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En búsqueda de un buen acuerdo en pensiones

Gabriel Ugarte V..

En búsqueda de un buen acuerdo en pensiones

La nueva propuesta de reforma previsional del gobierno trae algunos avances, pero aún necesita ajustes importantes. Es crucial aumentar la proporción de la cotización que se destina a cuentas individuales y asegurar que la parte solidaria que se reembolsa ofrezca una rentabilidad acorde al mercado.

La reforma previsional sigue un lento trámite en el Congreso, aunque recientemente ha habido más actividad de lo habitual. A principios de agosto, el gobierno anunció modificaciones al proyecto, con el difícil objetivo de acercar posiciones entre los diferentes actores involucrados. Esta iniciativa fue seguida la semana pasada por la firma de un protocolo de acuerdo con la oposición para la tramitación del proyecto, el que incluye aumentar las pensiones hoy a través de un seguro social. ¿Qué tan cerca estamos de un buen acuerdo?

Un punto esencial para evaluar este proyecto es cómo asegura un justo equilibrio entre mejorar las pensiones de hoy sin poner en riesgo las de mañana.

El diagnóstico técnico es claro y ampliamente compartido. Aunque la PGU ha aumentado las jubilaciones promedio, los sectores medio-altos, y especialmente las mujeres, se siguen quedando atrás (Comisión Técnica de Pensiones 2024).

Por otro lado, para el promedio de los futuros pensionados, incluso si se destinaran todos los puntos adicionales de cotización a cuentas individuales, sus tasas de reemplazo serían similares a las actuales (Superintendencia de Pensiones 2024). Ello debido a que la PGU, al ajustarse solo por inflación, pierde importancia en el futuro.

Vamos ahora a las modificaciones anunciadas por el gobierno. Al igual que la propuesta anterior, esta contempla un aumento de seis puntos porcentuales en la cotización, donde la mitad se destina a cuentas individuales y la otra mitad a un fondo solidario.

El proyecto mantiene prácticamente la totalidad de los beneficios del seguro social, donde destaca un subsidio transitorio de 0,1 UF por año cotizado a los pensionados actuales y el bono para compensar la mayor esperanza de vida de las mujeres.

¿Y qué pasa con los futuros pensionados? El cotizante podrá recuperar dos de los tres puntos destinados a la solidaridad, lo que funcionará como una especie de préstamo. El otro punto no se recupera, ya que se utilizaría para financiar el bono por sobrevida de las mujeres, que no sería transitorio. Aquí surgen los problemas.

El costo de este bono es significativamente menor que un punto de cotización (DIPRES 2023). Junto con ello, a pesar de que el “préstamo” implicará la emisión de un instrumento financiero, su retorno dependerá de la sostenibilidad del fondo que paga los beneficios. Según las simulaciones del gobierno, la pensión resultante de este reembolso sería cerca de un 40% menor que la obtenida en el mercado, y podría ser aún más baja si el fondo enfrenta restricciones.

Sin duda, se pueden implementar medidas para mejorar la rentabilidad de los fondos en beneficio de los futuros pensionados, aunque sus efectos pueden ser limitados o inciertos. El gobierno sigue proponiendo separar la administración y la gestión financiera de las AFP, a pesar de que el consenso técnico desaconseja esta medida y plantea serias dudas sobre los beneficios potenciales. Una idea interesante es licitar el stock de afiliados para reducir las comisiones, pero esto se complica cuando el Estado participa en la licitación, generando un riesgo de competencia desleal.

La nueva propuesta de reforma previsional del gobierno trae algunos avances, pero aún necesita ajustes importantes.

Es crucial aumentar la proporción de la cotización que se destina a cuentas individuales y asegurar que la parte solidaria que se reembolsa ofrezca una rentabilidad acorde al mercado.

Esto implicaría menos ingresos y más costos para el fondo, lo que podría poner en riesgo su sostenibilidad. En ese caso, sería prudente seguir las recomendaciones de la comisión técnica y enfocar los beneficios en quienes realmente lo necesitan. De lo contrario, si cargamos excesivamente a las futuras generaciones, el sistema podría volverse tanto inequitativo como insostenible.