La Tercera, 23 de agosto de 2014
Opinión

El debate sigue

Lucas Sierra I., Ricardo González T..

Patricio Zapata ha comentado en su columna del martes nuestra propuesta de sistema electoral para reemplazar al binominal. Proponemos un sistema mixto mayoritario que contempla una Cámara de Diputados de 150 miembros, 100 elegidos en distritos uninominales y 50 vía lista nacional cerrada. El profesor Zapata sostiene que nuestra propuesta no es viable, no es socialmente legítima, no es adecuada a las necesidades de expresión de la sociedad y es disfuncional a la estabilidad. Agrega que la relación entre ciudadano y representante es un valor muy apreciado por el elector chileno y que nunca en nuestra historia electoral hemos tenido candidatos designados directamente por los partidos.

Sobre la viabilidad, ella es un problema del sistema político antes que de nosotros con el profesor Zapata. Sobre la legitimidad social, a través de los 100 distritos uninominales que contempla, nuestra propuesta hace posible dicha legitimidad, porque refuerza la relación entre ciudadano y representante. Al achicar los distritos acerca a ambos y, de paso, hace más competitiva la contienda electoral al abaratar las campañas. En cambio, la propuesta electoral del gobierno agranda los distritos, alejando a los electores de los representantes y encareciendo las campañas.

Sobre la expresión de la sociedad, el sistema mixto que proponemos le da cabida vía el voto de lista, con asignación proporcional de escaños, mejorando las posibilidades de que los partidos pequeños obtengan representación. Sobre lo disfuncional a la gobernabilidad, nuestra propuesta contempla 100 escaños uninominales para, precisamente, darle un carácter mayoritario al Congreso, que guarde relación con el carácter mayoritario del Ejecutivo. Esta es garantía fundamental de gobernabilidad en un esquema presidencialista.

Por último, la práctica indica que los partidos sí han designado directamente a los candidatos. Independientemente de eso, nosotros valoramos el hecho de que los partidos tengan un rol muy preponderante en el funcionamiento de la democracia representativa.