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Economía

2023: Un año de múltiples desafíos en lo económico

Sebastián Izquierdo R..

2023: Un año de múltiples desafíos en lo económico

Es inevitable enfrentar esta desaceleración, que, a fin de cuentas, busca normalizar la sobrecalentada actividad que nos dejó un fuerte incremento del gasto fiscal del 30%, junto al 20% del PIB de los retiros de pensiones.

“La parte más baja del ciclo recesivo está por llegar y podría ser el primer trimestre de 2023”. Con estas palabras, la presidenta del Banco Central comentó el último Informe de Política Monetaria (IPoM), el cual refleja un descenso del PIB entre un 1,75% y un 0,75% en el 2023. Un escenario más pesimista que el previsto en septiembre. A este pronóstico se suman también distintas organizaciones internacionales como el FMI, Banco Mundial y la CEPAL; es más, esta última advirtió que la economía chilena sería la única en la región en contraerse.

Es inevitable enfrentar esta desaceleración, que, a fin de cuentas, busca normalizar la sobrecalentada actividad que nos dejó un fuerte incremento del gasto fiscal del 30%, junto al 20% del PIB de los retiros de pensiones que, como muchos lo advirtieron, vino acompañado de una desbordada inflación que perjudicó los ingresos y las tasas de interés, haciendo más difícil la tarea de corrección. Más pobreza, más desigualdad.

Dicho esto: ¿cuáles son los desafíos más relevantes que deberá sortear nuestra clase política en 2023? Aquí dibujo tres, que van más allá de la profundidad de la caída y la veloz salida de dicha recesión, los cuales consideran tanto un aspecto institucional como político:

  1. El desafío político más inmediato será contener las presiones de mayor gasto social y de nuevos retiros. Esto, en un polarizado y fragmentado contexto político, que es acechado por indicios populistas, y en un contexto de estrechez fiscal bastante más limitado que el de años anteriores.
  2. En política pública, más allá de ejecutar ágilmente la inversión pública de los diferentes proyectos en carpeta, con el propósito de amortiguar el desempleo, se debiese potenciar una agenda potente que fomente el crecimiento y la productividad. Esta debe ser capaz no solo de revertir el efecto del alza de impuesto que hay detrás de las dos principales reformas –tributaria (que busca recaudar un 3,5% del PIB) y pensiones (que aumenta las cotizaciones del 10% a un 16%)–, sino también de elevar el estancado producto potencial de nuestra economía, que será la fuente de sostenibilidad en la satisfacción de las variadas urgencias sociales. No nos saquemos la suerte entre gitanos: Chile lleva dos décadas con un decrecimiento económico estructural, por lo que el problema que enfrentamos no es solo coyuntural.
  3. La implementación del reciente acuerdo constitucional -que no está libre de riesgos- vendrá con una elección que será el mejor termómetro de la moderación v/s la polarización. Tendremos claridad del verdadero sentir del 64% del rechazo, en las diferentes fuerzas políticas, que será la orientación más relevante del nuevo pacto social. Sin duda, la principal certidumbre para la inversión pasa por resolver el tema constitucional, pero desde el punto de vista político se abre una oportunidad para resolver el sistema político-electoral, y así terminar con esta fragmentación y excesiva proliferación de partidos que dificulta los acuerdos. Esta es en realidad “la madre” de la actual vacilación.

Estos desafíos por sí solos son una tarea titánica, imagínese todos estos a la vez (más otros que vendrán). Más allá del color de nuestras autoridades de turno, es crucial que todos los sectores políticos propicien los acuerdos, pues estos serán un requisito necesario -mas no suficiente- para abordar los desafíos que nos depara el 2023.