Los desafíos que enfrentamos hoy en conservación van más allá de la creación de un nuevo servicio público. Se requiere de gobernanza, coordinación interinstitucional, financiamiento y educación.
El cambio climático ha llegado con fuerza y decisión a nuestro país, manifestándose en sequías, eventos extremos y fuertes olas de calor. Esto genera importantes impactos en nuestra calidad de vida, infraestructura y agricultura. De manera menos perceptible, nuestra vegetación y biodiversidad se deterioran significativamente cada año, debido al impacto de la sequía, olas de calor y amenazas antropogénicas, como el sobrepastoreo. Enfrentar este desafío complejo requiere institucionalidad, financiamiento y un trabajo articulado entre el Estado, la sociedad civil y las universidades
En Chile, históricamente la conservación de la naturaleza ha sido abordada sectorialmente y no ha contado con el financiamiento y liderazgo que se requieren. La reciente promulgación de la ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) es un gran avance para la institucionalidad. Sin embargo, los próximos tres años estarán concentrados en su compleja implementación y el desafío de integrar la labor de distintos organismos para conservar el 22% de la superficie terrestre y el 40% de la superficie marina. Los compromisos internacionales y desafíos actuales requieren, además que el SBAP incorpore más de 6 millones de hectáreas a la conservación en los próximos seis años
Ante el urgente desafío de conservar la biodiversidad en Chile, en el año 2019, el Centro de Estudios Públicos (CEP) creó una comisión de trabajo multidisciplinaria, la cual ha entregado recientemente un informe con 30 medidas urgentes en distintas áreas a ser implementadas antes de 2030. En este contexto, en los últimos meses, se han realizado presentaciones del informe en distintas ciudades de nuestro país, generando la oportunidad única de conocer y conectar a cientos de personas comprometidas con la conservación, ya sea desde el Estado, la sociedad civil ola academia
A través de ellas, hemos podido conocer los desafíos, dolores y satisfacciones detrás de iniciativas de conservación privadas y públicas, como la gobernanza que se requiere para la creación de nuevas áreas protegidas o el cuidado de especies amenazadas. También pudimos conocer a personas que, desde los municipios, intentan proteger su biodiversidad local sin contar con programas nacionales que los apoyen. Conversamos con funcionarios del Estado sobre la magnitud de personal, capacidades y financiamiento que demandan los desafíos regionales de biodiversidad, los cuales no tienen posibilidad de ser cubiertos en el mediano plazo con los recursos comprometidos
Todo lo anterior nos muestra que los desafíos que enfrentamos hoy en conservación van más allá de la creación de un nuevo servicio público. Se requiere de gobernanza, coordinación interinstitucional, financiamiento y educación. Junto a un liderazgo del Estado que articule a sus organismos, es necesario contar con mecanismos y espacios que permitan la participación de la sociedad civil, la academia y los privados. Por último, no debemos olvidar educar a nuestros ciudadanos sobre cómo pueden aportar en la conservación de la naturaleza. En definitiva, la conservación es una tarea compleja y urgente, y requiere de un compromiso país.
