El Mercurio, lunes 21 de marzo de 2005.
Opinión

Tontos, no pesados

Lucas Sierra I..

El barómetro para los noticiarios no es censura. Es inútil, simplemente.

Si usted ve las noticias en televisión, ahora podrá hacerlo con la tranquilidad de que el Estado estará velando por la calidad de lo que ve y oye. Esto, pues el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) ha elaborado un «barómetro de calidad» para los noticiarios de la televisión. Cuando este barómetro opere, nos preguntaremos, asombrados, cómo pudimos haber visto antes las noticias sin esta mano tutelar.

El CNTV nos dirá que el «número de fuentes» de una noticia no fue adecuado, que su «aporte informativo» fue insuficiente, que las imágenes no «aportaron significativamente» o que algo se dijo sin imágenes. Nos dirá, también, que el lenguaje fue más o menos «formal» y que las «ideas» fueron más o menos «contrastadas». Nada de esto, claro, lo podemos percibir usted o yo, simples televidentes, embrujados por la pantalla e incapaces, por tanto, de distinguir entre buenas y malas noticias.

Es una suerte, pues hay que evitar un «impacto emocional efectista y exagerado» de las noticias en nosotros. Para esto, el CNTV estará atento a la «sobreutilización de recursos que apelen sólo a la emoción». Y decretará esta «sobreutilización» cuando haya «reiteración de imágenes impactantes», «excesivas adjetivaciones» y «uso de una banda sonora o recreaciones destinadas a provocar sensaciones chocantes a la audiencia». Qué bueno, pues ni usted ni yo -aturdidos por sensaciones chocantes, encandilados como conejos- sabríamos qué hacer.

La pretensión estatal por la «calidad» de la prensa es antigua. Un caso famoso fue la ley de prensa de Jorge Alessandri. Pretendía combatir el «sensacionalismo» y, para detectarlo, imponía criterios sobre color, tipografía y porte de los titulares.

Otro caso, menos conocido, fueron ciertas normas del CNTV en los años 80. Entre otras cosas, disponían: «La desnudez completa, de hecho o en silueta, no será permitida nunca», excepto en «escenas reales de los nativos de tierras lejanas». El barómetro es un nuevo capítulo de esta historia.

Hay, sí, una diferencia. Los casos anteriores envolvían reglas obligatorias, por lo que eran un peligro para la libertad de expresión. Al no ser vinculante para los canales, el barómetro no la amenaza. Es, simplemente, un malgasto de tiempo y recursos fiscales, en especial si se piensa que, si a algo debiera estar dedicado el CNTV, es a la discusión pública sobre la televisión digital. Esto es lo importante para la televisión chilena.

El barómetro no lo es, aunque tampoco es censura. Como la canción de Los Tres: «Tontos, no pesados».