El Mercurio, 3 de marzo de 2013
Opinión

Los economistas

Sergio Urzúa.

La fauna de los economistas en Chile es amplia. Los hay microeconómicos y macroeconómicos, de derecha e izquierda. Los hay optimistas y pesimistas, prácticos y teóricos. Con estudios en el extranjero y » made in Chile». Es una profesión de alta demanda en tiempos en que la economía anda bien, pero de aún más demanda cuando la cosa anda mal. Es tal la atención que recibe esta profesión, que, incluso, de vez en cuando, abogados y sociólogos se hacen pasar por economistas.

Nuestra tarea profesional no es fácil. El economista trata de entender fenómenos complejos en función de los principios básicos de las ciencias económicas, algunos de los cuales -hay que reconocer- están sujetos a debate. En este proceso es fundamental la capacidad de analizar no una, sino múltiples fuentes de información. Por eso, los economistas respiramos números y cifras. Devoramos las encuestas. Es precisamente esta hambre por información, para bien o para mal, lo que explica el prestigio de la profesión.

Y la seriedad en la utilización de las estadísticas es lo que separa a los buenos de los malos economistas, la distinción más importante en la especie. El buen economista siempre defenderá sus argumentos utilizando análisis empíricos desapasionados, con fuentes de información objetivas. Por eso mismo, estará abierto a ajustar sus posiciones en función de la evidencia más reciente y concluyente. El malo, por su parte, abusará de las cifras. Las utilizará a su discreción y preferirá esconder un dato antes que reconocer que este lo obliga a cambiar su posición.

Llegado marzo, y ante el período electoral que se avecina, las opiniones de profesionales en este gremio recibirán mayor atención de los medios. Las visiones respecto del balance en el ámbito económico de la administración del Presidente Piñera se conjugarán con la discusión sobre las propuestas económicas de los candidatos. Anticipo que el tema de desigualdad de ingresos, mucho más que pobreza, copará la agenda. Se discutirán medidas a favor de la clase media -ahí está el votante mediano-, y se abrirá la discusión en torno a una nueva reforma tributaria. Probablemente reformas estructurales, particularmente en el mercado del trabajo, también se incluyan en la agenda.

Pero, ¿cómo leer a los economistas en un año de elecciones? Le recomiendo precaución. Distinguir uno bueno de uno malo no es fácil. No se deje encandilar por los títulos académicos -pueden ser engañosos-, ni por las posiciones muy excéntricas -se sorprendería de la similitud de las posiciones económicas de los mejores técnicos de derecha e izquierda-. Al final, los buenos economistas que trabajan en el diseño de políticas públicas son aquellos que entregan recomendaciones en función de la evidencia, no de sus preferencias partidistas. Aquellos que buscan el bien del país, no el personal. En Chile hay muchos buenos, pero cuidado con los camaleones, que abundan.