Diario Financiero, 22 de diciembre de 2017
Opinión
Opinión Pública

¿Hay esquizofrenia en los votantes chilenos?

Ricardo González T..

La primera vuelta presidencial fue una sorpresa. Las expectativas, ancladas en torno a la información provista por las encuestas, indicaban que Sebastián Piñera tendría una votación más alta que el 36,64% que obtuvo y que Beatriz Sánchez alcanzaría mucho menos que el 20,27%.

Más aún, la suma de lo conseguido por los candidatos de izquierda superaba el 50%, lo que para muchos analistas y la presidenta de la República, Michelle Bachelet, era una señal de que la ciudadanía demandaba continuar con la agenda de grandes transformaciones que su administración había iniciado.

No obstante, las recientes elecciones parlamentarias y de CORES e incluso las municipales del año pasado señalaban algo contrario a esa lectura. En todas esas elecciones, Chile Vamos obtuvo rendimientos superiores comparados con comicios anteriores. Más aún, esta coalición tuvo uno de los mejores desempeños, en términos de escaños conseguidos en el Congreso, desde el retorno de la democracia. Visto de esa manera, los resultados de la segunda vuelta presidencial no parecen sorpresivos.

¿Qué pasó con las fuerzas de izquierda en la segunda vuelta? Una simple descomposición de los votos por comuna, cortesía de Francisco Gallego y Felipe González, profesores de la PUC, muestra que, en promedio, cerca de un 30% de los votos de Sánchez no se traspasó a Alejandro Guillier en segunda vuelta, probablemente porque ese grupo decidió abstenerse de votar, ya que el traspaso de esos votos a Piñera, de acuerdo a sus estimaciones, fue casi cero.

Por otro lado, Piñera y Kast lograron movilizar muchos más electores en las comunas que les favorecieron en la primera vuelta.

Por lo tanto, ¿estamos en presencia de un electorado esquizofrénico? Para nada.

Los resultados, ¿indican que los chilenos se derechizaron? No, ya que el número de personas que se identifican con alguna posición ideológica ha disminuido constantemente, de acuerdo a las cifras acumuladas de las encuestas CEP. De hecho, por estos días hay menos gente que se identifica con la derecha que en 2005, año de elecciones en las que también compitió Sebastián Piñera.

¿Cómo se pueden interpretar estos resultados entonces? Primero, como un rechazo al diagnóstico de la Nueva Mayoría, ese que sostenía que había un malestar transversal en la ciudadanía ―cuyo origen estaba en la desigualdad y en la mercantilización de ciertos ámbitos de nuestra vida en sociedad ― y que se requerían cambios radicales a la institucionalidad político-constitucional y un nuevo modelo de políticas económicas y sociales para atenuarlo.

Segundo, como un respaldo a un camino en que el crecimiento de los ingresos sigue siendo importante y de reformas específicas a los servicios públicos y privados, que contribuyan a reducir la desigualdad de acceso a éstos y a proteger a la clase media, concepto que Piñera reiteró durante la campaña, de eventos que puedan perjudicar la situación económica de los hogares que, con tanto esfuerzo, han logrado cimentar.