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“La gente ya no avala más estallido y violencia para resolver las demandas del 18/O”

Carmen Le Foulon M..

“La gente ya no avala más estallido y violencia para resolver las demandas del 18/O”

Entrevista a Carmen Le Foulon, coordinadora del área de opinión pública del CEP.

«La población es menos polarizada y entiende de matices», dice la coordinara del área de Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos, quien ahonda en el análisis del último sondeo. Advierte que estamos ante una ciudadanía que “espera cambios, pero con tranquilidad, con diálogo, respetando las normas del juego. Ese es un mensaje muy potente».

La doctora en Ciencia Política y coordinadora del área de Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos (CEP), Carmen Le Foulon, entrega su lectura sobre las principales conclusiones de la última versión que fue dada a conocer el pasado miércoles. Dentro de los datos más llamativos, el sondeo reflejó una alta valoración por la democracia, el diálogo y los acuerdos, además de un aumento en el rechazo a la violencia y a las protestas de 2019.

Para la académica, el encauce institucional de las demandas que se levantaron el 18/O, a través de la Convención Constitucional -que debutó con un magro 24% de confianza-, explica en parte una sociedad más moderada que no avala el atrincheramiento ni la polarización.

¿Cuál es el dato más relevante que deja la última versión de la encuesta?

Uno puede darle muchas miradas, para mí como experta es muy destacable que queda claro que la ciudadanía es moderada, sigue valorando profundamente la democracia, con una perspectiva un poco mejor de la que se registraba durante el estallido social. Sobre todo espera, y en este caso específico preguntamos por la Convención Constitucional, que la clase política privilegie los acuerdos. También hicimos una pregunta sobre si las personas deben obedecer las leyes siempre y tenemos una mayoría, un 59%, que es favorable a aquello. Por lo tanto, se puede concluir que tenemos una población moderada, que está preocupada de problemas como la delincuencia, las pensiones, la educación y, por eso mismo, espera cambios, pero con tranquilidad, con diálogo, respetando las normas del juego. Ese es un mensaje muy potente.

Hay varias señales que podrían interpretarse como una especie de relectura o distanciamiento de lo que fue el estallido de 2019. ¿Se acaba la “romantización” de este hito?

Hay dos dimensiones para entenderlo. Observamos que caen las personas que declaran que apoyaron las manifestaciones, eso indudablemente está asociado a ese rechazo de la continuidad de la violencia, más que a las demandas que se instalaron. Lo que muestran las cifras es que ahora la ciudadanía espera más que violencia y atrincheramiento, que se trabaje para resolver los problemas. La lectura es que con estas demandas del 18/O canalizadas e institucionalizadas a través de la Convención, la gente espera que ese sea el camino para resolverlas y ya no avalan más estallido y más violencia para lograrlo.

También hay señales en favor del diálogo. Un 61% prefiere a convencionales que privilegien llegar a acuerdos, incluso si eso implica ceder en sus posiciones.

Tenemos un 24% que tiene bastante confianza en la Convención Constitucional. Ese es un porcentaje relativamente alto pensando en que la Convención todavía está definiendo su reglamento y aún no entra en el debate constitucional. Hay un potencial para que la confianza aumente cuando vean que ya se está trabajando en la redacción de una nueva Constitución. Las personas tienen altas expectativas aún sobre ese proceso, hay un reservorio de confianza potencial, que podemos leer en este 49% que cree que probablemente una nueva Constitución ayude a mejorar los problemas del país. Por lo tanto, son personas que son optimistas, pero que quieren ver el trabajo constitucional.

Eso justamente cuando se está debatiendo la posibilidad de modificar la regla de los 2/3…

Hay un 61%, es decir, 2/3 de la población que quiere que lleguen a acuerdos. Y se trata de acuerdos amplios. Esto quizás va un poco más allá del debate del sondeo, pero una Constitución que perdure en el tiempo tiene que generar grandes consensos. Y en ese sentido, la encuesta refleja que la población es menos polarizada y entiende de matices.

