El Mercurio, 22 de mayo de 2016
Opinión

Rescate emocional

Ernesto Ayala M..

Dirigida por el italiano Luca Guadagnino, «A bigger splash» (2015) compitió en Venecia 2015 y es de esos productos híbridos que nacen de Europa. Está inspirada en «La piscine», película francesa de 1969, con Alain Delon y Romy Schneider; está filmada en Pantelaria, una remota isla italiana cerca de Sicilia; y está protagonizada por dos actores ingleses (Tilda Swinton y Ralph Fiennes), uno belga (Matthias Schoenaerts) y uno estadounidenese (Dakota Johnson).

Guadagnino se las arregla para que todo esto se sienta muy natural. Marianne (Swinton) es una estrella rock a la Bowie, que está descansando de una reciente operación, en su plácida casa en medio del Mediterráneo. La acompaña Paul (Schoenaerts), su pareja, un director de documentales que hace tiempo que no filma nada, un tipo claramente más joven y menos talentoso que ella. Todo es tranquilo hasta que llegan de sorpresa Harry (Fiennes) y Penélope, su hija (Johnson). Harry es un productor musical, hiperquinético, alcohólico, agotador, que fue pareja de Marianne y de la que parece aún no desprenderse del todo. Penélope descubrió hace poco que es hija de Harry y se muestra displicente, sensual, malcriada e interesada particularmente en Paul.

Si bien las tensiones sexuales y emotivas se anticipan con cierta facilidad, hay que darle el mérito a la cinta de que las construye con cuidado, sin apuro. Además, recoge bien cierta decadencia melancólica de gente rica, acostumbrada a salirse con la suya, y en ese sentido se aleja de la ensoñación que las películas adolescentes generan en torno a la fama. Marianne y Paul solo quieren estar tranquilos. Harry se preocupa de qué va a tomar, qué va a comer y qué va a hacer después. Su energía, sin embargo, termina por arrastrar a todos. Harry es un demonio dionisíaco que perturba las aguas donde quiera que se bañe.

Es interesante que, desde el punto de vista afectivo, al principio de la cinta estemos con Marianne y Paul. Harry, ruidoso, ansioso, llega como un dolor de cabeza del que queremos deshacernos. Sin embargo, con el andar del metraje, nos comienza a parecer alguien mucho más vital, abierto y entregado que la cómoda pareja. Hay una escena en concreto que facilita este movimiento afectivo del espectador. Todos en la casa están echados, haciendo poco y nada, cuando llega Harry, cambia la música y pone un vinilo de los Rolling Stones. Cuenta, entonces, la historia de cómo produjo una determinada canción. Luego, cambia el disco, y pone «Emotional rescue», el clásico hit de los Stones y lo comienza a bailar y cantar a lo largo de la casa, para terminar fuera de ella con los brazos frente al cielo. La escena funciona maravillosamente gracias a Fiennes, que hace vibrar la canción con su cuerpo, al punto que no ya es un simple baile, sino una celebración de la música, el sexo y la vida. Después de eso, es imposible no amar a Harry. Aquí, pese a los defectos que su cinta muestra hacia el final, Guadagnino muestra que sabe lo que hace.

Su lección es que a veces basta una canción para cambiar la carga que tal o cual personaje lleva sobre sí. La música se usa demasiado en forma incidental, para subrayar la emoción de una determinada escena, de una forma muy convencional y evidente. La música muestra más misterio y potencia dramática cuando es parte de la trama, de los personajes, tal como es parte de nuestras vidas a este lado de la pantalla.

A bigger splash
Dirigida por Luca Guadagnino.
Con Tilda Swinton, Ralph Fiennes, Matthias Schoenaerts y Dakota Johnson.
Italia, Francia, 2015, 125 minutos.