Sebastián Piñera invitó durante su campaña a una buena forma de gobernar y le pidió a la población una oportunidad para llevarla adelante. Ayer, la población se preguntó y por qué no. Le dio una votación de más de 44 por ciento, en el límite superior de las proyecciones de los diversos analistas. Su adversario de segunda vuelta, el candidato oficialista, no llegó al 30 por ciento. La posibilidad de que este último logre el triunfo en segunda vuelta es mínima, porque las preferencias políticas a estas alturas no son tan fluidas y están relativamente cristalizadas. Para llegar al 50 por ciento más uno de los votos, Frei no sólo necesitaría sumar todos los votos de Arrate, sino que atraer, al menos, a un 70 por ciento de los votantes de Enríquez-Ominami, una proporción que ninguna encuesta ha sugerido como posible.
En cambio, Piñera necesita sólo un 30 por ciento de los votos del candidato independiente para ceñirse la banda presidencial, una proporción que diversos estudios de opinión sugieren que es altamente probable. El panorama para Piñera es aún más positivo si se tiene en cuenta el fuerte retroceso de la votación del pacto de la Concertación con el Juntos Podemos Más. Ambas coaliciones, claro que yendo por separado, habían obtenido en la elección de diputados de 2005 más del 59 por ciento de los votos válidamente emitidos. En esta elección bajaron su votación en más de 14 puntos porcentuales. Una parte de ella fue para los llamados candidatos descolgados e independientes, pero la coalición que respalda a Piñera subió en más de cuatro puntos porcentuales su votación y pasó a ser la principal fuerza política en la Cámara. Esta realidad es especialmente motivadora para la Coalición por el Cambio, más todavía cuando ninguno de los partidos de ésta, más allá de algunas derrotas y victorias emblemáticas, puede sentirse defraudado.
En una segunda vuelta el desembarco del gobierno en la campaña se va a producir con fuerza, pero su impacto será modesto porque a partir de hoy éste será claramente «un pato cojo» y más que el aura del gobierno pesará el de la Concertación que no sólo ha gobernado durante veinte años, sino que ha confundido el rumbo. Hay cuestionamientos a lo que se ha hecho, se habla de mea culpas, se quiere más Estado, se pacta con el Juntos Podemos Más; en fin, parece vivirse en un espíritu de permanente refunfuño. Sin embargo, la población cree que el país está progresando y está optimista sobre el futuro. Todo esto favorece a Piñera, que, a pesar de estar en la oposición, refleja mejor la continuidad con cambio a la que aspira la población.