Qué desesperanzador se ve el telón de fondo. No es claro quién se hará cargo de las preocupaciones y aspiraciones que muestra la ciudadanía en la última encuesta CEP.
En la clásica carrera de la “Encuesta CEP” por las principales preocupaciones ciudadanas, la delincuencia saltó dieciocho puntos porcentuales y obtuvo, sin discusión alguna, el primer lugar en el podio con un 60%. Por su parte, el narcotráfico y la inmigración, si bien no lograron pasar a los derechos sociales –salud, pensiones y educación–, crecieron respecto de la última medición, y obtuvieron el quinto y sexto lugar, con un 25% y un 19%, respectivamente. Pareciera ser que a fin de cuentas es la seguridad la que se ha consagrado como uno de los tres problemas a los que, según las personas, el Gobierno debiese dedicar el mayor esfuerzo en solucionar. De hecho, 75% de las personas menciona al menos uno de los tres.
En otra pista, competidores de gran renombre y tradición se disputaron el pedestal de las instituciones en las que la ciudadanía confía más. Con una atrevida corrida, la PDI, Carabineros y las Fuerzas Armadas crecieron ocho puntos porcentuales, posicionándose en el segundo, tercer y cuarto lugar respectivamente. Probablemente este desempeño se debe al anhelo por más y mejor seguridad pública. Con los pelos de punta vimos cómo la PDI casi logra alcanzar a la favorita de los últimas mediciones: las universidades –las cuales recuperaron la confianza a niveles previo estallidos social–. Así, para el próximo estelar cualquiera de las fuerzas de orden es la favorita, pues el 68% de la ciudadanía aspira a un mayor orden público a expensas de las libertades. Incluso, una de ellas recibió una importante muestra de confianza del 56% del público, el cual sostuvo que justifica “Siempre + Casi siempre” que Carabineros utilice la fuerza para controlar a grupos de violentistas en las marchas.
Qué desesperanzador se ve el telón de fondo. No es claro quién se hará cargo de las preocupaciones y aspiraciones que muestra la ciudadanía en la última encuesta CEP. Lamentablemente, en la misma medición también se advierte que las instituciones democráticas, el Congreso y los partidos políticos se consolidaron en el último lugar en confianza; que dos tercios de la ciudadanía cree que la situación política es “Mala + Muy mala”; que el 63% de los encuestados no está interesado en política; y que el 19% sostiene que “en algunas circunstancias un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático”. Y lo que es aún peor, quien está a cargo de la conducción del país obtuvo un escueto 24% de aprobación -el porcentaje más bajo observado en el primer año de un gobierno-.
Es de esperar que el proceso constitucional nos entregue un segundo aire. Es fundamental arremangarnos las mangas para trabajar por ese elefante escondido en la habitación, pero que nadie parece ver: las deficiencias del sistema político. Necesitamos un nuevo régimen político y electoral que propicie acuerdos para revertir las preocupantes tendencias a la desvalorización de la democracia y la emergencia de pulsiones autoritarias. Y en lo que a seguridad respecta, está claro cuál debiese ser foco del quehacer del gobierno en su segundo año: la delincuencia de cada día. Más claro echarle agua.