El Mercurio, 21 de diciembre de 2014
Opinión
Educación

Un buen sistema de postulación y admisión escolar

Andrés Hernando, Fernando Ochoa, Nicolás Figueroa, Francisco Gallego, Harald Beyer, Sylvia Eyzaguirre T..

Pensemos, por un momento, que los postulantes a las universidades chilenas fueran inscritos en todas las carreras a las que postulan y luego, si los cupos no son suficientes, cada universidad hiciese un sorteo aleatorio entre los postulantes de las diferentes carreras que cumplen con los requisitos, pero sin considerar sus preferencias. Muchos de ellos podrían quedar fuera de sus alternativas más preferidas sin razón alguna. Un resultado de estas características nos parecería inaudito e injusto. Pues bien, algo muy similar es lo que propone el sistema de admisión al sistema escolar contemplado en el proyecto de ley que termina con el lucro, el copago y la selección. Por esa razón, si este se concreta, su aplicación producirá frustración e insatisfacción.

Para ilustrar el punto le pedimos al lector que considere por un instante un ejercicio muy simple. Hay tres colegios (A, B y C) y tres postulantes (X, Y, Z). Cada colegio tiene una vacante. Los estudiantes tienen distinta preferencia por cada uno de los colegios. El postulante X prefiere al establecimiento A en primer lugar, al B en segundo lugar y al C en tercer lugar. Para el postulante Y el orden de las preferencias es B, C y A. En cambio, el postulante Z se inclina por C en primer lugar y luego por A y B. En este ejemplo no hay conflicto entre las preferencias de los postulantes y el mejor escenario para todos es que el estudiante X se matricule en el colegio A, el Y en el B y el Z en el C. Sin embargo, este resultado no está garantizado por el mecanismo propuesto en el proyecto de ley mencionado. Al seleccionar cada colegio, por sorteo e independientemente de los otros, es posible que ningún estudiante sea asignado al colegio de su preferencia. Así, el postulante X podría quedar seleccionado en el C, el Y en el A y el Z en el B, que son los colegios menos preferidos en los tres casos. En este ejemplo específico, de seguirse la propuesta gubernamental, existiría solo un 37% de probabilidades de que los tres estudiantes queden asignados a sus colegios favoritos.

Para lograr el resultado óptimo, que los tres queden en su colegio preferido, se requiere un mecanismo centralizado que coordine las preferencias de los estudiantes, de manera que reasigne a los estudiantes con el objeto de maximizar sus preferencias. En el ejemplo, este proceso se puede visualizar muy fácilmente. Con miles de estudiantes y colegios la visualización no es fácil, pero el principio es el mismo. Los estudiantes son asignados de acuerdo a las preferencias manifestadas y se produce un sorteo solo en caso de que las vacantes no sean suficientes, pero siempre considerando sus preferencias. Aquí radica la principal diferencia con el proyecto de ley, donde el sorteo se produce entre todos los postulantes sin consideración de sus preferencias. Como consecuencia de esta forma de proceder, las familias comenzarán a comportarse estratégicamente. Para ello elegirán colegios que, sin ser preferidos, aseguran un cupo en la primera etapa porque tienen menos postulantes. Ello reducirá, por un lado, la credibilidad en el sistema y, por otro, la equidad, porque ese comportamiento es menos frecuente en las familias más vulnerables.

Se debe reemplazar, entonces, el esquema que propone el proyecto por un sistema de coordinación de preferencias centralizado. Este es muy parecido al que rige actualmente para el sistema de admisiones a las universidades chilenas. Sistemas de estas características son los mejores que se conocen y se han implementado con éxito en otras latitudes.

Falencias adicionales del mecanismo en el proyecto de ley son la ausencia de una definición de cómo serán asignados los postulantes que, habiendo participado del proceso de postulación, no quedaron en ningún colegio o deseen cambiarse de colegio durante el año escolar, y la falta de información para apoyar la toma de decisiones de la familia, aspecto crucial en un sistema que garantiza la libertad de elección. Por ejemplo, no se informa sobre los colegios disponibles, sus desempeños en las pruebas nacionales, si cobra financiamiento compartido y si tiene convenio SEP vigente, entre otros factores. Además, se abre una ventana para una eventual manipulación, pues resulta en la práctica imposible fiscalizar más de 11 mil sorteos y al Mineduc.

Para darle confiabilidad a este proceso postulamos que su administración esté a cargo de un consejo autónomo que dé garantías a todos los sectores y que, además, se aplique gradualmente partiendo por una región del país de manera similar a como se hizo con la reforma procesal penal. Ayudará a crear confianzas el hecho de que el proceso puede ser muy transparente. El algoritmo que asigna a los estudiantes puede ser no solo público, sino que también auditado por terceros. Además, es flexible, permitiendo coordinar la asignación de todos los postulantes, aun si los establecimientos también expresan preferencias no discriminatorias por los estudiantes como podría ser su desempeño en un examen de admisión, como hace el Instituto Nacional.