El Mercurio, 15 de julio de 2018
Opinión
Urbanismo y ciudad

Lavín y la integración social

Slaven Razmilic, Kenzo Asahi.

Si bien la iniciativa del alcalde Lavín ha despertado rechazo de algunos vecinos del sector, al mismo tiempo ha recibido un apoyo bastante transversal desde los medios, la academia y de distintos sectores del mundo político.

¿Es buena la idea de Joaquín Lavín de construir viviendas sociales al lado de la rotonda Atenas en Las Condes? Creemos que sí. En los 90, el gobierno de Estados Unidos asignó aleatoriamente subsidios por montos mayores al estándar vigente para que una parte de las familias postulantes pudiesen arrendar una vivienda en barrios con bajos niveles de pobreza, mientras que, en paralelo, otro grupo recibió el subsidio tradicional. Esta iniciativa, denominada Moving to Opportunity, involucró también el seguimiento, hasta el día de hoy, de los destinos de las familias participantes.

¿El resultado? Los hijos de menos de trece años que se mudaron con sus familias a barrios con bajos niveles de pobreza tuvieron ingresos 31% más altos cuando adultos respecto de los hijos de familias que accedieron al subsidio habitual (Chetty et al. 2016). Lo anterior, de la mano con mayores tasas de ingreso a la universidad, mayor participación laboral y menor incidencia de embarazo adolescente. En cambio, los niños que tenían más de trece años al momento de la mudanza no obtuvieron ingresos más altos e incluso vieron algunos efectos adversos en el largo plazo, posiblemente debido a los efectos disruptivos del cambio.

En el caso particular de Las Condes no hay efectos disruptivos. Son familias que viven pocas cuadras más arriba, por lo que más que «moverse hacia una oportunidad», esta posibilidad les permitirá seguir accediendo a ellas. ¿La alternativa? Salir a la periferia o mantenerse en la situación de hacinamiento en que están en la actualidad con los evidentes costos privados y sociales que ello conlleva. De esta forma, los beneficios de la integración no están restringidos solo a dimensiones simbólicas, sino que tienen beneficios económicos claros para familias vulnerables, junto con ahorros, en el largo plazo, para el sistema de protección social.

Por cierto, la oposición local a este tipo de iniciativas no desaparecerá fácilmente. La vimos pocos meses atrás en Maipú y por estos días también en Peñalolén, donde nuevamente se está recreando el conflicto entre los vecinos de la Comunidad Ecológica y el municipio que busca radicar en zonas cercanas a familias de la propia comuna. Por otro lado, afortunadamente tenemos varias experiencias recientes en Lo Barnechea, Concón e incluso en Las Condes y Peñalolén, que demuestran que buenos proyectos y una buena gestión municipal permiten disipar los miedos y supuestos costos que tanto temen algunos.

Si bien la iniciativa del alcalde Lavín ha despertado rechazo de algunos vecinos del sector, al mismo tiempo ha recibido un apoyo bastante transversal desde los medios, la academia y de distintos sectores del mundo político. Este apoyo puede explicarse, en parte, porque es políticamente incorrecto oponerse, pero también porque es razonable y beneficioso desde una perspectiva ética y económica.

La integración social es un muy buen vehículo para alcanzar una sociedad más igualitaria y la ciudad puede y debe ser un medio preferente para avanzar en esa dirección.

 

Nota: Este texto fue escrito en conjunto con Kenzo Asahi de la Escuela de Gobierno UC.