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La buena solidaridad

Sebastián Izquierdo R..

La buena solidaridad

Si bien es valorable que la reforma previsional anunciada por el gobierno confirme el aumento de la PGU, la propuesta de hacer crecer en 6 puntos adicionales las cotizaciones va en la dirección incorrecta.

SEÑOR DIRECTOR:

La Pensión Garantizada Universal (PGU) aprobada en enero duplicó el gasto público en pensiones, pasando de 1% del PIB con el antiguo Pilar Solidario a 2%. Hoy, la PGU asciende a $193.917, monto que se reajusta anualmente por IPC y que se suma a las pensiones de cada trabajador. Esta medida, financiada vía impuestos generales, permitió mejorar de forma inmediata las pensiones de dos millones de adultos mayores, aumentando las tasas de reemplazo de 25% a 70% para quienes se encuentran en la mediana de los ingresos formales del país.

Si bien es valorable que la reforma previsional anunciada por el gobierno confirme el aumento de la PGU, la propuesta de hacer crecer en 6 puntos adicionales las cotizaciones va en la dirección incorrecta. Eufemismos más o menos, esos ahorros de los trabajadores pasarán al Estado e irán a reparto.

Si consideramos que cada punto adicional de cotización -asumiendo una densidad de cotizaciones del 50%- equivale a 0,25 puntos del PIB, la actual PGU por sí sola ya equivaldría a 4 puntos adicionales para las cotizaciones de las personas. Si la PGU siguiera aumentando hasta los $250.000 que propone el gobierno, la misma equivaldría a otros 2 puntos de cotización destinadas a solidaridad. ¿Qué quiere decir esto? Que aumentando la PGU se podría llegar a los 16 puntos de cotización -60% más en menos de un año-, equivalentes a los mismos 6 puntos, pero destinando el 100% a solidaridad.

Acá está lo virtuoso de la PGU: el esfuerzo solidario se hace con impuestos generales, lo que resulta eficiente y justo, porque nuestro sistema tributario, al ser progresivo, garantiza que quienes tienen más, pagan más. Al mismo tiempo, no afecta al mercado laboral, pues al no aumentar las cotizaciones no afecta los salarios ni aumenta la informalidad.

No hay para qué meter mano al bolsillo para hacer reparto. Hagamos buena solidaridad, vía impuestos generales a través de la PGU, y discutamos por separado el pilar contributivo. Esto sí permitiría asegurar que los ahorros sean propiedad de los trabajadores y que vayan a sus cuentas individuales.

Alejandro Weber
Decano de Economía y Negocios

Sebastián Izquierdo
Coordinador Académico del CEP