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El fenómeno de la gente

Leonidas Montes L..

El fenómeno de la gente

Lo que está en juego es el compromiso político con la democracia liberal y representativa. El PDG tuerce esta tradición.

El Partido de la Gente —hay que usar esa mayúscula— fue creado a fines de 2019. Se juntaron las firmas y en julio de 2021 se legalizó ante el Servicio Electoral. Es un partido muy joven. Y su padre fundador es Franco Parisi.

Parisi estudió ingeniería comercial en la Universidad de Chile y tiene un doctorado en administración en la Universidad de Georgia. Fue profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, donde también fue vicedecano y decano interino el 2010. Sus alumnos lo recuerdan con aprecio, siempre bien vestido y con auto deportivo. Pero el 2011 olfateó la fama dándose a conocer en programas de radio y televisión. La economía en simple era lo suyo. Junto a su hermano Antonino estrenaron el programa “Los Parisi: el poder de la gente”. Esto fue un anticipo de lo que venía.

Dando clases en un magíster en Finanzas de la Universidad de Chile, Parisi conoció a Gino Lorenzini, quien se había educado con los jesuitas en el colegio San Ignacio y la Universidad Alberto Hurtado. Este ingeniero comercial olfateó otra oportunidad. Creó “Felices y Forrados”, una plataforma que le permitía arbitrar con los cambios de fondos previsionales. Llegó a tener más de 200 mil clientes. En junio de 2021 se le acabó el negocio. No sabemos si quedó feliz, pero al parecer sí quedó forrado. Y volvió su mirada al negocio de la política. En agosto del 2021 anunció su candidatura presidencial. Pero el fundador, líder y controlador del Partido de la Gente (PDG) era Parisi. Lorenzini fue defenestrado del PDG.

La trayectoria de Parisi y su exitosa candidatura desde el extranjero son conocidas. Obtuvo casi un millón de votos, quedando en tercer lugar después de Boric y Kast. Y en el Congreso, el PDG logró la elección de seis diputados, con un 8,45% de votos para el PDG. Es el partido que la lleva en términos de militantes y potencial de crecimiento (tres diputados se han sumado a sus filas y ahora coquetean con Jiles y Carter). Desde la izquierda y la derecha se les acusa de populistas. El fenómeno político del PDG obedece a un mercado sin leyes. Es un laissez faire, laissez passer de la política, con líderes que viven e interpretan la maximización de la utilidad. Todos los votos y toda la gente tienen cabida en esa función de utilidad.

En un reciente estudio titulado “Partido de la Gente. La construcción del individualismo posdemocrático”, Aldo Mascareño et al. han investigado este fenómeno. El PDG ha desarrollado un fuerte trabajo territorial y digital a lo largo del país. Se despliegan, como vendedores ambulantes, con campañas en terreno. Cada persona sugiere a otra para contactar, formando extensas redes de contacto e influencia. Así se construyen los “círculos comunales”.

Son muy fuertes en el uso de redes sociales. Lo que más emplean es Facebook y grupos de WhatsApp. Y tienen más de 20 programas distintos que transmiten a través de YouTube. Además, usan Twitter e Instagram para promocionarlos y posicionar a sus futuros líderes.
El PDG declara “no tener ideología”, una aspiración populista común en la historia de América Latina que hoy sacude a todo el mundo. Su aspiración es la de una democracia directa a través de una “democracia digital”. Sería una caja de resonancia de lo que “gente común y corriente” quiere. Así reemplazan la tradicional orientación normativa de los partidos tradicionales por un agregado de anhelos y deseos. No hay una línea política. Tampoco mediación o deliberación. Solo la suma de preferencias individuales.

Pero el problema es más profundo. Lo que está en juego es el compromiso político con la democracia liberal y representativa. El PDG tuerce esta tradición. No en vano el diputado Gaspar Rivas abiertamente se declara nuestro sheriff o el Nayib Bukele de la política chilena. El germen autoritario también está latente.