En los últimos dos meses, los mercados internacionales han estado afectados, especialmente, por la evolución de la actividad en los principales países avanzados y emergentes, y por las expectativas de respuestas de política en los países desarrollados y en China.
La recuperación de EE.UU. retomó fuerza después del duro invierno, pero preocupa la lenta evolución del sector vivienda y de la inversión en maquinaria y equipo, además de las condiciones del mercado laboral. En la Zona Euro, la recuperación sigue a una tasa lenta, destacando el dinamismo de Alemania y España. Los avances institucionales en la construcción de una Unión Monetaria y la recuperación económica han reducido los spreads de los bonos de los países periféricos de la Zona Euro. Sin embargo, en Japón, el alza del IVA llevó a una anticipación de gasto en el primer trimestre y ahora la economía está perdiendo más fuerza que lo anticipado.
Por su parte, en China las últimas cifras muestran que las medidas de ajuste para controlar la banca en las sombras, el excesivo endeudamiento de los gobiernos locales y el boom inmobiliario siguen afectando al dinamismo de su economía con más fuerza que lo anticipado. El resto de los países emergentes y en desarrollo enfrentan un mayor dinamismo en los países avanzados, un menor dinamismo de China y las consecuencias de sus ajustes internos, con un efecto neto de una desaceleración mayor que la anticipada.
En cuanto a perspectivas, la recuperación de EE.UU. y de la Zona Euro debiera seguir fortaleciéndose en los próximos trimestres. Con todo, el crecimiento de los países avanzados no va a ser suficiente como para reducir significativamente el desempleo y las brechas de capacidad, por lo que la inflación y las tasas seguirán bajas.
En los países emergentes, el crecimiento de China va a seguir perdiendo dinamismo y se anticipa que, para poder crecer sobre 7% anual, las autoridades tendrán que complementar los programas ya anunciados de construcción de viviendas sociales y de expansión de ferrocarriles con nuevos estímulos.
En el escenario base, se espera que este año la economía mundial crezca algo más que el año anterior, impulsada principalmente por un mayor dinamismo de los países avanzados, especialmente de EE.UU. y de la Zona Euro.
Por su parte, en la economía chilena, el crecimiento ha ido perdiendo fuerza en los últimos tres trimestres, influido por el ciclo económico y los efectos de una mayor incertidumbre, tanto interna como externa. Por el lado de la actividad, el sector manufacturero sigue registrando tasas de crecimiento negativas y la minería presenta una reducción en su tasa de expansión. En la demanda interna, la inversión ha caído con fuerza y el consumo privado continúa desacelerándose.
El mercado laboral ha perdido el dinamismo mostrado hasta mediados del 2013. La tasa de desempleo ha aumentado y el crecimiento del empleo asalariado se ha reducido con fuerza, a diferencia de una mayor creación del empleo por cuenta propia. En tanto, la inflación sigue sorprendiendo y llegó hasta 4,3% anual en abril. Se estima, por un lado, que este aumento se debe a los efectos transitorios de la depreciación del peso, y que, por otro, el aumento en el desempleo y la menor actividad esperada debieran contribuir a acotar los efectos de segunda vuelta de la depreciación del peso y del alza reciente en la inflación.
En cuanto a las proyecciones, el crecimiento del consumo privado debiera seguir moderándose por el menor dinamismo del mercado laboral, la desaceleración del crecimiento y la incertidumbre externa e interna. En tanto, la inversión seguirá débil, afectada por el ciclo económico y la incertidumbre interna y externa. En cambio, las exportaciones netas debieran fortalecerse debido al mayor crecimiento mundial ―en especial de las economías avanzadas―, la depreciación real y la desaceleración del gasto interno.