El Mercurio, 31 de julio de 2018
Opinión

Palabras, inversiones y bingo

Joaquín Fermandois.

Tras todo esto se esconde el pálido lenguaje político de la derecha. Esta ha proporcionado a lo largo de la historia figuras con destreza práctica, pero de escasas palabras a recordarse.

En política, frases dichas al pasar pueden pesar mucho. A Salvador Allende le penó eso de que «no era Presidente de todos los chilenos». Si se lee el texto completo, no es tan radical. Sin embargo, esas palabras pasaron a simbolizar la polarización de esos años y había una veracidad de fondo. ¿Sucede lo mismo con las palabras de los ministros Valente y Varela, de aconsejar respectivamente invertir fuera de Chile y que los problemas cotidianos de educación se solucionan con un bingo?

Acertados son los comentarios que defienden un fondo, aunque no la forma de esas expresiones. En el caso de Valente, salta a la vista que se refería a la movilidad de los capitales, aun al precio momentáneo de crear inseguridad. Si hay inversiones externas en el país es porque se puede invertir en el exterior; si se importa es porque se exporta. Solo que se olvidó de que la autoridad debe preocuparse sobremanera de facilitar que sea el país -Chile- el que reciba las inversiones por la confianza que despierte la obra de un gobierno en lo económico, administrativo y también en su estabilidad y legitimidad política; sobre todo, que no se estén cambiando constantemente las reglas del juego y que se pueda pensar en el largo plazo. Por aquí debió haber comenzado el ministro.

También las palabras del ministro Varela poseen una lectura atinente en lo que se refiere a que el derecho a la educación tiene que ver con el imperativo de que todos deban sentirse responsables de ella -y no solo los empleados del Ministerio, aunque sea el ministro-, y que la dirección del liceo o colegio, así como las familias, deben ser parte de un interés continuo por la administración de cada establecimiento. Era la idea al promover la educación subvencionada. Es la razón de por qué el copago voluntario, por ejemplo, no debería ser un escándalo, y por qué no habrá solución en este ámbito si la iniciativa privada no participa en la educación, y que ella nunca podrá sustituir del todo a la fiscal. Entonces, ¿es que el escándalo por lo del bingo no tiene base alguna?

Sí la tiene, lo mismo que en lo referente a las inversiones externas. Confieren impresión acertada de frivolidad y vacío de orientación. En el caso del mercado mundial, que no se olvide que donde hay desarrollo es porque se dieron fórmulas ancladas en países, sociedades, naciones; es en ese sentido que no es puro automatismo del mercado. Y la educación cae en la oquedad si no está animada de la paideia , maravillosa noción vital desarrollada por los griegos, que vincula la educación práctica con ideales de elevación de lo humano, los que con espontaneidad revertirán sobre el conjunto de los habitantes de la polis . Lo del bingo ocultó todo esto. Por el contrario, el «rompe paga» del alcalde Alessandri no entra al campo de la burla. Podrá haber provocado el enojo de algunos, pero se le adivina como respuesta a un deterioro intolerable, responsabilidad de moros y cristianos, y que alguien en algún momento tenía que ponerle coto.

Tras todo esto se esconde el pálido lenguaje político de la derecha. Esta ha proporcionado a lo largo de la historia figuras con destreza práctica, pero de escasas palabras a recordarse. Según la retórica actual, mientras a la izquierda le sobra relato y carece de franqueza práctica, la derecha adolece de inhibiciones al momento de autointerpretarse. Se defiende afirmando «hechos y no palabras», y sin embargo desfallece debido a las palabras. Más aún, la falencia coarta la posibilidad de arraigo de su obra. No se trata de un problema «superestructural», como a veces insinúa en recurso inconsciente al marxismo, sino de un testimonio de que la forma informa y conforma.