El Mercurio, 16/10/2011
Opinión

Un mundo incierto, sus implicancias para América Latina

Vittorio Corbo.

El Fondo Monetario Internacional, en su informe reciente sobre las perspectivas de América Latina, proyecta, en su escenario base, un crecimiento para América Latina y el Caribe de 4,5% para este año y de 4,0% en el próximo.

Este escenario tiene un fuerte sesgo a la baja, es decir, es muy probable que el crecimiento sea menor al proyectado. Los riesgos a la baja vienen por tres supuestos que no es claro terminen siendo ciertos: los líderes europeos son capaces de contener la crisis de deuda soberana en la periferia de la Zona Euro; el Presidente Obama y el Congreso de EE.UU. son capaces de lograr un acuerdo que incluya estímulos fiscales de corto plazo con un ajuste creíble de mediano plazo que sea capaz de fortalecer la solvencia fiscal; y la volatilidad en los mercados financieros globales no se incrementa.

De estos tres supuestos, el más cuestionable es el primero, de hecho la crisis europea ya golpea a Italia y, en menor medida, a España. Además, el presidente del Banco Central Europeo (BCE) declaró a comienzos de esta semana que la crisis europea ya era sistémica y llamó a sus líderes a actuar decididamente para intentar controlarla.

Pero para resolver un problema hay que estar consciente primero de la dimensión de éste y es lo que parece que han terminado entendiendo la Canciller Merkel y el Presidente Sarkozy.

Así, a partir de esas señales, en las últimas dos semanas los líderes europeos han comenzado a discutir un programa más amplio para controlar la crisis. Los elementos centrales que va a tener que incluir este programa son: un mecanismo para administrar una reducción importante de la deuda griega; un programa para aumentar la capitalización de los bancos con posiciones importantes en activos griegos para que puedan absorber sus pérdidas sin desestabilizarlos ni afectar sus operaciones; reformas pro crecimiento y de consolidación fiscal en los países periféricos y en los que su solvencia está siendo cuestionada por las pobres perspectivas de crecimiento y la baja capacidad para generar responsabilidad fiscal en el tiempo; y provisión de financiamiento a los países que hoy son solventes, pero que tienen problemas de acceso a liquidez a un costo que no pone en riesgo su solvencia futura; éste es el caso de Italia y, en menor medida, de España. Para esto se va a requerir un mecanismo intergubernamental capaz de movilizar el financiamiento que sea necesario.

Mientras se articula todo este programa, se requerirá una compra más agresiva de bonos de estos dos países por parte del BCE. Además, el BCE también tendrá que implementar una política monetaria más expansiva e incrementar sustancialmente la compra de bonos.

Pero es importante resaltar que desde reconocer lo que se requiere hacer hasta llegar a la solución hay un largo camino, el cual está lleno de desvíos y obstáculos, los principales relacionados con la capacidad de los liderazgos políticos para poder lograr la aprobación de las medidas y para después poder implementarlas.

Con esta realidad, las perspectivas de crecimiento para Europa y para la economía mundial se deterioran. En el caso de Europa, los ajustes fiscales, la restricción del crédito y el aumento de la incertidumbre ya están afectando negativamente a su crecimiento y varios países ya se encuentran en recesión o al borde de ésta.

La caída en el crecimiento de Europa va a impactar también a EE.UU., que ya se encuentra con un crecimiento bajo. Para América Latina es muy importante lo que pase con China -aquí las noticias son más positivas-. Aunque China va a sufrir los efectos de la desaceleración de la economía mundial, lo más probable es que sus autoridades nos sorprendan una vez más con su capacidad de utilizar políticas contracíclicas para moderar su desaceleración.

Con todo, el escenario de crecimiento mundial del Informe del FMI, de un 4% el 2011 y el 2012, se ve ahora como muy optimista. Por supuesto que si la crisis europea no se logra controlar, sus efectos serían aún más negativos, no sólo para Europa, sino que también para la economía global.

En este marco de una economía mundial que puede terminar experimentando una importante desaceleración, el Informe del FMI hace recomendaciones de políticas macro para estar preparados para esa eventualidad.

Creo que, tal como recomienda el Informe del FMI, es importante para países como Chile, Colombia y Perú -donde los indicadores macroeconómicos muestran un crecimiento en torno a su tendencia y una inflación en torno a sus metas, con tasas de interés de política en torno a su nivel neutral y con balances fiscales ajustados por el ciclo que muestran déficits- proteger su estabilidad fortaleciendo sus cuentas fiscales para así guardar municiones para que de materializarse un escenario incluso más negativo poder complementar políticas monetarias expansivas con políticas fiscales expansivas orientadas a maximizar sus efectos en la actividad y el empleo y para proteger a los grupos más vulnerables.