El Mercurio, 7 de julio de 2016
Opinión

¿El resto es Chile?

Joaquín Trujillo S..

Las cartas de ayer de Diego Matte y Carlos Correa están conectadas. Llaman la atención sobre el uso y abuso de ciertas expresiones: en el primer caso, «de Chile» (para referirse a una nueva agrupación filarmónica), y en el segundo, «el resto es música» (que critica esta fórmula por denotar una retórica vacía).

Chile ostenta un minucioso trabajo por el cuidado de su lenguaje oficial. Nuestro Andrés Bello lideró, en buena parte, ese cuidado que había que poner en liberarnos de la saturación barroca, que era muy dada a decorar innecesariamente la lengua. Ese estilo del Código Civil, por ejemplo, es una música sobria que ha acompañado nuestra manera de abordar los problemas. Nos vacuna contra la confusión y la mentira.

La expresión «el resto es música» previene contra lo mismo, pero de forma muy desafortunada. Así también cuando se dice «es poesía», como si la poesía no fuese, en cambio, la mayor concentración que alcanza el lenguaje, y la música, su despegue definitivo.

Así, para estos efectos, cuando el apóstol Juan abre diciendo que en el principio era el verbo, nos dice que el resto no es poesía ni, me atrevo, menos música. Más bien al contrario.