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Política y economía unidas…

Leonidas Montes L..

Política y economía unidas…

La buena relación entre la economía y la política es fundamental. Ambas deben caminar de la mano. Es evidente que sin política saludable, la economía sufre. Y sin una sana economía, la política se enferma.

Durante el gobierno de Aylwin, nuestro país creció a un sorprendente 7,4%. En los seis años de Frei crecimos un 5,5% y bajo el sexenio del gobierno de Lagos, 4,8%. Con Bachelet I bajamos a 3,5% y con Piñera I nos recuperamos, alcanzando un 5,4%. En ese período políticamente estable y económicamente exitoso (1990-2014), el crecimiento promedio fue de más del 5%.

Éramos tan exitosos que, a fines del 2009, terminando el primer gobierno de Bachelet, el ministro Velasco logró que Chile entrara al exclusivo club de los países más desarrollados, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Y pese a que veníamos saliendo de una crisis, nos creíamos “la raja”. Tanto que el encuentro Enade 2010, con lo más granado del mundo empresarial y político, se llamó “Viva Chile mierda”. Hasta la tradicional convocatoria a Enade en latín nos quedaba chica. Chile volvía a crecer con fuerza. Pero en esa misma Enade, el Presidente Piñera hacía un llamado premonitorio a “no dormirse en los laureles”. Y dos años más tarde, en 2012, Alejandro Foxley comenzaba a advertirnos sobre la “trampa del ingreso medio”.

Como las segundas partes no suelen ser buenas, con Bachelet II (2014-18) crecimos solo un 1,8%. Y con Piñera II (2018-22), pese al octubrismo, al covid y al opio constitucional, un 2,5%. Los jaguares dejamos de rugir y de compararnos con Nueva Zelandia.

Pronto se cumplirán 10 años del fin del binominal, ese “sistema perverso” que, según Peñailillo, había “hecho tanto daño a la democracia”. Al inicio de su segundo gobierno, Bachelet celebraba la “oportunidad histórica” para terminar con esa “espina clavada en el corazón de nuestra democracia”. Por fin “un proyecto que va a fortalecer la democracia en Chile”. No fue así. Nuestro sistema político se deterioró hasta alcanzar los niveles de fragmentación y descomposición que hoy sufrimos. Con más de 22 partidos en el Congreso y la emergencia de parlamentarios transaccionales, llegamos a lo que Carlos Peña ayer definió como la “deformación perniciosa de la política”.

Hace también unos 10 años, el ministro Arenas llevó adelante una curiosa reforma tributaria. Sin entrar en detalles, tuvo un costo enorme para el país. Aunque en los últimos 20 años, 34 países de la OCDE bajaron sus impuestos corporativos y dos países, Polonia e Irlanda, los mantuvieron, lo curioso es que solo Chile los subió. Si al final de Bachelet I el ministro Velasco nos integró a la OCDE, al comienzo de Bachelet II nos alejamos de los países exitosos de la OCDE. Entonces empezó nuestro gradual y sostenido deterioro económico y político.

El 2014, nos desviamos de ese sendero que disfrutamos durante más de 20 años. La buena relación entre la economía y la política es fundamental. Ambas deben caminar de la mano. Es evidente que sin política saludable, la economía sufre. Y sin una sana economía, la política se enferma.

En los dos primeros años del gobierno de Boric, Chile ha crecido solo un 1,1%. Aunque el escenario de largo plazo, con un PIB tendencial de alrededor del 2%, no es auspicioso, las recientes buenas noticias auguran un crecimiento cercano al 3% para este año. Ahora bien, en lo económico, la duda es si este gobierno crecerá un poco más o un poco menos que el 1,8% de Bachelet II. Y en lo político, hay una gran duda sobre las reformas de pensiones y tributaria.

Pese a ambas dudas en lo económico y político, no todo está perdido. El Presidente Gabriel Boric tiene una oportunidad única y más grande: volver a unir la política y la economía. Si logra reformar nuestro sistema político y llevar adelante la cruzada contra la “permisología” que ahoga y ahuyenta la inversión, la economía y la política podrían recuperarse. Con estas dos reformas, necesarias y posibles, sería aplaudido. Y ganaría un merecido lugar en la historia.