Entrevista al investigador y editor de la revista Estudios Públicos, Aldo Mascareño.
El investigador del CEP advierte que otro eje que cruzará el debate es entre la gente que tiene capacidad de esperar una gratificación futura y otra que quiere una gratificación más inmediata.
Como ciudadano, Aldo Mascareño salió después de almuerzo a votar y, como muchos otros que fueron a las urnas a expresar su opinión política, demoró bastante. Es que, como reconoce, no era nada fácil doblar los votos, ni menos encontrar la preferencia entre los numerosos candidatos que llenaban las papeletas.
Pero en la noche, ya con el panorama claro de las cartas que se jugarían la presidencial, contestó nuestro llamado para iluminar desde la sociología algunos aspectos de esta elección. Mascareño es doctorado en la Universidad de Bielefeld (Alemania) –su tiempo profesional lo distribuye entre ser investigador senior del Centro de Estudios Públicos (CEP) y profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez–, y en sus presentaciones ha advertido que no es necesario buscar como sociedad el consenso permanente, sino que desarrollar modos de convivencia con los disensos, más propios de sociedades complejas como las nuestras.
Y bastó la pregunta sobre su “apreciación general” de la elección, para que desplegara su análisis: “Más sociológicamente, la expectativa del orden social es la que se impone, en este caso con el triunfo de Kast sobre Sichel y quizás también sobre Provoste. Y explica incluso que tenga más votación que Boric”.
Pero no apunta sólo a lo que en una primera aproximación se concibe como orden –mayor seguridad, el controlar la violencia, al narco, o la de la protesta que daña al pequeño negocio–, sino que “hay otra noción del orden social que está también de fondo en esta votación, especialmente en la de Kast. Y esta apunta a las expectativas que todos tenemos de que mañana el mundo será parecido al que es hoy. Que mi dinero no va a valer menos por la inflación, que podré seguir pagando la colegiatura de mi hijo, o que encontraré trabajo después de salir de la universidad. En definitiva, que podré seguir avanzando en mis planes de vida. Es una seguridad, un concepto de orden que va mucho más allá de la violencia, pues se asocia a la idea de que existe una estabilidad en el mundo. De que mis propias expectativas no sean sólo castillos en el aire, sino que pueda alcanzarlas”.
Discurso refundacional jugó en contra de Boric
-¿Tener estabilidad para desarrollar mis proyectos personales?
Exacto. Mis proyectos de vida, que pueden ser personales o colectivos, con mis grupos, ya sea de amigos, de trabajo, mi familia.
-O sea, todo lo contrario a ciertos mensajes del Frente Amplio al final de la campaña.
No solo los mensajes de Sebastián Depolo, que fue la gota que rebalsó el vaso. Sino que el carácter refundacional que imprimieron muchos personeros del FA. Eso jugó no solo en contra de Boric, sino a favor de Kast.
-¿En qué variables se aprecia esa búsqueda de estabilidad?
Es una aproximación analítica de lo que se ha visto. Por ejemplo, se puede ver con la inflación, pues la gente se está dando cuenta que el arriendo sale más caro, que ya no les alcanza para comprar el auto que querían. Son esos elementos que han ocurrido en el último tiempo y que se reflejan en las redes sociales, con sentimientos más negativos hacia estos temas. En definitiva, se busca que las expectativas no sean sólo wishfull thinking, pues de ellas depende mi proyecto de vida.
-¿La receta sería cambio con gradualidad?
Lo que Sebastián Sichel representaba, de hecho. La candidatura de Boric va a tener que adoptar algo parecido, para que la gente pueda tener confianza de que el mundo continúa y no se le vendrá encima de un día para otro. La gente quiere cierta seguridad –en la medida que sea posible darla en el mundo complejo en el cual vivimos–, y a la vez que va a mejorar, por ejemplo, en términos de educación o salud.
-¿Es una demanda más propia de clase media? Quizás en los 60, los votantes no tenían nada que arriesgar y apostaban por proyectos más radicales.
La clase media requiere tener confianza en que las instituciones funcionen, necesita saber que si pierde su pega, encontrará otra en el corto plazo. Requiere de un horizonte de instituciones que me provean de alternativas, y no de una promesa de que todo va a ser mejor. Dice ‘Sí, ya conozco el mundo, sé como funciona, y sí, queremos transformarlo, pero paso a paso’. La modernización de los últimos 30 años genera unas clases medias bien distintas a las de los 60, que venían del proceso de migración campo-ciudad. La actual clase media está inmersa en redes sociales, consume, viaja…
-¿Buscar el orden, bajo esta idea, sería ser parte del centro?
Si las candidaturas más de centro hubiesen puesto más el tema del orden social –no necesariamente del orden como control de violencia–, les podría haber ido mejor. En ese sentido, votar por Kast puede ser de alguna manera como… el costo que hay que pagar por el orden. Eso puede haber pensado mucha gente. En el caso del Frente Amplio, vemos cómo en la Convención está más bien en el centro… Este resultado es un llamado a ambas candidaturas que han jugado con los extremos, para que de algún modo generen condiciones de reconocimiento de este otro centro, más amplio que las categorías de izquierda y derecha.
