, sino que se intensificó aún más. El contexto de la crisis en Atacama, con más de 80 días sin clases y la no rendición del SIMCE el año pasado, añade una capa adicional. En este tenso escenario, el gobierno aprovechó en reforzar el lema con la siguiente declaración: “(a) los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), en promedio, mejoran sus resultados en todas las asignaturas y niveles. (b) En 3 de los 4 resultados, los SLEP traspasados durante los años 2018, 2019 y 2020, superan las alzas del sector municipal”.
Sin embargo, estas afirmaciones deben ser examinadas con cautela. Por un lado (a), al desglosar los promedios según el año de instalación de los SLEP, se evidencia que las mejoras son bastante irregulares. Por ejemplo, en lectura de cuarto básico, los establecimientos instalados el 2018 no muestran mejoras, lo mismo ocurre en educación media en matemáticas para las cohortes del 2019 y 2020. Además, la ausencia de resultados del SIMCE del SLEP Atacama plantea interrogantes sobre este desempeño, especialmente considerando sus últimos puntajes Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES).
Por otro lado (b), según la evidencia, el rendimiento de los SLEP no superó el aumento promedio tanto a nivel municipal como nacional. Dicho de otra forma: estadísticamente no se observan diferencias significativas entre los distintos incrementos. Claramente, no fue prudente realizar una afirmación tan categórica.
“Estamos mejor” es una ilusión que la retórica resalta, pero que se desvanece ante la evidencia y el sentido común. Es momento de abandonar el voluntarismo y enfrentar la realidad con seriedad y compromiso. Si persistimos con la misma receta del primer tiempo durante este segundo periodo, será difícil sostener el optimismo de mejora cuando suene el pito final.