El Mercurio, 1 de octubre de 2017
Opinión
Economía

Un mayor crecimiento mundial no basta

Vittorio Corbo.

En el caso chileno actual, lo que se requiere son políticas orientadas a crear un ambiente más propicio para el crecimiento del empleo, de la inversión, del capital humano y de la productividad

Apoyada en políticas monetarias expansivas y el progreso en la reconstrucción de los balances de las empresas, familias e instituciones financieras, la recuperación cíclica de la economía global ha seguido fortaleciéndose y extendiéndose a más países. Entre los países avanzados sorprenden el dinamismo de la Zona Euro (ZE) y de Japón, mientras que EE.UU. agota holguras y crece en torno a su tasa potencial. Como resultado, en los países avanzados, el desempleo sigue bajando y las brechas de capacidad se reducen.

La gran sorpresa de esta recuperación global han sido las bajas tasas de inflación de los países avanzados y del mundo en general, a pesar del menor desempleo y la disminución (o desaparición en algunos casos) de las brechas de capacidad. Se especula que su origen yace en la globalización, la revolución digital y la robótica que han limitado el crecimiento de los salarios y reducido los márgenes de distribución.

Con una recuperación más sólida, los bancos centrales de los principales países avanzados comienzan a reducir los estímulos monetarios o a preparar el terreno para hacerlo, a pesar de tasas de inflación que están por debajo de sus metas, estimando que con el progreso de la recuperación el alza de la inflación es solo una cuestión de tiempo. El banco central que está más avanzado en el proceso es la Reserva Federal (FED) en EE.UU., donde el desempleo ya está por debajo de la tasa objetivo y su consejo ya comenzó a subir la tasa y anunció ahora que comenzará a reducir el tamaño de su balance.

Los países emergentes también participan del repunte de la economía global, liderados por China. El gigante asiático sorprendió con un crecimiento del 6,9% anual en el segundo trimestre, pero hay preocupaciones, tanto de sus autoridades como del resto del mundo, por la estabilidad de su sistema financiero, dado que este crecimiento ha ido de la mano de una rápida expansión del crédito.

El resto del mundo emergente se beneficia del mejor entorno externo, mejores precios de productos primarios y condiciones financieras globales favorables. En particular, Asia Emergente se beneficia del dinamismo de China y del comercio global. Europa Central y del Este, en tanto, aprovechan la mejora significativa de la ZE, su principal socio comercial. De otra parte, Brasil, Rusia y Argentina dejan atrás sus recesiones, ayudadas por el progreso en sus ajustes internos y por la recuperación de los precios de productos primarios. Como resultado, ahora se proyecta que este año y el próximo la economía mundial crecería en un rango del 3,5% al 4%, tasas no vistas desde el año 2010.

Los riesgos de las proyecciones de corto plazo están sesgados al alza y los principales son un repunte mayor que el estimado tanto en la inversión como en la productividad. Pero también hay riesgos a la baja, los que incluyen: (1) Una brusca caída de precios de activos gatillada por efectos no anticipados de los ajustes en la política monetaria de la FED y del Banco Central Europeo. (2) Evolución de la política fiscal en EE.UU. (3) Desaceleración y problemas de inestabilidad financiera en China. A lo anterior se agregan riesgos políticos y geopolíticos.

Chile ha tenido un crecimiento mediocre en los últimos cuatro años, bajo 2% anual en promedio. Una parte de este bajo crecimiento hay que atribuirlo al fin del superciclo del cobre, pero otra parte importante se debe a un aumento de la incertidumbre y un deterioro en el ambiente de negocios, que afectaron a la inversión y al empleo privado.

No hay dudas de que en el último año el entorno externo de la economía chilena ha mejorado significativamente y más allá de lo esperado -precio del cobre al alza, precio del petróleo contenido, mayor crecimiento del PIB y del comercio mundial, fin de la recesión de Brasil y Argentina, y condiciones financieras internacionales que se han mantenido favorables-, configurando un cuadro auspicioso para la recuperación. Sin embargo, los cuatro años de caída en la inversión, el envejecimiento de la población que continuó su paulatino progreso, el lento avance en la mejora del capital humano (por los limitados avances en mejorar la calidad de la educación y de la formación profesional), y el bajo o nulo crecimiento de la productividad, contribuyeron a reducir significativamente el crecimiento potencial, esto es, la tasa de crecimiento sostenible sin que se creen problemas de cuenta corriente o de inflación. Dicha tasa ha caído a la mitad, comparado con lo estimado hace solo cinco años, ubicándose ahora en torno al 2,5% anual.

