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Después del 18, ¿qué?

Sebastián Izquierdo R..

Después del 18, ¿qué?

El juego de la política hoy se da en un nuevo escenario, pero no lo olviden: las demandas de la gente no han cambiado, se han intensificado.

Las Fiestas Patrias no solo han permitido un reencuentro con nuestras denostadas tradiciones, sino que han dejado aquilatar los contundentes resultados del plebiscito, vislumbrar un nuevo escenario político y un inminente reacomodo del gobierno y su programa. El texto rechazado era parte importante del programa del Presidente Boric. Así, en un nuevo contexto en el que ya no tiene el camino pavimentado para sus reformas, el Ejecutivo deberá ser capaz de aterrizarlas, modificarlas y/o negociarlas con una oposición que no debe engolosinarse con el triunfo del Rechazo. Ser un actor mezquino no solo no sería beneficioso para nadie, sino que miope con esta nueva oportunidad que tiene el Congreso para reivindicarse con la ciudadanía.

Un estudio reciente de “Tenemos que hablar de Chile”, deja ver que los síntomas de malestar y la incertidumbre que agobian a la ciudadanía se han intensificado y diversificado. En términos “sencillos”, nuestro país está viviendo un cuadro agudo de estrés social, provocado por la falta de resolución -no refundación- de los desafíos ligados a materias de salud, educación, pensiones, delincuencia e inseguridad. Las personas, más empoderadas que nunca y disconformes con la política, ven con preocupación cómo sus dirigentes son el problema, aunque también saben que son parte crucial de la solución.

La descarada vinculación del gobierno en la campaña por la opción vencida terminó zamarreando al oficialismo, quien ha tenido que moderarse, recurriendo a aquellas figuras emblemáticas de las antiguas castas que tanto denostaban. ¿Se hace un mayor reconocimiento a los últimos 30 años que tanto criticaron desde el Frente Amplio? Sin duda. Sin embargo, esto no quiere decir que las tensiones entre las dos coaliciones oficialistas estén resueltas; ni tampoco avanzar en la dirección correcta es lo mismo que alcanzar un objetivo. El futuro dirá si este cambio es un mero maquillaje o, más bien, un pragmático cambio de timón.

En esta misma línea, la oposición debe poner de su parte o, más bien, no debe negar la sal y el agua, como hizo la oposición de ese entonces con ellos. Dar respuestas a las demandas sociales requiere necesariamente que la clase política sea capaz de ponerse de acuerdo en la resolución de dichas urgencias. No se confundan; la victoria del Rechazo en esta batalla de las ideas no es suya, sino de los civiles.

Ser obstruccionista responde a una lectura tan errada como la que realizaron los convencionales y el gobierno del 80/20 del referéndum de entrada. ¿Cuánto más tendrá que pasar para que comprendan lo urgente que es alcanzar acuerdos con un horizonte común, más allá de sus intereses partidistas? Esta es la única forma de lograr transformaciones que lleguen a la vida cotidiana de las personas.

Sí, es una realidad: con el resultado de este plebiscito hay un antes y un después. El juego de la política hoy se da en un nuevo escenario, pero no lo olviden: las demandas de la gente no han cambiado, se han intensificado.