La Tercera, domingo 5 de marzo de 2006.
Opinión

Reformas microeconómicas: ¿de qué estamos hablando?

Alexander Galetovic.

Desde hace años se habla de reformas microeconómicas y a esta altura es un cliché que son indispensables para que volvamos a crecer rápido y alcancemos el desarrollo. Sin embargo, poco se ha hecho y cuando se pregunta qué son, quién es el responsable de liderarlas y cómo se hacen, cuesta encontrar respuestas precisas.

Una reforma micro es cualquier cosa que, ya sea permite producir más con los mismos inputs, o bien estimula que los trabajadores y la inversión se destinen hacia proyectos que rinden más. En realidad, el ámbito de las reformas es muy amplio y difícil de resumir con indicadores simples. Así, por ejemplo, la ola de reformas micro de los años 70 incluyó cosas tan diversas como una amplia reforma del Estado y el sistema tributario; la apertura al comercio exterior, que permitió aprovechar las ventajas comparativas de Chile; introdujo la evaluación social de proyectos públicos, que evitó un montón de elefantes blancos y dirigió los fondos públicos hacia proyectos que valían más; y suprimió una legión de grandes y pequeñas regulaciones inútiles y dañinas en casi todos los sectores económicos, permitiendo que los privados experimentaran libremente y descubrieran nichos insospechados.

Hoy día las tareas son distintas, pero el ámbito de las reformas micro es igual de amplio, por eso involucran a casi todo el gobierno. Sin embargo, no cabe duda de que el ministro de Hacienda es el responsable de liderarlas. Una razón es circunstancial: el Ministerio de Economía no será el ejecutor política micro y regulatoria, porque, en la práctica, los nombramientos recientes le quitaron atribuciones. Pero también ocurre que muchas reformas micro afectan el presupuesto fiscal y, por eso, la voluntad de Hacienda es indispensable.

Y la tercera razón es histórica: las dos olas de reformas que transformaron a la economía chilena fueron lideradas desde Hacienda, por Jorge Cauas y Sergio de Castro (entre 1975 y 1981) y luego por Hernán Büchi (entre 1985 y 1989). En realidad, le guste o no al ministro de Hacienda, él es el indiscutido jefe económico del gobierno, tanto macro como micro. Por eso, y aunque los equipos en el resto de los ministerios e instituciones públicas son indispensables, su liderazgo y empuje son insustituibles.

¿Cómo se hacen estas reformas? Muchos creen que lo central es que cerebros top (nacionales o extranjeros) dibujen las líneas gruesas y fundamentales. Los detalles y la implementación se les pueden delegar a los mandos medios. Pero basta una mirada a los tiempos de Cauas, De Castro y Büchi para darse cuenta de que la cosa no es así. Por cierto, es clave diseñar y pensar bien. Pero el éxito de cada reforma micro depende, finalmente, de la ejecución perseverante, cuidadosa y rápida de muchos detalles. Se requieren cerebros pero que, al mismo tiempo, sean ejecutores de excepción.

El ministro de Hacienda está constantemente encima de cada reforma y con él trabajan un montón de colaboradores brillantes (generalmente jóvenes recién egresados, aún desconocidos) repartidos por todo el gigantesco sector público, todos haciendo pega tediosa.

En realidad, la tarea por delante es monumental. Porque para llegar a ser desarrollados se necesitan cientos de reformas micro, algunas grandes (v.gr. liberalizar el mercado laboral, reformar la educación o implementar y profundizar la reforma del Estado que ya partió) y muchas otras pequeñas (v.gr. eliminar el impuesto de Timbres y Estampillas, mejorar la gestión de Aduanas o introducir la comercialización de electricidad). Cada reforma demanda atención prolongada, desde su concepción hasta su puesta en práctica y consolidación. Y, por si fuera poco, las reformas micro no son muy eficaces si se trata de lograr buenos rating en las encuestas. Los beneficiarios de cada reforma son muchos y con cada una ganan poco. Por el contrario, los perjudicados -los intereses creados empresariales, sindicales o gremiales- son pocos, organizados y pierden mucho cuando se reforma su sector y se opondrán a muerte.

Y los frutos sólo se ven en el agregado, cuando el crecimiento se acelera. ¡Hasta podría ocurrir que los aplausos se los lleve el gobierno que viene! Pero, por lo menos, hay algo que debiera alentar al nuevo gobierno: cuatro años son más que suficientes para dar un salto grande.

De hecho, en siete años Cauas y De Castro introdujeron la economía de mercado en Chile y Büchi sentó las bases para el período de oro de la economía chilena en casi exactamente cuatro.

Si se trata de dar el salto hacia el desarrollo, las condiciones nunca han sido mejores. La economía de mercado ya se consolidó, el electorado es moderado y la macro funciona a las mil maravillas. Al mismo tiempo, la trayectoria del ministro Velasco es, sin duda, excepcional.

Sin embargo, está por verse si es capaz de armar los equipos necesarios para implementar las reformas micro y si es un ejecutor a la altura de Cauas, De Castro o Büchi. También está por verse si él y la Presidenta Bachelet están dispuestos a pelear una y otra vez contra la legión de intereses creados que se opondrán, una a una, a cada reforma micro. Pero si se ponen el overol, «entran a picar» y pican bien, este gobierno pasará a la historia como el que condujo a Chile hacia el desarrollo.