¿Y a qué atribuye mirando en perspectiva el escenario derivado de un estallido social? Podría haberse anticipado que el contexto sería el contrario…

Todavía seguimos entendiendo el estallido… y acá hay que distinguir a quienes apoyaron ese proceso, quienes participaron de las protestas pacíficas, que fue la gran mayoría, versus quienes participaron en acciones violentas. Son grupos bien distintos. Quienes promueven la violencia suelen ser personas con posiciones más extremas, mientras que quienes participan y apoyan las manifestaciones pacíficas tienden a ser más moderados. El estallido fue una demanda por cambios, también se puede leer como una demanda para terminar con los abusos, pero no como una demanda radical de cambiar el sistema completo. Pese al estallido, la ciudadanía nunca fue demasiado polarizada.

El sondeo refleja, además, un aumento en la aprobación de ciertas instituciones y se mantiene la valoración por la democracia como sistema político.

El respaldo a la democracia se mantiene alto, hay un respaldo sólido a la democracia, pero sí la ciudadanía tiene una visión crítica respecto de su funcionamiento y a las principales instituciones de la democracia representativa, que son los partidos políticos y el Congreso. Es cierto que aumentó un poco su confianza, pero los niveles de confianza son bajísimos, en ambos casos menores al 10%. Eso es preocupante y un desafío que tienen los partidos de volver a reencantar a la ciudadanía. Y en general, volvemos un poco a los niveles preestallido, el estallido social produjo grandes quiebres de las confianzas y ahora hay cierta recuperación de las confianzas.

Presidencial: “Es apresurado decir que la carrera está corrida”

Ud. dijo que la elección está abierta por la significativa cantidad de personas que no tienen claridad sobre su candidato. ¿Es plausible la interpretación de quienes van más atrás, como Yasna Provoste, de que ello implica una oportunidad?

En este momento sigue abierta, si algo nos ha enseñado la política en estos últimos años es que nada está dicho hasta el momento en que se cuentan los votos. Eso lo hemos visto no solo en Chile, sino que en otros países del mundo. Mucha gente, además, va a decidir su voto probablemente muy cerca de la elección. Por lo tanto, es factible lo que dice el comando de Yasna Provoste, porque estamos a dos meses de la elección, porque es una foto anterior a este momento y aún falta todo el periodo de campaña presidencial.

En el comando de Boric y Sichel, por el contrario, decían que eran ellos los que iban a pasar a segunda vuelta, ¿es un poco apresurado entonces ese análisis?

De nuevo, esta es una foto del momento entre el 25 de julio y el 1 de septiembre. Hoy en día tienen mayor proporción las personas que espontáneamente mencionan que los prefieren, pero es distinto a lo que sucede cuando se enfrentan a una papeleta del voto. ¿Tienen motivos para estar optimistas? Sí, pero es apresurado decir que la carrera está corrida.

“El gobierno debería seguir tratando de realizar reformas”

Quedan pocos meses del gobierno del Presidente de Sebastián Piñera, ¿qué margen le queda a un gobierno con un nivel de aprobación tan bajo?

Es difícil el manejo político de un gobierno con aprobación baja, como lo hemos visto. Generalmente presidentes con niveles bajos de aprobación presentan una mayor indisciplina de sus partidos, porque es costoso asociarse al Presidente y, por lo tanto, es difícil el trabajo legislativo que le queda al gobierno.

Atendida esa realidad, ¿cree que el rol del gobierno a estas alturas queda más restringido a sólo administrar?

Un gobierno debiera gobernar hasta el último día, lo que pasa es que se le va a hacer más difícil pasar reformas en el Congreso y esto les pasa a todos. Esto es conocido como el “síndrome del pato cojo”, un gobierno que ya está por finalizar al que, sobre todo pasada la elección presidencial, le es muy difícil gobernar. Pese a eso, el gobierno debería seguir tratando de realizar reformas.

¿Cree que Piñera tiene posibilidad de aumentar sus niveles de aprobación?

Todo puede pasar… tuvo niveles muy bajos de aprobación, por lo tanto, es difícil que suceda un fenómeno de la talla del estallido social que haga que vuelva a caer a ese nivel. Además, se abre el frente de la economía, tenemos un riesgo inflacionario importante, lo han advertido en todos los tonos los economistas del Banco Central y eso va a empezar a afectar a las personas.