-¿De qué eje hablas entonces?
Es un error pensar que esta es una elección que se jugara en términos de izquierda y derecha. Es cierto que se instalan en posiciones de una izquierda y una derecha, pero existe otro eje que cruza esa idea, entre la gente que tiene capacidad de esperar una gratificación futura y otra que quiere una gratificación más inmediata.
-¿Cómo estos otros ejes pueden explicar, por ejemplo, los resultados de la convención y ahora estos?
Es que el público no viene votando izquierda o derecha. Viene votando por estos otros ejes más transversales, relacionado a cómo se conecta con la incertidumbre. Y ahí hay un grupo que exige y es más inmediatista en la gratificación que quiere obtener, se resiste a transformaciones de largo plazo, y quiere transformaciones ahora. Y se genera ahí otro centro: en un momento, si se le ofrece cambio, bien; y si en otro momento se le ofrece orden, bien… y cambia. Es un grupo que se forma en redes sociales…
-¿Hacen una especie de zapping político?
Exactamente. Es más emocional que racional, y por eso es más oscilante.
-¿Esa oscilación es algo normal en las sociedades actuales o vivimos una anomalía?
Es cada vez más normal. Y esa característica emocional tiene mucho que ver con las experiencias locales en las cuales me muevo, y aquellas particulares que cada uno tiene. En Santiago gana Boric, pero en las regiones mas del centrosur gana Kast. Pareciera ser que en los centros hay un votante que distingue más de izquierda y derecha, pero en las periferias influye más lo local, donde no me interesa si es de izquierda o de derecha, si apoyó o no una dictadura, sino que quiero ver qué me ofrece. Eso apareció cuando se plebiscitó la Constitución europea, donde los centros urbanos votaron a favor, pero los campesinos prefirieron votar en contra; o lo ocurrido con el Brexit. Ahí hay un fenómeno global entre las experiencia locales y las de centro.
-Eso explicaría cómo en el norte se impone Kast o Parisi, en un bastión histórico de la izquierda, asociado quizás al tema migratorio.
Claro. Por las experiencias locales, y eso hace que la decisión sea más emocional que la cultura más racional de izquierdas y derechas. Esta otra cultura política construida desde lo local es la que oscila y se mueve en la medida que alguien ofrezca algo asociado a ese plano.
-¿Desde esa perspectiva no estaríamos ante discursos extremos?
Si pensamos en términos distintos al del eje izquierda-derecha, se está ofreciendo algo que se conecta con un gran grupo de la ciudadanía. Si tanto Kast como Boric son los que la ciudadanía ha apoyado, uno diría que son alternativas reales más que extremas.
-¿Pero no son polarizantes?
Tienen ese riesgo, lo que puede generar un problema social: que las alternativas plurales se pierden, pues las múltiples identidades que una sociedad puede desarrollar van quedando capturadas por estos dos grandes polos; se genera una deflación de los valores y con ello la sociedad pierde diversidad. Por eso la situación sociopolítica estará muy compleja en los próximos meses.
-Ante estos discursos más emocionales, planteas que el pragmatismo de los líderes es el antídoto.
Esa es una alternativa. Lo que hay que evitar en momentos de polarización es que no se produzcan hegemonías. El disenso no es problemático si se maneja en estructuras democráticas, pero cuando hay mucho disenso y la gente se pone nerviosa, hay mucho deseo de imponer hegemonía, tanto desde la izquierda o la derecha. La alternativa es pensar la situación menos ideológicamente, actuando más pragmáticamente, generando alternativas plurales.
-Igual este mes –por los discursos previos de ciertos líderes- podríamos entrar a los relatos del “Yo o el caos”. Aunque quizás no es tan dramático y es propio de elecciones presidenciales donde está en juego quién se queda con el poder.
Hemos vivido otras elecciones recientes con cierta polarización. Y es cierto que se puede producir polarización, pero también por eso mismo las candidaturas, como estrategia política, deberían estar forzadas a moderar sus posiciones. ¿La razón? Deben captar a un electorado oscilante, que ya se sabe que respondió a la idea de orden social, y que quiere cambios sin arriesgar lo que ya consiguió.
-O sea, más pragmatismo. ¿Ves a alguno más hábil en ello?
Boric ha hecho algo de eso, pero también está totalmente tensionado por el PC… Y vamos a ver si Kast lo logra.
15% de Parisi, adeudando la pensión: “Quizás por eso no tuvo más”
-¿Podrías explicarme desde la sociología cómo es que una persona que no paga la pensión alimenticia de sus hijos saca 15% de los votos? ¿Cómo a ese grupo de ciudadanos eso le puede ser indiferente?
Parisi hizo esta campaña en redes, con personas que se informan por esas plataformas, que actúa sobre la base de esas movilizaciones digitales producidas en Twitter, que cree toda la crítica a la clase política que se hace ahí, de que está todo mal y que se vayan todos los políticos. Es el tipo de votante más emocional que ideológico, ajustado a sus experiencias locales. Es un fenómeno bien obvio de estos tiempos.
-¿Pero sin importarle incluso lo de la pensión alimenticia?
Quizás por eso no tuvo más votos… es una buena frase como para fin de la entrevista, se ríe.