El Mercurio, 17 de julio de 2016
Opinión

El orden de las familias

Ernesto Ayala M..

Como lo han hecho otros actores antes que él, Jason Bateman (1969) está haciendo serios esfuerzos por convertirse en un director de cine respetable. Durante los noventa y dos mil se fogueó dirigiendo series de televisión, hasta realizar su primer largometraje el año 2013, «Bad Words», una comedia negra por fuera y blanda por dentro, sobre un adulto que entra a un campeonato escolar de deletrear palabras. No era una cinta redonda, pero funcionaba bastante bien, especialmente al ver a Bateman -que suele protagonizar papeles de un tipo razonable, bonachón, más bien inocente- hacer de hombre insolente, testarudo y cruel, especialmente con los niños que competían junto a él.

Su segundo largometraje, «The Family Fang » (2015) también tiene su lado filoso y es posible que ello haya limitado su repercusión en Estados Unidos y haga improbable su estreno comercial en Chile. La cinta sigue a los dos hijos de artistas conceptuales (Christopher Walken y Maryann Plunkett), que en los años ochenta realizaban performances públicas, urbanas, de apariencia espontánea, donde los niños tenían gran protagonismo. Podían sacarse una inocente foto familiar en un mall y, al sonreír, todos mostrar largos colmillos y sangre cayendo de sus bocas; o simular un asalto a un banco, en el que la madre terminaba brutalmente baleada. Annie (Nicole Kidman) y Baxter (el mismo Bateman) ahora son adultos, pero algo no anda bien. Ella es un actriz famosa pero alcohólica, y él es un escritor con un largo bloqueo creativo. Un accidente de Baxter los reúne de vuelta en la casa de sus padres y los hermanos ven con cierto pavor que las «aventuras» de su infancia podrían repetirse.

Basada en la novela del mismo nombre de Kevin Wilson y escrita por David Lindsay-Abaire, la cinta camina por la tradición de las familias disfuncionales, excéntricas y singulares que tienen un referente fundamental en los Glass de J.D. Salinger, de donde también se ha alimentando una rica tradición narrativa norteamericana (Cheever, Eggers, P.T. Anderson, Wes Anderson o los Duplass, entre otros). Estas familias suelen ser reflejos de una sociedad que admite y necesita habitantes fuera de la medianía, especímenes «raros» en una primera mirada, pero que a las finales son partes integrales de una sociedad plural y diversa, donde su diferencia, pese a la disrupciones que pueden provocar, enriquece el paisaje.

La cinta comete el error, sin embargo, de asumir que los padres Fang han marcado de forma indeleble el destino de sus hijos, al punto que los problemas, tanto de Annie como Baxter, serían causados por su continua participación en las acciones de arte. Esto es factible, y quizás un cuidadoso norteamericano medio de hoy lo daría por hecho, pero no se ve en la cinta, no se siente ni está contado. Lo que se observa de la infancia de los Fang, a través de flashbacks y videos caseros, es más bien una familia que disfruta de estas performances, en un ambiente de plena complicidad.

La película funciona mejor cuando los padres vuelven a aparecer, ya más viejos, y vemos a Christopher Walken en escena. A veces da la sensación de que Walken nunca falla. Con setenta y poco años, asume cómodamente el rol de Caleb Fang, como un artista inquieto, apasionado, juguetón, cabrón, brillante y testarudo. Caleb no tiene un asomo de culpa por sus performances del pasado y duda más bien del presente. Desprecia las películas de su hija, tiene serias críticas sobre los libros de su hijo y lo dice sin filtro ni compasión, asumiendo que habla entre artistas, de igual a igual. No será el padre más sensible, pero resulta imposible no respetarlo. Su medida de las cosas es la integridad artística. A su lado, Annie y Baxter palidecen como personajes; incluso Kidman y Bateman palidecen como actores. El cine, como las personas, tiende a retratar a los artistas muy flojamente. Aquí, sin embargo, acierta con justicia. La cinta cierra cuando, hacia el final, los hijos aprenden de Caleb lo que se negaron a aprender antes. O eso parece.

 

The Family Fang
Dirigida por Jason Bateman.
Con Jason Bateman, Nicole Kidman y Christopher Walken.
Estados Unidos 2015, 105 minutos.