El Mercurio
Opinión

La economía importa y necesita más atención

Vittorio Corbo.

La economía importa y necesita más atención

El control de la dinámica de la razón deuda a PIB requiere ajustar hoy los aumentos de gasto por la pandemia y compatibilizar la tendencia del gasto público con la de los ingresos públicos.

El gobierno que asuma en marzo se va a encontrar con un entorno externo incierto y una economía local con grandes desequilibrios macroeconómicos, inflación al alza y capacidad de crecimiento severamente reducida. Esto sucede en momentos que el sistema político se encuentra muy polarizado, la convención constitucional está en pleno proceso de preparar una propuesta de nueva Constitución —que tendrá que someterse a un plebiscito—, y que la discusión sobre políticas públicas está centrada en el aumento de derechos y prestaciones, en circunstancias que la situación fiscal está muy deteriorada.

Hoy día, la única forma seria de seguir progresando como país y de satisfacer las demandas de la población es controlando la peligrosa dinámica que ha tomado la razón de deuda pública a PIB y enfrentando el problema de bajo y decreciente crecimiento tendencial que muestra nuestra economía. Con grandes desequilibrios macro y bajo crecimiento, las frustraciones van a ser grandes y la historia de nuestro país, y particularmente de otros países de la región, está llena de dolorosos ejemplos.

En cuanto a la situación externa, hay dos grandes preocupaciones sobre la economía global que nos pueden afectar. Primero, tanto Estados Unidos como China, las dos principales economías del mundo e importantes mercados para nuestras exportaciones, terminaron creciendo en el tercer trimestre mucho menos de lo esperado: solo un 0,5% Estados Unidos y una contracción en China. Pasado este bajón, Estados Unidos debiera tomar más dinamismo, a medida que la pandemia vaya cediendo, las cadenas de abastecimiento se vayan normalizando y la demanda siga reorientándose hacia los servicios.

En el caso de China, la situación es más difícil porque los cambios regulatorios y de políticas, introducidos recientemente por el presidente Xi, están impactando a uno de los principales motores de su crecimiento de la última década, esto es, su sector inmobiliario. El ajuste de este sector puede terminar afectando a su sistema financiero y su crecimiento.

Segundo, la inflación ha seguido aumentando en el mundo, afectada por políticas monetarias y fiscales expansivas, problemas en la cadena de abastecimiento de insumos y una lenta recuperación de la oferta de trabajo después de su gran caída al comienzo de la pandemia. La inflación anual de Estados Unidos alcanza un 6,2% anual y la de la Zona Euro, un 4,1%. A medida que la economía siga reabriéndose, el cambio en la composición de la demanda hacia servicios debería también aliviar las presiones inflacionarias de los bienes. Sin embargo, la demanda reprimida, la persistencia de cuellos de botella de oferta, la lenta recuperación de la oferta de trabajo y el alza de los precios de la energía amenazan con seguir presionando la inflación.

La FED reconoce este riesgo. En palabras de Powell, su presidente: “Es evidente que los riesgos son ahora cuellos de botella más largos y persistentes y, por lo tanto, una inflación más alta”. Una inflación alta por un período prolongado puede terminar alejando significativamente las expectativas de inflación de la meta de la FED y retroalimentar un espiral salarios-precios que termine requiriendo un alza más pronunciada de las tasas de interés, lo que no está considerado en las tasas de mercado hoy. Si esto sucede, entre otras consecuencias, se deteriorarían con fuerza las condiciones financieras de los países emergentes.

Volviendo a casa, nos encontramos con una economía recalentada que necesita ajustarse. Las cifras de septiembre muestran que la actividad creció más allá de lo proyectado, alcanzando un 8,1% por encima de su nivel pre-estallido social (septiembre del 2019). Así, Chile, junto con Estados Unidos, ha experimentado una de las recuperaciones más rápidas y pronunciadas a nivel global. La recuperación en Chile ha sido impulsada por políticas fiscales, monetarias y crediticias de apoyo a familias y empresas. También por sucesivos retiros de fondos previsionales que han resultado en aumentos pronunciados de la liquidez de los hogares. De hecho, en términos comparados, el apoyo a los hogares y empresas de Chile está entre los más altos del mundo.

Sin embargo, ahora que la actividad ya se recuperó con creces, es necesario poner más atención en las herencias de este proceso, tales como los importantes desequilibrios macro (un déficit estructural del 11,5% del PIB, un producto que supera en más del 5% a la capacidad productiva, un déficit en cuenta corriente sobre el 2,5% del PIB a pesar de los altos precios del cobre, y una inflación anual que ya alcanza el 6,0%), el problema de pensiones que se agravó con los retiros, un mercado de capitales debilitado, un alza continua en la razón deuda pública a PIB y el empleo de las mujeres y de los jóvenes sigue por debajo de los niveles prepandemia.

Los desequilibrios macro y los retiros de los fondos previsionales tienen importantes efectos sobre la vida cotidiana de las personas en Chile. Por un lado, el alza en la inflación golpea especialmente a los grupos de más bajos ingresos. Por otro lado, los retiros de fondos previsionales no sólo han agudizado el problema de pensiones, sino que también han impactado al mercado de capitales encareciendo el costo del financiamiento a largo plazo, especialmente para la vivienda y la inversión.

El ajuste macro requiere la colaboración de la política fiscal, para que el peso del ajuste no recaiga solo en la política monetaria y así acotar los efectos en las tasas de interés y los precios de los activos financieros. El control de la dinámica de la razón deuda a PIB requiere ajustar hoy los aumentos de gasto por la pandemia y compatibilizar la tendencia del gasto público con la de los ingresos públicos, tarea que va a requerir un nivel de responsabilidad fiscal que hoy no se observa en ningún sector político. Por su parte, la reconstrucción del mercado de capitales será más lenta y pasará por la reparación del sistema previsional y el fortalecimiento de la solvencia fiscal. Por último, la recuperación del mercado laboral formal requiere flexibilidad y capacitación y no aumentos pronunciados de costos laborales.

El segundo foco de atención debiera estar en aumentar el crecimiento tendencial, el que ha caído en forma sostenida desde la primera mitad de la década pasada, según la Comisión Nacional de Productividad. Además de resolver los desequilibrios macro enunciados más arriba, se debe crear un ambiente favorable para la inversión en capital físico —fortalecer el Estado de derecho, derechos de propiedad robustos, simplificar la permisología, claridad en reglas del juego y competencia—, mejorar el capital humano —aumentar la calidad de la educación pública y del sistema de capacitación laboral—, y facilitar los aumentos de productividad. Para esto último hay que trabajar en promover la innovación —lo que además de mejorar el capital humano, requiere de protección de sus beneficios a través de patentes, financiamiento de centros de investigación y mejorar el acceso al crédito de los innovadores—, evitar rigidizar aún más el mercado laboral y seguir avanzando en promover la competencia.

Lamentablemente, frente a esta situación inicial, poco se discute sobre estrategias para enfrentarla. Todavía hay tiempo para remediar eso.