El mejor entorno externo y las amplias brechas de capacidad son un buen punto de partida para crecer en el corto plazo sobre el nivel potencial. Para ello, se requieren políticas que reduzcan la incertidumbre y contribuyan a la expansión del gasto privado. Sin embargo, el viento de cola de la economía mundial no es suficiente para sostener un crecimiento por sobre el 4% anual por un tiempo prolongado.

¿Cuáles son los principales desafíos para retomar un crecimiento sostenido sobre el 4%?

En esto no hay recetas mágicas, pero sí lineamientos básicos que se derivan de principios económicos y de estudios comparados. En el caso chileno actual, como lo han identificado numerosos estudios y comisiones, lo que se requiere son políticas orientadas a crear un ambiente más propicio para el crecimiento del empleo, de la inversión, del capital humano y de la productividad.

En el caso del empleo, esto pasa por facilitar el ingreso a la fuerza laboral y a adquirir un empleo a los jóvenes y mujeres con bajos niveles de calificación y adultos mayores, y facilitar la inmigración. En la inversión lo que se requiere es mejorar la eficiencia y la certeza de los procesos de aprobación de grandes proyectos, simplificar las regulaciones, reducir la complejidad y el sesgo anti-ahorro y anti-inversión del sistema tributario, hacerse cargo de las carencias en la infraestructura pública complementaria a la inversión privada, reducir la incertidumbre con respecto al curso de las políticas económicas y revalorizar el papel del empresariado y de la iniciativa privada. En capital humano, es necesario enfrentar las debilidades de calidad de la educación preescolar, básica, media y técnica profesional.

En el área macroeconómica es necesario reforzar la solvencia fiscal, la que se ha visto debilitada por la seguidilla de déficits fiscales de años recientes y por los numerosos compromisos de gastos futuros asumidos durante los últimos años. En paralelo, es necesario seguir avanzando en la promoción de la competencia y de las mejores prácticas de negocios.

Para incrementar la tasa de crecimiento de la productividad – la única forma de dar un salto en el crecimiento potencial por un tiempo prolongado-, se requieren además políticas orientadas a facilitar la reasignación de recursos hacia sectores de mayor productividad (flexibilidad y movilidad laboral, creación y destrucción de empresas), el emprendimiento, y la innovación.

Algunas de estas debilidades (y oportunidades) también se hacen explícitas en el informe reciente de competitividad del Foro Económico Mundial, el cual identificó en su encuesta que los cinco principales obstáculos para el desarrollo de negocios en Chile son las restrictivas prácticas laborales (prácticas de contratación y despidos), la ineficiencia de la burocracia gubernamental, la inestabilidad de las políticas económicas, las regulaciones tributarias, y las tasas de impuestos. El mismo informe identificó la salud y la educación primaria como las áreas en que Chile muestra los atrasos más importantes en comparación con otros países.

Estas reformas procrecimiento y equidad van a tener que llevarse a cabo en un ambiente donde la empoderada y ahora mayoritaria clase media, creada al alero del exitoso modelo de desarrollo chileno de los últimos treinta años, demanda bienes públicos de calidad, como la reducción de la delincuencia, una mejor salud y educación pública, menos corrupción y mejoras en los sueldos y en el empleo -los cinco principales problemas que deberían concentrar los esfuerzos del Gobierno según la última encuesta CEP- y estas son justamente las áreas de políticas públicas peor evaluadas de esta administración según la encuesta CADEM.

A esta lista es necesario agregar el problema de las bajas pensiones.

Una estrategia que se haga cargo de los impedimentos internos al crecimiento es fundamental para retomar tasas por sobre el 4% anual por un período prolongado, porque con un mayor crecimiento mundial no basta. El crecimiento es la única forma de poder seguir mejorando el bienestar de la población y de paso proveer mayores recursos al Estado de modo sostenible, lo que, junto a una mayor eficiencia en el uso de estos -lo que se ha identificado como un gran problema y cuya solución requiere una reforma profunda del Estado-, permita poder enfrentar las demandas por bienes públicos de mejor calidad.