Políticamente la izquierda ha aprovechado su supuesta preocupación por los más pobres. Su discurso pretendía monopolizar el tema de la pobreza. Incluso se intentó, con cierto éxito, promover una odiosa e injustificada superioridad moral sobre un tema que ciertamente nos preocupa a todos. El informe del Consejo de Trabajo y Equidad, fruto de la desinteresada y esforzada dedicación de susmiembros, nos muestra que en Chile hoy es posible, a través de propuestas concretas, trascender esa añeja polarización de izquierda y derecha. Esto ya es un gran logro.
La pobreza es un problema que nos compete a todos. Es sabido que en términos de desigualdad Chile se sitúa en un lugar poco honroso. En nuestro país el 10% más rico gana más de 30 veces lo que el 10% más pobre. Para crecer y reducir esta brecha debemos preocuparnos por el empleo de lo más pobres. En Chile el 20% de los hogares de menores ingresos tiene una tasa de empleo que esmenos de la mitad de la tasa de empleo del 20% de los hogares con mayores ingresos. Más preocupante aún resulta constatar que la tasa de empleo de los más pobres disminuyó entre 1996 y 2006. En cambio, para los grupos de mayores ingresos, aumentó. Los dardos, ya lo sabemos, siguen apuntando a nuestra gran deuda en educación.
Los defensores del Estado de bienestar tienden a promovermecanismos de ayuda para los más pobres. Desgraciadamente muchos de estos programas sólo han creado dependencia del Estado. Y en Chile bien sabemos que algunos programas no sólo favorecen a los pobres. En palabras de Rawls, la sociedad debe buscar formas de favorecer a los más desfavorecidos. Pero el problema está en cómo favorecerlos.
En particular, quiero referirme a una notable iniciativa propuesta por el Consejo de Trabajo y Equidad. La clave es que incentiva el empleo, y no la dependencia en un Estado paternalista. Se propone implementar un subsidio a los ingresos de los asalariados o cotizantes independientes del quintil más pobre. El 20% de los chilenos de menores ingresos recibiría un 30% del salario bruto con un tope de 7,5 UF. Lo interesante es que se pagarían dos tercios del subsidio directamente al bolsillo del trabajador y el restante tercio al empleador. Esto último incentiva la contratación. Así se formaliza nuestro mercado laboral, con todos los beneficios que esto acarrea. Incluso la discusión del salario mínimo -una medida con efectos perversos- podría disiparse. Y el subsidio, al llegar directo al bolsillo del trabajador, incentiva la entrada al mercado laboral. Con esta medida ganan los trabajadores más pobres, sus familias y los empleadores. En definitiva, gana Chile.
Harald Beyer, desmenuzando las causas y ventajas de este subsidio al ingreso laboral de los más pobres, ejemplifica su potencial impacto. (*) Una familia pobre promedio, con miembros que tienen un ingreso per cápita de menos de $ 30 mil -esto es un ingreso familiar líquido de $ 118.500, combinando adecuadamente empleo con subsidios puede alcanzar un ingreso per cápita cercano a 55 mil pesos. Ello corresponde a un ingreso familiar de $ 219.780, que los sacaría de la pobreza.
Medidas como esta no son originales. Ya en 1975 Gerald Ford había iniciado el programa del earned income tax credit, una propuesta que fue mejorada y expandida bajo los gobiernos de Reagan, Bush y Clinton. Tampoco son patrimonio de la izquierda. Milton Friedman propuso en 1962 un impuesto negativo. (**) Existe en diversos países. Entre los economistas cuenta con un apoyo transversal que abarca, por diferentes razones, desde Gary Becker hasta Amartya Sen. En definitiva, si al consumidor no le gusta hablar de subsidios, esta propuesta puede plantearse como un impuesto negativo. Y si por principio usted no está de acuerdo con ningún tipo de redistribución, piense esto en términos de compensación: Chile le debe mucho a los más pobres. Nuestro Estado ha fallado entregándoles una mala educación.
No debemos perder de vista que en educación estamos frente a una oportunidad histórica. Aunque afortunadamente hay señales alentadoras de que primará la cordura, no olvidemos cómo fue este proceso. Pese a todo -incluido el caso Provoste- estaba el acuerdo. Pero en el Congreso se han alzado voces en contra. La razón: faltó un apoyo contundente el día 21 de mayo.
El contexto en el que se ha movido nuestro Gobierno indica que difícilmente un idea tan lúcida como este subsidio laboral pueda ver la luz en este período. Lo bueno es que el informe está ahí. Será patrimonio del próximo Presidente, quien podrá sacarle provecho. Y será un gran salto para Chile.
( ) Harald Beyer, «El Subsidio a los Ingresos del Trabajo propuesto por el Consejo de Trabajo y Equidad«, Puntos de Referencia N°291, mayo 2008
(**) Ver capítulo 12 de Capitalism and Freedom.