La Tercera, domingo 27 de enero de 2008.
Opinión

Una mirada al desarrollo de la educación superior

Harald Beyer.

Hace cuatro décadas un año adicional de educación media elevaba en 14 por ciento los ingresos de las personas. En la actualidad ese retorno llega apenas a 8 por ciento. Esto es consecuencia de que la mayor oferta de personas con educación media no ha ido acompañada de una expansión equivalente en la demanda. En cambio, en el caso de la educación superior la tasa de retorno se ha duplicado en el mismo período desde un 13 a un 25 por ciento. La demanda ha crecido más que la oferta de profesionales. La tasa de retorno de carreras más cortas (dos a cuatro años), aunque no alcanza estos niveles, es igualmente elevada: en torno al 16 por ciento.

Esta realidad hace muy atractivo ingresar a la educación superior. Sin embargo, las encuestas Casen indican un cierto estancamiento en acceso. Ello es particularmente cierto para los sectores de menores ingresos. Las encuestas Casen revelan que en los últimos años la cobertura de los quintiles tres y cuatro no ha subido y en los quintiles uno y dos es aún muy baja. No es evidente si ésta es una situación puntual o refleja un problema estructural.

Sobre esto último debe notarse que la proporción de estudiantes que asiste a universidades del Consejo de Rectores ha ido cayendo significativamente. Esta realidad se ha manifestado en todos los niveles de ingreso. Por ejemplo, en 1996 en el tercer quintil de ingresos un 62 por ciento de los que estaban cursando estudios superiores lo hacían en las instituciones del Consejo de Rectores. En 2006 dicha proporción se había reducido a un 42 por ciento. Sin embargo, los programas de apoyo financiero a los estudiantes no han seguido esta tendencia y están todavía muy concentrados en las universidades que integran dicho consejo. Que el financiamiento estudiantil dependa todavía demasiado de las características jurídicas de la institución y no de los jóvenes que aspiran a la educación superior parece inapropiado y puede ser una barrera a un aumento mayor en la cobertura.

Esto también obedece a que alrededor de un 45 por ciento de los egresados de media proviene de la educación técnico profesional y sus oportunidades de acceso a la educación superior son acotadas. Están especialmente concentrados en los tres primeros quintiles de ingresos y entre los que rinden la PSU el promedio de puntaje no supera los 450 puntos. Así muchos de ellos no acceden a las universidades agrupadas en el Consejo de Rectores. Sin perjuicio de que debe elevarse la calidad de la educación, su mejor oportunidad actual son las demás instituciones de educación superior, sobre todo las de carácter más técnico.

Pero ahí el financiamiento es más escaso. Además, la formación que se recibe en muchos establecimientos técnico-profesionales no es de buena calidad, estando muy alejada de la que se ofrece en los buenos centros de formación técnica e institutos profesionales. Es, entonces, razonable buscar mecanismos de integración vertical, pero la subvención actual en la educación técnico profesional parece ser insuficiente para incentivarla. Hay en este ámbito una reflexión pendiente.