El Mercurio, 27 de enero de 2017
Opinión
Opinión Pública

La peligrosa era de la posverdad

Ricardo González T., Cristián Huepe M..

Durante el 2016, el mundo fue testigo de la masificación del fenómeno de la posverdad. Tanto así que el prestigioso Diccionario Oxford escogió a la «posverdad» como la palabra del año en el idioma inglés.

El concepto hace referencia al surgimiento de grupos de personas que forman su opinión basadas en creencias que no coinciden con los hechos objetivos y que son demostrablemente falsas. La pasada elección presidencial de Estados Unidos destacó en este fenómeno: el entonces candidato Donald Trump fue prolífico en difundir afirmaciones falsas que muchos de sus seguidores creyeron sin importar su veracidad.

¿Qué elementos propician la aparición de la posverdad? A continuación, revisamos algunos factores que resultan de dinámicas sociales sistémicas, potenciadas por las nuevas tecnologías de comunicación.

Un primer elemento es la homofilia, esto es, la tendencia natural de los individuos a relacionarse con otros similares a sí mismos. Esta hace que una creencia que se asume como verdadera en el grupo social más cercano reciba constantes refuerzos por medio de la información redundante que circula a través de él, lo que puede producir grandes diferencias entre lo que cree el grupo y la realidad.

Un segundo elemento son las redes sociales, que permiten a todos ser eventuales generadores de información. Para comprender la dinámica de estas redes, recurrimos a herramientas provistas por las «humanidades digitales», área cuyo foco es la elaboración de modelos -similares a los usados para estudiar sistemas complejos en física o biología- que usan la información que nuestro comportamiento deja en el mundo digital. En este contexto, el año 2012, Cristián Huepe, junto a colaboradores del Instituto Max Planck en Alemania, publicaron un modelo que simula un comportamiento básico de las redes, basado en la homofilia: si la mayoría de las fuentes de información emite opiniones distintas de la propia, un individuo puede cambiar su opinión o buscar otras fuentes. Sucesivas iteraciones de este modelo conducen a un escenario en que las personas no están conectadas a ninguna fuente con opiniones distintas de la propia, lo que termina produciendo comunidades independientes.

El modelo también muestra que la proliferación de fuentes de información con pocos seguidores favorece esta fragmentación. Tal proliferación es habitual en las redes sociales -donde cualquiera puede difundirle información a pequeñas comunidades-, y no tanto en los medios de comunicación masiva o en conversaciones cara a cara.

Un tercer elemento es la desconfianza en las instituciones. En general, en el mundo occidental se observa una aguda caída en la confianza en el gobierno, el congreso, los partidos políticos, los medios de comunicación tradicionales y los expertos.

Entonces, ¿cómo surge el fenómeno de la posverdad? La desconfianza de los individuos en las fuentes tradicionales los llevará a buscar contenido en sus redes sociales, en las que, producto de la homofilia, tenderán a circular opiniones cercanas a las propias, sin importar su distancia de los hechos objetivos. La brecha entre creencias y realidad puede crecer hasta el punto que la información al interior de un grupo sea demostrablemente falsa. El grupo, en tanto, no notará esta brecha porque sus miembros se han aislado de las opiniones diferentes a la propia.

¿Es Chile inmune a este fenómeno? Según datos de la encuesta CEP, un 25% de los chilenos siguió temas políticos en redes sociales con alguna frecuencia el 2016. No parece mucho, pero este grupo ha crecido 10 puntos porcentuales en los últimos cinco años, según la misma encuesta. Esta tendencia y la desconfianza generalizada en las instituciones podrían ser un caldo de cultivo para que el fenómeno de la posverdad surja en la época electoral que se avecina en nuestro país. Para evitarlo, resulta esencial que existan referentes de información comunes, que todos los grupos acepten como válidos y le ayuden a la población a identificar estas falacias colectivas. La sección El Polígrafo del cuerpo de Reportajes de este diario hace un aporte valioso en la verificación de los datos que los políticos chilenos mencionan en sus discursos. Más iniciativas de este tipo son necesarias para contrarrestar esta peligrosa tendencia. Por último, en momentos en que las personas desconfían de las instituciones, políticos y expertos, parece más importante aún que también se cuestionen algunas creencias propias, sobre todo aquellas que provienen de sus comunidades autorreferentes. La exposición a visiones distintas es esencial para evitar que la posverdad se imponga.